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AI aboga por despenalizar el trabajo sexual

Christoph Hasselbach (ERS/ERC)13 de agosto de 2015

Amnistía Internacional ha resuelto promover la despenalización del trabajo sexual, lo cual ha provocado duras críticas, pero también aplausos entre organizaciones defensoras de los derechos de la mujer.

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Imagen: imago/Jochen Tack

El secretario general de Amnistía Internacional (AI), Salil Shetty, habló de un “día histórico”. Pero histórica resulta sobre todo la dimensión de las críticas que han llovido sobre la organización. Shetty fundamentó la decisión de promover la despenalización del trabajo sexual, argumentando que quienes lo ejercen conforman “uno de los grupos más marginados del mundo, expuesto en la mayoría de los casos a un riesgo constante de discriminación, violencia y abuso”.

El objetivo es defender los derechos de las trabajadoras sexuales. Sin embargo, alegan los opositores de esta moción, con ello se apoya también la descriminalización del proxenetismo y la regencia de burdeles. Eso es lo que más ha encendido las críticas. De poco le ha servido a AI recalcar que se refiere expresamente al sexo libremente consentido entre adultos. Tampoco ha aplacado a los críticos subrayando que la prostitución forzada, la prostitución de menores y el tráfico de personas con fines de explotación sexual constituyen graves violaciones de los derechos humanos.

Fuertes críticas

La revista feminista alemana Emma reaccionó con indignación, indicando que la organización creada originalmente para defender a los prisioneros políticos se propone “proteger de sanciones precisamente a aquellos que ganan miles de millones con la trata de mujeres y se pone ahora de parte de los victimarios”.

De antemano, la Liga contra la Trata de Mujeres (CATW) había advertido que el prestigio de Amnistía Internacional se vería “seriamente enlodado” si tomaba la decisión que finalmente adoptó.

También aplausos

No obstante, también ha habido reacciones positivas. Y éstas proceden, sobre todo, del ámbito de las afectadas. Johanna Weber, portavoz del gremio de servicios eróticos y sexuales, señaló: “Para protegernos necesitamos más derechos y no prohibiciones”. También el Consejo Alemán de Mujeres, que agrupa a diversas organizaciones, considera que la decisión de AI fortalece los derechos femeninos.

Claudia Zimmermann-Schwarz, del Ministerio de Salud de Renania del Norte-Westfalia, no ve motivos para tanto revuelo. En conversación con DW subrayó que se está hablando de “sexo consentido y pagado, entre adultos, y no de dependencia, explotación o tráfico de personas”. A su juicio, quien diga que AI defiende ahora a los proxenetas está “escandalizando” de una forma que no corresponde al tema.

¿Un trabajo como cualquier otro?
¿Un trabajo como cualquier otro?Imagen: picture-alliance/dpa/D. Reinhardt

Diferencias culturales

Las reacciones reflejan de seguro los diversos valores culturales y morales, plasmados en diferentes leyes sobre prostitución en cada país. También dentro de Europa hay diferencias. La Asamblea Nacional francesa decidió tiempo atrás sancionar a quienes buscan servicios sexuales, pero no a quienes los ofrecen. Es decir, la compra de sexo ha de ser punible, pero no su venta. Este modelo se aplica en Islandia, Suecia y Noruega. El trabajo sexual es legal en países como Alemania, Austria, Holanda y Suiza; pero la prostitución forzada está prohibida en toda Europa.

Representantes de Amnistía Internacional aseguran que la decisión no se tomó a la ligera y que fueron consultadas numerosas afectadas, al igual que organizaciones asistenciales, la ONU y abogados defensores de los derechos humanos.