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Auge de la derecha xenófoba en Escandinavia

26 de febrero de 2017

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Deutschland Dänemark Grenze & Grenzkontrollen
Imagen: picture-alliance/dpa/L. Schulze

La intensificación del flujo migratorio hacia Europa Occidental, causada sobre todo por las guerras y la violencia política en el Cercano y Medio Oriente, y la preocupación que ese fenómeno despierta entre los habitantes de los países receptores han sido instrumentalizadas por la derecha escandinava, enmarcada en un contexto político donde no es considerada extremista a pesar de su discurso explícitamente antiinmigración. De hecho, en algunos países nórdicos, los partidos de derecha xenófobos han asumido responsabilidades ejecutivas.

Fuerzas de ese corte forman parte de los gobiernos noruego y finlandés, mientras que los ultranacionalistas han sostenido a todos los ejecutivos de centroderecha daneses desde 2001. En Suecia son ya tercera fuerza parlamentaria y empiezan a salir de su aislamiento. Todos comulgan con el eurescepticismo, la defensa de la identidad nacional y la inquina hacia los inmigrantes, sobre todo los musulmanes. Ese discurso ha ganado protagonismo tras el aumento de los solicitantes de asilo en el norte de Europa en los dos últimos años.

Esa tendencia ha derivado en el endurecimiento de las políticas de acogida, recortes en ayudas y controles fronterizos. Aun guardando distancias con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, figuras destacadas de esos partidos escandinavos no han dudado en respaldar la política migratoria del nuevo inquilino de la Casa Blanca ("inspiradora” para Martin Henriksen, portavoz en inmigración del Partido Popular Danés (DF), y "completamente legítima”, en opinión del líder de Demócratas de Suecia, Jimmie Åkesson).

Åkesson ha apoyado a Trump en su reciente ataque a la política sueca de extranjería, vinculando la llegada de inmigrantes con un supuesto aumento de disturbios y delitos sexuales. Pero este discurso empezó a aparecer en la región hace ya tres décadas. Fue entonces cuando el danés Partido del Progreso, y más tarde su homónimo noruego, surgidos años atrás como opositores al modelo nórdico de intervencionismo estatal y elevados impuestos, adoptó la línea antiinmigración que empezó a darle beneficios electorales, aunque sin salir del todo de la marginalidad. (EFE)