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Entrevista con el pianista Aeham Ahmad

Rim Dawa (EU/ER)21 de diciembre de 2015

El pianista que tocaba en los escombros de un campamento para refugiados sirios fue distinguido con el primer Premio Internacional Beethoven. Aeham Ahmad explica a DW por qué huyó a Alemania.

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Aeham Ahmad, al recibir el galardón.
Aeham Ahmad, al recibir el galardón.Imagen: DW/A. Feilcke

DW: Tras terminar sus estudios en la Universidad de Al Baath en Homs usted volvió al campo de refugiados palestino de Jarmuk, en las afueras de Damasco. ¿Por qué?

Aeham Ahmad: No tenía yo ninguna otra alternativa. Tras el comienzo de la revolución en 2011 la situación empeoraba día con día. El campamento de Jarmuk fue bloqueado, no teníamos alimentos, energía eléctrica, agua corriente. Todo se volvió increíblemente caro. Tuvimos que comer gatos para sobrevivir. La gente se moría de hambre, incluso algunos de mis amigos y vecinos. El mundo miraba impávido sin hacer nada.

Lo más duro para mí fue ver a mi hijo Ahmad llorar de hambre y yo sin poder hacer nada. Me sentía impotente. Me parecía que no tenía nada que hacer ni qué perder. La muerte se aproximaba inevitable, por eso decidí enfrentarla con dignidad e intentar con mi música alegrar un poco la vida de los habitantes del campo. Me llevé mi piano sobre un carro a través de las calles, en donde toqué canciones que había compuesto inspiradas en la situación del campo y de Siria, en donde la muerte y el derramamiento de sangre eran algo omnipresente. Tocaba el piano y cantaba con amigos, también con niños. Zainab, una niña adorable que cantaba con nosotros, de la que hay un video que puede verse en You Tube, murió después como consecuencia de un disparo en la cabeza. Duele mucho pensar en ella.

Aeham Ahmad, pianista, cantante y compositor.
Aeham Ahmad, pianista, cantante y compositor.Imagen: DW/R. Fulker

¿Cómo fue que decidió abandonar Siria?

El día de mi cumpleaños, en mayo pasado, quería dejar el campamento y tocar en otro lugar. Cuando llegué con mi piano sobre el carro a un puesto de control, un simpatizante del Estado Islámico me detuvo y me preguntó que si no sabía que mi instrumento estaba prohibido. Acto seguido lo quemó. Ver mi piano arder en llamas me quemó el corazón. Fue entonces que decidí dejar Siria y emigrar a Alemania. Aquí quiero ser la voz del campamento de Jarmuk, hacer algo por Siria y por un futuro seguro por mis hijos, Ahmad, que tiene tres años, y Kinan, que tiene año y medio.

Mi madre me dio unos 3.000 euros y me dijo: toma el dinero y deja el país. No quiero que te suceda lo mismo que a tu hermano. Mi hermano fue arrestado hace tres años y hasta ahora no sabemos si está con vida o no.

¿Entonces viajó solo?

Inicialmente partimos con mi mujer y mis hijos, pero afortunadamente no continuaron el viaje. Fue una travesía muy dura. En el camino vi como hombres fuertes colapsaron. Primero llegamos a la ciudad siria de Homs y teníamos previsto viajar a Alemania a través de Turquía y Grecia. Pero en Homs fui detenido e internado durante nueve días. Por ello mi mujer y mis hijos tuvieron que regresar al campamento de Damasco. Cuando fui puesto en libertad me sentía deshecho, pero decidí proseguir solo el viaje a Alemania, para intentar después traer a mi esposa y a mis hijos.

¿Cómo fue el viaje?

El trayecto marítimo y el camino a través de Turquía fueron sumamente peligrosos. En el bote a menudo estábamos a punto de morir, pero logré llegar sano y salvo. Quiero agradecer a los alemanes y a su Gobierno por habernos tratado como a seres humanos. Después de haber estado en distintos lugares de acogida, llegué a un centro cerca de la localidad de Gießen. Alemania ha hecho maravillas por los refugiados y sigue haciéndolo. Pero debo mencionar que todo el proceso es muy prolongado. La gente que se ha quedado en Siria está amenazada cada minuto. No pido dinero, sólo que tramiten mis documentos rápido para tener la oportunidad de traer aquí a mi familia y a mis hijos. Están en peligro y me siento culpable por haberlos dejado.

Aeham Ahmad en entrevista con DW.
Aeham Ahmad en entrevista con DW.Imagen: DW/R. Fulker

Ha sido galardonado con el Premio Beethoven. ¿Qué significa para usted?

Durante la ceremonia de premiación interpreté canciones que compuse en Jarmuk. Una de esas canciones la cantaba con la niña que murió. Otra describe a mi mejor amigo originario de Gaza, que también murió. Otra pieza se la dedico a mi amigo Zakaria Al Khatib, cuya mujer murió al dar a luz a su primer hijo. Todas estas composiciones provocan un remolino de sentimientos en mí, hay muchos recuerdos dulces, pero también hay muchos tristes y amargos.

¿Qué desearía para el futuro?

Quiero agradecer a Alemania por todo lo que ha hecho por nosotros los refugiados, mientras que Arabia Saudita, e incluso el presidente palestino, Mahmud Abbas, nos negaron la entrada. Mi sueño es emigrar a Palestina y que me ayuden a reunirme pronto con mi familia.