Siria se encuentra al borde de una guerra civil. Los sangrientos enfrentamientos entre las fuerzas de Bashar al-Assad y los rebeldes han escalado visiblemente y ya han alcanzado la capital de Siria. En Damasco se suceden duros combates, tiroteos mortales y violentas explosiones. La espiral de violencia parece imparable.
En un año, desde los inicios de la sublevación popular contra el odiado régimen de Bashar al-Assad, han muerto más de 8000 personas. La población vive entre el miedo y el horror. Miles de sirios abandonan su país escapando de la creciente violencia, la pobreza y las insoportables condiciones de vida. Según informes de la ONU, más de 200.000 personas han perdido sus hogares.
Los refugiados tienen la esperanza de recibir ayuda en Líbano y en Turquía. En campamentos, el gobierno turco intenta proveer a las personas de las necesidades más básicas, poniéndose a sí mismo en apuros. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha mandado llamar a los funcionarios de su embajada y aconseja a sus compatriotas a abandonar Siria.
En cambio el gobierno de Bashar al-Assad intenta detener la huída en masa utilizando minas terrestres. A la vez, captura dos periodistas turcos como rehenes.
Kofi Annan, el enviado especial de la ONU, intenta por vía diplomática llegar a un acuerdo con Bashar al-Assad. Hasta ahora infructuosamente. Assad no admite un alto el fuego temporal, tampoco permite la llegada de ayuda humanitaria. Surge la pregunta, si aún es posible negociar una salida de paz. Incluso el ministro de Relaciones Exteriores ruso propone subir el tono y le exige a Bashar al-Assad apoyar la misión de paz impulsada por Kofi Annan. Pero por otro lado, continúa abasteciendo al gobierno de Assad con armas. También los rebeldes se están rearmando y reciben respaldo de Arabia Saudita. ¿Conducirá Bashar al-Assad a Siria a una guerra civil, guerra que sólo se podrá frenar con una intervención militar?
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