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Cuando viajar en el tiempo se convierte en "hobby"

Cornelia Kästner (ev)6 de diciembre de 2008

Si cualquier tiempo pasado no fue mejor, por lo menos para algunos sí que fue más atractivo. Las asociaciones históricas están en auge en Alemania. Reproducir cada detalle de la época preferida es casi una religión.

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La Edad Media es una de las épocas predilectas en el juego de la reproducción.Imagen: Marcus Porsch

Fanáticos de la historia. Auténticos inconformistas que son incapaces de satisfacer su afán por revivir tiempos pretéritos con la única ayuda de los libros, visionando algún documental o visitando las ruinas de algún escenario preñado de significado histórico. Necesitan más y hacen todo lo necesario para conseguirlo. Son miembros de asociaciones históricas que reproducen con un realismo sorprendente la vestimenta, las armas e incluso los códigos de conducta de sus épocas históricas preferidas.

Por ejemplo, en Alemania, donde son legión. Es el caso de la Hermandad de los Ascanios ("Askanier"), creada en homenaje a la antigua dinastía sajona de Ascania, que debe su nombre al castillo de Aschersleben, en el actual Estado federado de Sajonia-Anhalt. En su día, constituyeron una de las familias más importantes e influyentes de la Sajonia medieval. El grupo, que tiene su sede en Berlín, fue creado en 1999 y le debe su nombre a Alberto I, el Oso, fundador del linaje y artífice de la liberación de la Marca de Brandemburgo del Sacro Imperio Romano Germánico.

Hasta el mínimo detalle

Entre seis y ocho veces al año, los miembros de la Hermandad organizan campamentos en distintos puntos de Alemania. Claro está, siempre en algún enclave que le conceda al encuentro la atmósfera necesaria. Por ejemplo, un castillo. Como peces en el agua, los herederos de los Ascanios se olvidan por unas horas o días de su realidad cotidiana -hay desde carpinteros a estudiantes, pasando por médicos o funcionarios- y se dedican a preparar la contienda.

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Ciudando hasta el último detalle: comiendo como en la Edad Media.Imagen: Cornelia Kästner

Arcos, flechas, espadas, escudos, lanzas... las armas juegan un papel fundamental. Pero también los vestidos. No puede faltar ningún detalle. Entre otras cosas, porque la mayoría de las veces se dedican a exhibir sus dotes en el marco de fiestas medievales organizadas en cualquier rincón de Alemania. Dotes como las de combatir con la espada. Aunque alguno pueda resultar herido de vez en cuando, como explica el presidente de la Hermandad, Ulrich von Ende: "por lo menos una vez al año, tiene que venir una ambulancia para atender a un miembro".

Tampoco las mujeres se quieren perder el espectáculo. Aunque eso sí, con independencia del sexo, se trata de una afición cara, muy cara. Una buena reproducción de un traje de caballero medieval con todos sus accesorios cuesta varios miles de euros. Todo sea por hacer realidad el sueño. Otro de los miembros de la Hermandad, Siegfrud von Burgund, aclara: "no jugamos a la Edad Media, la vivimos".

Épocas para todos los gustos

Völkerschlacht
También las batallas entre franceses y prusianos se reviven en Alemania.Imagen: Holm Kresse

Claro que también hay fanáticos de la historia que prefieren no remontarse tan atrás en el tiempo para satisfacer sus fantasías. Es el caso de Michel Kothé, de Leipzig, cuya casa es un auténtico museo de la Batalla de las Naciones de 1813, que enfrentó al ejército prusiano con Napoleón Bonaparte. Libros, películas, soldados de estaño e incluso un campo de batalla a escala donde revivir la contienda.

En su caso, la afición le ha salido algo más económica. Para confeccionar un uniforme utilizó antiguos abrigos de los ferroviarios de la República Democrática Alemana (RDA). El color azul oscuro era el mismo que el de los trajes que llevaban los soldados prusianos. Incluso para los botones se las ingenió con monedas de 20 peniques.

Kothé y otros fanáticos de aquella época se reúnen de vez en cuando para reproducir las condiciones de la vida en el campamento de los soldados prusianos. Todo lo que no se ajuste a la realidad histórica está prohibido. En primer lugar, por supuesto, los celulares. También las botellas de plástico. Sólo unos sacos de dormir y, claro, agua limpia, porque tampoco no hay que exagerar.