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“Bachelet pasará a la historia por sepultar el crecimiento”

Diego Zúñiga (ER)11 de marzo de 2016

La excandidata presidencial chilena Evelyn Matthei conversa con Deutsche Welle sobre los dos primeros años del gobierno de centroizquierda liderado por Michelle Bachelet.

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Imagen: picture-alliance/dpa/F. Trueba

Evelyn Matthei ha sido diputada, senadora y ministra. En una entrevista que concedió en febrero de 2011 al diario Las Últimas Noticias, la economista descartó cualquier aspiración presidencial. “No me agrada, no lo deseo”, dijo entonces. Sus intenciones de mantenerse lejos de esa lucha se vieron truncadas cuando la centroderecha chilena vivió una hecatombe política y sus principales candidatos, Laurence Golborne y Pablo Longueira, debieron dar un paso al costado. Solo quedaba Matthei para enfrentar a Michelle Bachelet en 2013. Apurada por las circunstancias, aceptó.

El desafío no era menor. Bachelet venía de ser la primera directora de ONU Mujeres y conservaba una alta aprobación entre la ciudadanía. Los números, de hecho, lo demostraron en las urnas. En primera vuelta, la abanderada de la centroizquierdista Nueva Mayoría obtuvo poco más del 46 por ciento. Matthei, al frente de la Alianza, salió segunda. Y en la ronda definitiva, la actual mandataria sumó el 62,17 por ciento de las preferencias. Después de eso, Matthei se alejó de la política, se dedicó a hacer clases en un colegio y ha aparecido esporádicamente en la prensa.

Matthei se reunió con Bachelet tras las elecciones para desearle éxito en su mandato.
Matthei se reunió con Bachelet tras las elecciones para desearle éxito en su mandato.Imagen: picture-alliance/dpa/ C. M. Bachelet

Como ha sido la tónica en su carrera, la excandidata y exministra habla sin pelos en la lengua. En conversación con Deutsche Welle, evalúa el desempeño de Bachelet a dos años de asumir el mando. “La presidenta se ha rodeado de ministros leales, pero en su mayoría muy ideologizados y poco competentes. Las reformas que ha impulsado están mal diseñadas y se ha apurado su paso por el Congreso, aprovechando las mayorías que la coalición gobernante tiene en ambas Cámaras”, lanza en una primera impresión.

¿Reformas mal diseñadas, dice?

Mira, el Congreso se ha visto forzado a votar reformas complejas en plazos insuficientes para una discusión seria, resultando en situaciones inconfortables, como el rechazo de disposiciones por parte del Tribunal Constitucional o el tener que enviar una reforma a la reforma tributaria, por la pésima calidad del proyecto original. Todo esto ha contribuido a disminuir aún más el prestigio de la política, del gobierno y de los parlamentarios en Chile.

Son cambios que buscan afianzar la equidad, dice el gobierno.

Bachelet va a pasar a la historia como la presidenta que sepultó el crecimiento económico y la tradición de seriedad en las políticas públicas y, lo peor de todo, sin lograr ninguna de sus promesas de mayor equidad. El desmoronamiento de la popularidad de la presidenta ha agudizado el desorden y las discrepancias dentro de la coalición gobernante, principalmente entre el Partido Comunista y la Democracia Cristiana, cuya inexplicable alianza empieza a agrietarse.

¿Se crearon muchas expectativas con las reformas ofrecidas durante la campaña?

Durante los últimos 25 años, Chile creció, creó empleos y logró disminuir la pobreza en forma importante. La clase media que emergió está demandando mayores niveles de equidad. Esas demandas se abordaron mediante promesas electorales vagas durante la campaña de Bachelet, con eslóganes que ella sabía eran imposibles de cumplir. Sus asesores han diseñado reformas técnicamente deficientes y que no responden a lo que los chilenos desean. Todas las encuestas han mostrado que la mayoría no está de acuerdo con el diseño de las reformas, lo que ha sido desoído sistemáticamente por la presidenta.

¿Cree que ha empeorado la percepción de la ciudadanía con respecto al futuro de Chile?

Tanto la confianza de los consumidores como la de los agentes económicos muestra niveles preocupantemente bajos. Eso, sumado a las malas perspectivas de la economía mundial, ha frenado la inversión. Y, por primera vez en 25 años, estamos preocupados esperando que no aumente el riesgo país. El gasto público estará severamente limitado en los próximos años, lo que impedirá que un futuro gobierno pueda avanzar en materia de equidad.

¿Qué debería hacer el Gobierno para revertir sus malas cifras en las encuestas?

Sebastián Dávalos, el hijo de Bachelet, abandonando la fiscalía.
Sebastián Dávalos, el hijo de Bachelet, abandonando la fiscalía.Imagen: Getty Images/AFP/M. Bernetti

El gobierno solo tuvo un comportamiento estadístico positivo durante sus primeros tres meses. Apenas se abrió el debate en torno a la reforma tributaria, comenzó a caer la aprobación. Con las reformas educacionales, bajó aún más. Luego explotó el escándalo Caval (que involucra al hijo de Bachelet) y la aprobación se desmoronó. Las cifras más bajas de apoyo se dan en las variables más subjetivas: respeto, credibilidad y confianza que genera la presidenta. Ello se debe probablemente a la contradicción de haber planteado durante la campaña reformas proequidad y que luego se supiera que miembros de la familia presidencial se enriquecieron con operaciones que no son solo reprochables, sino además de carácter delictual. Por ello creo que las malas cifras son técnicamente irreversibles.

¿Coincide usted con la necesidad de reformar la Constitución de 1980?

La Constitución vigente hoy no es la Constitución de Augusto Pinochet, sino la de los presidentes Patricio Aylwin y Ricardo Lagos, pues ambos se involucraron en importantes procesos de reforma a la Carta Fundamental. El proceso constituyente que Bachelet lleva adelante tiene inconsistencias en los mecanismos de participación popular que han sido hechas presente por los mismos observadores que el gobierno designó.

¿Cómo ve el futuro de esta discusión?

Lo que se percibe es que las diferencias crecientes dentro de la coalición gobernante, la situación económica que sigue deteriorándose y la agenda judicial en torno al caso Caval y a los escándalos de financiamiento de la política, van a impedir una discusión seria y de calidad, y que no será posible llegar a los consensos necesarios como para reformar la Constitución.