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Conferencia de Marrakech: ¡Trump no podrá detenernos!

18 de noviembre de 2016

Políticos, científicos, economistas, empresarios y ecologistas se unieron en Marrakech bajo el lema: Trump no podrá detener nuestra lucha contra el calentamiento global y por la reducción del uso de combustibles fósiles.

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Imagen: L. Osborne

China, el mayor emisor mundial de gases efecto invernadero, fue tenido por muchos años como un obstáculo que solo cedía si su enemigo ideológico en Washington también lo hacía. Las conferencias climáticas eran convertidas en peleas de intereses geopolíticos.

Hoy, tanto Pekín, como Brasil, Sudáfrica y la mayoría de los países europeos han reconocido que la lucha por menguar el cambio climático también les favorece, gracias, entre otros factores, a la reducción de los precios de la energía renovable y las decisiones de los inversionistas contra el carbón.

Trump, o no quiere o no entiende la seriedad del problema

Además, las consecuencias del cambio climático en los diferentes países son innegables. Muchos han comprendido que es más barato hacer algo rápidamente que tener que sufrir las consecuencias del calentamiento global más tarde. Sólo Donald Trump parece no haber entendido la gravedad del problema.

Así, el mundo avanza sin Washington. Ya veremos si Trump se retira del Tratado de París o de la Convención de 1992, sobre la que se basan todas las resoluciones del clima. Estados Unidos ha perdido, por el momento, su papel de impulsor.

Apenas en 2020 se empezarán a sentir los efectos del nuevo Acuerdo Climático y todos los países del mundo debieran hacer parte de esta empresa global. En algunos países pobres hay, a menudo, solo un puñado de funcionarios encargados de su implementación. Ahora que EE.UU. no asumirá la responsabilidad que tiene como país industrializado, Europa tendrá que asumir más liderazgo.

África da ejemplo…

Alemania ha comprendido su papel y aumentó su aporte financiero en 50 millones de euros. Pero mientras 45 Estados prometieron renunciar pronto al uso del carbón, el Gobierno alemán prevé hacerlo hasta la mitad de siglo.

Durante la conferencia, muchas delegaciones pudieron ver con sus propios ojos que Marruecos ya ha avanzado hacia el futuro de la generación de energía: en Ouarzazate, a 200 kilómetros al sur de de Marrakech, se está construyendo la mayor planta de energía solar térmica del mundo. De nuevo: no en Alemania, no en Estados Unidos, sino ¡en Marruecos!

África se salta en su desarrollo, la era industrial del uso de combustibles fósiles y pasa directamente al futuro solar. Con o sin Washington. Una buena política significa el reconocimiento, temprano o tardío, de la realidad.

Jens Thurau