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Barack Obama labra en Turquía su nueva amistad con el mundo musulmán

6 de abril de 2009

Barack Obama, en este caso quizás mejor Barack Hussein Obama, visitó por primera vez un país de mayoría musulmana. No uno “radical”, sino uno aliado de Occidente del que EEUU espera apoyo ante el mundo islámico: Turquía.

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Barack Obama a su llegada al aeropuerto de Ankara, Turquía.Imagen: picture-alliance/ dpa

Durante todo el fin de semana se sucedieron las protestas contra Barack Obama en las calles de Ankara y Estambul. Turquía podría haber sido la primera escala espinosa en la gira europea de un presidente acostumbrado a que el mundo bese la tierra que pisa. Sin embargo, la plegaria del estadounidense a favor del ingreso en la Unión Europea de la república que un día fundara Mustafa Kemal Atatürk no cayó en saco roto. Tampoco el simbólico hecho de que Obama porte como segundo nombre uno musulmán, Hussein.

Las reconciliadoras palabras y la primicia de poder disfrutar de la súper estrella política antes que ningún otro país de mayoría musulmana hicieron el resto. Al final, incluso la prensa turca, por lo general poco comedida, elogiaba al jefe de la Casa Blanca y la recepción fue mucho más acogedora de lo que los manifestantes en las grandes urbes del país hacían suponer.

El papel de Turquía en la región

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Barack Obama da un discurso en el Parlamento turco.Imagen: AP

“Durante la estancia del señor Obama en Turquía vamos a tratar, sin lugar a dudas, las cuestiones que afectan a la política bilateral, pero evidentemente también hablaremos del papel que el país ha jugado y seguirá jugando en la región”, adelantó el primer ministro turco, Recep Tayyib Erdogan.

Y el papel de Turquía en la región no le es en absoluto indiferente a Estados Unidos. De población mayormente musulmana, su Estado se declara secular. Con buenos contactos en el mundo árabe, es miembro activo de la OTAN y colabora en las labores de defensa común de la Alianza. Soldados turcos luchan en Irak y Afganistán y, en conflictos como el de Oriente Próximo, Ankara ejerce de relevante mediador.

En resumen, Turquía es un aliado importante para Estados Unidos. Y con el cambio de gobierno en la Casa Blanca y la nueva estrategia diplomática con respecto a los países de religión islámica, lo es aún más. Cual reflejo de su situación geográfica, entre el Mar Negro y el Egeo, compartiendo fronteras con Irán, Irak y Siria, pero también con Grecia y Bulgaria, este país se encuentra a medio camino entre oriente y occidente. Y aunque Obama asegurase ante el Parlamento turco que “la línea divisoria entre el este y el oeste no es lo que cuenta”, la brecha existe y los norteamericanos creen que Turquía podría servir de puente a través del cual hacer llegar el nuevo mensaje.

“Permítanme que deje una cosa clara: Estados Unidos no está ni lo estuvo nunca en guerra con el Islam”, le dijo Obama a los parlamentarios, “es cierto que nuestras relaciones con el mundo musulmán pasan por momentos críticos [… pero esas] relaciones no pueden estar basadas exclusivamente en nuestra posición con respecto al terrorismo. Nosotros aspiramos a lograr una cooperación basada en los intereses y el respeto mutuo. Vamos a escuchar con mucha atención, vamos a eliminar malentendidos y vamos a buscar una base común.”

Turquía, ¿en la UE?

“Estados Unidos apoya explícitamente los esfuerzos de Turquía por ser miembro de la Unión Europea”, continuó Obama en el Parlamento. “Turquía comparte con Europa más que un puente sobre el Bósforo. Turquía comparte desde hace siglos con Europa una historia, una cultura y una economía comunes. Con la multiplicidad de pueblos, religiones y tradiciones, Europa sólo puede ganar”, añadió el presidente. Aunque Obama recordó que el país tiene que emprender las reformas que la UE le exige, sobre todo en el ámbito jurídico, sus palabras resonaron como música para los oídos de los diputados.

Y de todas las cosas que ha dicho Obama en este viaje, la llamada al ingreso de Turquía en la comunidad debe ser la que menos haya gustado, no en todas, pero sí en muchas sedes de gobierno europeas. “Las negociaciones con Turquía continúan”, dijo en Berlín el portavoz del Ejecutivo alemán Thomas Steg, “y continuarán durante bastante tiempo”. En esas negociaciones no influye lo que opine el presidente estadounidense, advirtió la Comisión Europea.

“Nosotros tampoco le decimos a Estados Unidos que acepte nuevos miembros”, se quejó el eurodiputado democratacristiano Elmar Brok. La canciller alemana, por su parte, se mantuvo firme en la postura que ya defiende desde hace tiempo: con Turquía, asociación estratégica sí, plena integración no. “Turquía tiene que entrar en la UE”, pidió el socialdemócrata Gernot Erler, secretario en el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, como ejemplo de que también hay políticos en Europa que predican por darle un impulso a los contactos entre Bruselas y Ankara.

Con todo, lo dicho por Obama queda ahí, aunque sólo sea como bálsamo para las heridas turcas. Después de declarar que considera genocidio el modo en que Turquía procedió contra los armenios en la I Guerra Mundial y de visitar, junto con el presidente turco, Abdullah Güll, el mausoleo de Mustafa Kemal Atatürk, el presidente estadounidense partió hacia su siguiente escala en el país, Estambul, donde se reunió con el primer ministro, Erdogan.

Autora: Luna Bolívar/ Ulrich Pick/ dpa/ afpd

Editor: José Ospina Valencia