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Comentario: El cuento de la lechera

Kerstin Schweizer (JAG/ERS)30 de mayo de 2016

Los ganaderos alemanes recibirán 100 millones de euros de ayuda para superar la crisis de los bajos precios de la leche. Algo que ayudará a muchos, pero no solucionará el problema de raíz, opina Kerstin Schweizer.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Los ganaderos que conozco siempre tuvieron que irse antes que nadie. Después de comer el asado y el postre en las fiestas familiares, se tomaban un licor y se iban con la cabeza bien alta. El establo llamaba y el ganadero es esclavo de sus vacas. Es un trabajo infernal que no podría entenderse con las condiciones laborales actuales. Sin días de descanso, sin fines de semana, sin vacaciones… y con una retribución de risa. También sería un descaro decir que nacieron para quejarse. Y a todo el que quiera entender de qué se trata cuando se habla de leche, le recomiendo que pase dos semanas ordeñando en el establo.

Empresa familiar en peligro

El cambio de estructuras avanza y las pequeñas granjas desaparecen frente a las grandes. Aunque siempre hay algunos que consiguen mantener explotaciones con menos de 50 vacas, la empresa familiar clásica es la que más sufre con la crisis de precios. Apoyarlas es lo correcto, pero la ayuda que se aprobó en la cumbre sobre la leche se olvida del problema básico.

La leche es un producto sustituible y nadie ve dónde y cómo se produce. Entre una torta artesanal y una congelada hay diferencias, igual que entre el armario de carpintero y el de Ikea. Pero la leche siempre es la misma y para los clientes del supermercado no es fácil entender por qué algunas valen el doble que otras. La mayoría opta por la más barata, pero la producción en granjas pequeñas es más cara que en las grandes. Y eso nunca podrá salir bien.

Kerstin Schweizer, periodista de economía de DW.
Kerstin Schweizer, periodista de economía de DW.Imagen: DW/B. Geilert

Exportación: maldición y bendición

Además está el mercado mundial, del que depende el 80% del precio de la leche en Europa. Las empresas alemanas compiten con neozelandesas que, por las buenas condiciones climáticas, producen más barato. La cosa se pone aún peor.

¿Qué hacer entonces? ¿Eliminar el comercio internacional? Sería imposible y exigirlo no resultaría creíble. Los alemanes participaron de él durante años, cuando estaban del lado de los ganadores como exportadores. El precio de la leche seguirá siendo global y, al igual que otros precios, oscilará. Para frenar estas oscilaciones, la asociación de ganaderos propuso un acuerdo voluntario sobre la cuota de leche para evitar la sobreproducción actual. De cara al comercio, se recomendó evitar los precios de dumping. ¿Supermercados de descuento sin márgenes? ¿Miles de ganaderos que acuerdan cuotas de leche con la industria lechera? No sería del todo realista.

No se trata solo de leche

Cuando se hable de leche, habría que pensar en algo más que leche. Los ganaderos aportan una parte pequeña del producto interior bruto, pero ninguna otra actividad marca tanto el paisaje, con sus infinitos campos y sus pequeñas explotaciones. El responsable es el campesino. La conservación del espacio rural es quizás uno de los grandes retos de los próximos años. Y la leche es solo una pequeña pieza.

Mantener las granjas es esencial. Cuidar el paisaje del que disfrutan los empleados y los funcionarios en su tiempo libre contribuye a aumentar el atractivo de una región. Los campesinos no deberían ser vistos solo como productores, sino también como cuidadores del paisaje. Para esto, hay programas europeos, pero no son suficientes. Se necesita más dinero, mucho más para que la agricultura no solo dependa del precio actual de la leche.

Más marketing

Los campesinos también podrían hacer algo. ¿Por qué son tan malos en marketing? ¿Por qué no explotan su leche como marca regional? Allí donde se ha intentado, han tenido éxito. El consumidor busca un vínculo con la región, pero pocas veces lo recibe. Y las asociaciones y escuelas de ganaderos deberían contribuir con más formación.

Esto no frenará el avance de las grandes granjas, pero abriría una oportunidad a la coexistencia. El que se vea como cuidador del paisaje, debería emprender este camino con ayudas estatales. El que quiera producir a bajo precio, apostar por grandes establos y mecerse al viento del mercado internacional, ¡adelante!. Para eso no sirven las ayudas estatales. Y los millones de euros que se aprobaron ahora para salir de la crisis no son otra cosa que el cuento de la lechera.