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¿Última oportunidad para Grecia?

Alexander Kudascheff (MS/DZC)21 de junio de 2015

Tras infructuosas negociaciones, la solución para Grecia tendría que salir de la cumbre extraordinaria de la UE el lunes. Alexander Kudascheff opina que está en juego mucho más que la permanencia de Grecia en el euro.

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Symbolbild Griechenland EU
Imagen: picture-alliance/dpa/P. Tzamaros

La crisis no cede. La Unión Europea se encuentra de nuevo ante otra cumbre extraordinaria. Otra vez el mismo tema: la tragedia griega. Y, una vez más, nadie sabe si el encuentro pondrá fin a cinco largos años de crisis o si estamos ante una prórroga más en el partido. ¿Debe Grecia salir de la eurozona? ¿Se producirá finalmente el tan cacareado grexit o gozará Grecia de una última oportunidad, un último plazo para mantenerse en el euro?

Una cosa está clara: hay tensión en los momentos previos a la cumbre. La paciencia está prácticamente agotada, tanto entre los griegos como entre los otros 18 países de la eurozona. Casi todo el mundo se pregunta -también en Alemania- si los griegos no han ido demasiado lejos jugando su particular póquer y si no es hora ya de poner punto final al juego. Muchos escépticos creen que no hay que ayudar a Grecia, aunque ello suponga la amenaza de una catástrofe humanitaria. Pero, en ese caso, la Unión Europea podría acudir en ayuda de los griegos.

Deuda de gran magnitud

Naturalmente, el Gobierno de Tsipras ve las cosas de otra manera. Atenas pide solidaridad, cree que las conversaciones están a punto de lograr un gran avance, y considera que se puede salvar al país con las propuestas de su política de izquierda. Estas propuestas se resumen básicamente en reestructurar la deuda y abordar las reformas que el Gobierno griego considere efectivas. Los acreedores se niegan a aceptarlas y solo seguirán financiando a Grecia si se ponen en marcha medidas con un alcance más profundo.

Pero el verdadero problema es otro. La política europea de rescates liderada por Alemania ayudó durante la crisis financiera a Portugal, España, Chipre, Letonia e Irlanda. Italia hace reformas, Francia también, aunque con retraso. Solo en Grecia no funciona esta medicina. Según Atenas, el jarabe de la austeridad no es el adecuado y eso es cierto en lo concerniente a Grecia, pues ha acumulado una deuda de tal magnitud, que probablemente no pueda pagarse. Y los acreedores son tan esclavos de esta deuda como los propios griegos.

Fracaso de Syriza

Grecia lleva padeciendo desde hace cinco turbulentos y deprimentes años las consecuencias de una crisis política permanente. El Estado no funciona. Es un ente clientelar sin una administración efectiva. Grecia es incapaz de recibir más dinero y gastar menos, lo que constituiría la clave para remontar económicamente. Ni siquiera el partido de izquierda Syriza ha conseguido durante los cinco meses que ya dura su mandato frenar la evasión de impuestos de los ricos ni rastrear y recuperar dinero negro de cuentas en bancos extranjeros. Un fracaso para un partido de izquierda.

En lugar de eso, Atenas se ha dedicado a despotricar demagógicamente contra el FMI, la Unión Europea y Alemania, ha flirteado ocasionalmente con Moscú y se ha batido en varias rondas de negociaciones infructuosas. El resultado: todo el mundo está de los nervios, incluso los europeos que simpatizan con Syriza, como el presidente de la Comisión Europea, Juncker, o el presidente del Parlamento Europeo, Schulz.

Reviven los viejos fantasmas

Pero lo peor es que el euro, concebido como símbolo de integración, separa a la propia Unión Europea. Reviven los viejos fantasmas, como lo prueba el hecho de que muchos partidos de ultraderecha y ultraizquierda se hacen cada vez más fuertes en algunos países. Y los ciudadanos se preguntan cada vez más si el precio de la fracasada política griega no es demasiado alto. ¿De verdad hay que asumir que los griegos se salten todas las reglas y acuerdos con el fin de mantener aquel país en el euro?

La cumbre del lunes es quizá la última oportunidad para que Grecia permanezca en la eurozona. Pero las heridas de los últimos tiempos son profundas, más profundas que cualquier acuerdo temporal. El valor fundamental de la Unión Europea en las últimas seis décadas fue el compromiso. Ahora hay de nuevo vencedores, vencidos y víctimas, una imagen devastadora.

Tsipras sigue optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo.
Tsipras sigue optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo.Imagen: picture-alliance/dpa/R. Jensen
Alexander Kudascheff, redactor jefe de DW.
Alexander Kudascheff, redactor jefe de DW.Imagen: DW/M. Müller