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Ayotzinapa: Avances no logran disipar dudas

Sandra Weiss desde México (EL)18 de septiembre de 2015

Cuando falta una semana para que se cumpla el primer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, aparecen cada vez más piezas de lo que aún es un rompecabezas complejo.

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Imagen: Reuters/H, Romero

En la opinión de las autoridades mexicanas, la identificación del ADN de un segundo estudiante por parte del laboratorio forense de la Universidad de Innsbruck, así como la detención de un presunto líder del cártel Guerreros Unidos que jugó aparentemente un papel clave en la desaparición, podrían ayudar a esclarecer el caso.

“Esperamos que las declaraciones del detenido servirán para conocer la verdad respecto a los hechos que ocurrieron en Iguala”, afirmó el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong.

Una pieza clave

Gildardo López Astudillo alias “El Gil”, quien fue detenido el miércoles en la tarde en la ciudad de Taxco, fue señalado por testigos e imputados como autor material del delito. Los estudiantes llegaron en la noche del 26 de septiembre a Iguala en el sureño estado de Guerrero con el fin de confiscar autobuses para ir a una manifestación política a la capital del país.

El ex procurador mexicano, Jesús Murillo Karam
El ex procurador mexicano, Jesús Murillo KaramImagen: picture-alliance/dpa/A. Cruz

En Iguala fueron perseguidos durante horas por policías locales y hombres armados vestidos de civil, aparentemente sin que las fuerzas de seguridad intervinieran para defenderlos. En la persecución, seis personas murieron, incluidos tres alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa, y 43 desaparecieron.

Según los testimonios presentados por la Procuraduría de la República (PGR) como “verdad histórica”, los estudiantes fueron entregados a “El Gil” por policías municipales de Cocula e Iguala. Después de una orden telefónica de su jefe de Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubios, también detenido, los llevó supuestamente al basurero de Cocula donde fueron ejecutados, quemados, sus cenizas colocadas en bolsas de basura y tirados a un río cercano.

La difícil identificación

Los investigadores recuperaron dos bolsas con ceniza y fragmentos de huesos que por petición de los familiares de los estudiantes, fueron enviados a Innsbruck para su identificación. Por el alto grado del deterioro de los restos, el laboratorio austríaco logró identificar solamente el ADN de uno de los estudiantes con métodos convencionales.

A los restantes fragmentos les aplicó una nueva tecnología de análisis mitocondrial que según el resultado “proporcionó evidencia moderada de perfil de la víctima Jhosivani Guerrero de la Cruz, coincidente con la madre de la persona desaparecida". Según la Procuradora Arely Gómez, esos resultados “constituyen un paso más en esta investigación y en los esfuerzos en marcha para la comprobación plena de los hechos”.

Felipe de la Cruz, padre de uno de los estudiantes
Felipe de la Cruz, padre de uno de los estudiantesImagen: P. Pardo/AFP/Getty Images

Familiares desconfían

Sin embargo, entre los familiares reina la desconfianza. El padre de una de las víctimas, Ezequiel Mora, insistió en que los normalistas siguen vivos. “No confiamos en los resultados de Innsbruck y las declaraciones de Arely Gómez. Estamos pensando que los jóvenes están vivos, que los tienen secuestrados en distintas partes”, dijo en una entrevista radiofónica.

El Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, quien acompaña a las víctimas, también dudó del resultado de Innsbruck y remitió a un comunicado del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) donde los expertos afirman que “no puede ser considerado como un resultado identificatorio definitivo.”

Estas dudas fueron parcialmente confirmadas por el informe de expertos de la Comisión Interamericana de DDHH quienes concluyeron que no era técnicamente posible, que los 43 estudiantes hayan sido incinerados en el basurero de Cocula.

Además, los expertos señalaron inconsistencias en los testimonios, destrucción de pruebas, imposibilidad de obtener el testimonio directo de soldados del 27 batallón militar y dudas sobre el verdadero motivo del ataque que, según el informe auspiciado por la CIDH, podría haber sido un cargamento de heroína escondido en uno de los buses secuestrados sin que los estudiantes lo supieran.

Según el periódico La Jornada, la actuación de las autoridades deja demasiados cabos sueltos y no ofrece datos firmes y concretos. “Diversos sectores de la opinión pública se quedan con la impresión de que el gobierno federal tiene prisa por presentar resultados antes de que se llegue al primer aniversario”, señala el rotativo.