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Última oportunidad antes de la cumbre UE-Turquía

Barbara Wesel (JAG/ELM)25 de febrero de 2016

El ministro alemán de Maiziére da una última oportunidad a la política de refugiados de la UE, en espera de reducir el número antes de la cumbre con Turquía. Mientras tanto, Grecia retiró a su embajadora en Viena.

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Griechenland Flüchtlinge in Diavata bei Thessaloniki
Imagen: picture-alliance/epa/N. Arvanitidis

Tiene que haber sido una sesión intensa cuando el ministro del Interior alemán Thomas de Maiziére dice que hubo “actuaciones emocionales de los representantes de Austria, Grecia, Alemania y Francia”. Pero eso es una buena señal, que indica la gravedad del problema. Y ahora, la Unión Europea tiene una última oportunidad hasta el 7 de marzo para tener bajo control su política de refugiados.

Entonces se celebrará la cumbre entre la UE y Turquía en Bruselas, donde se valoraran los éxitos de la cooperación. "Hasta ese momento, habrá que probar que hubo una reducción drástica del número de refugiados en la frontera entre Turquía y Grecia. En caso contrario, habrá que tomar medidas alternativas", dijo el ministro. Sin concretar cuáles, si aclaró que deberían ser “coordinadas y europeas", opinión también defendida por el comisario de Migración Dimitris Avramopoulou: “sin resultados visibles se caerá todo el sistema”.

Efecto detonador en Grecia

Grecia aportó lo suyo para elevar la temperatura emocional en la crisis. En Atenas, el ministro de Exteriores Kotzias llamó a consultas a la embajadora griega en Viena. “Iniciativas unilaterales no resolverán la crisis, sino que minan el fundamento y la integración de Europa”, se dijo en la declaración.

El Gobierno heleno acusa a Austria de comportarse como en el siglo XIX, contra las reglas de la solidaridad y la distribución de obligaciones. “No queremos ser el Líbano de Europa, un almacén de almas perdidas. Ni siquiera aunque lo financie la UE”, aclaró el ministro de Migración Yannis Mouzalas en Bruselas. También el presidente Alexis Tsipras compartió esa postura en Atenas, además de amenazar con bloquear las decisiones de la UE. Sin embargo, el margen de actuación para que Grecia presione es poco, puesto que aún depende del dinero del tercer paquete de rescate y de otras ayudas de la UE para superar la crisis humanitaria a la que se enfrenta.

La ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner, ni siquiera se inmutó ante la llamada a consultas: “Espero que así se mueva algo”, dijo. Su país no permitirá que se le acuse y mantendrá la cuota acordada de solicitantes de asilo. Además, Viena intentará terminar con el tránsito incontrolado de refugiados hacia el norte. “Empieza en Grecia y si el país no está preparado para proteger las fronteras, otros tendrán que hacerlo”, explicó Mikl-Leitner aclarando que ese es el único objetivo de la cooperación con los Balcanes, un acuerdo también favorable para la UE.

Ministros en Bruselas: De Maiziere, Asselborn y Avramopoulos.
Ministros en Bruselas: De Maiziere, Asselborn y Avramopoulos.Imagen: Getty Images/AFP/J. Thys

Por su parte, el ministro alemán de Maiziére prefiere la cautela. Hay diferencias de opinión sobre el cierre de fronteras no acordado en la ruta de los Balcanes y sobre las acciones unilaterales de Viena. Pero como socios, hasta ahora hubo una buena colaboración.

¿Hacia la anarquía?

Por el contrario, Bernard Cazeneuve, ministro francés de Interior, dio rienda suelta a su ira. Sobre todo contra su colega belga, Jan Jambon, que implantó controles fronterizos entre Bélgica y Francia por el desalojo del campamento de refugiados de Caláis, por temor a que los inmigrantes pasasen a Gran Bretaña por puertos belgas. Un pequeño frente que refleja la tensión sobre los refugiados y que cada cual hace lo que quiere sin acuerdos en aras del interés nacional.

Aún más directo fue el ministro del Interior de Luxemburgo: No hay una crisis, “sino que vamos hacia la anarquía”, dijo Jean Asselborn. No se puede permitir que Grecia sea apéndice de Europa donde se amontonan los refugiados. “No hay solución balcánica, sino solución europea”, y actitudes unilaterales como la de Austria lo complican todo, concluyó Asselborn: “Hay que actuar juntos antes de que sea demasiado tarde”.