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De la bacanal al carnaval

(ds/la/el)21 de febrero de 2009

Alemania se balancea por estos días al son del carnaval. Una fiesta que anualmente pone el mundo de cabeza en los bastiones carnavaleros y que tiene raíces históricas y culturales muy antiguas.

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Imagen: picture-alliance/ dpa

Carnaval, Fastnacht (noche de ayuno), Fashing: las diversas denominaciones apuntan a lo mismo: esta “quinta estación” del año, como se la llama en Alemania, es un tiempo de solaz y algarabía. Aunque tiene sellos regionales muy diferentes, en el ámbito de habla alemana designa sobre todo al período previo al ayuno que antecede a la Pascua de Resurrección.

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La parodia de los militares está muy presente en Colonia.Imagen: picture-alliance/ dpa

Mucho tiempo se ha discutido sobre la procedencia de la palabra carnaval y sobre si el origen de la celebración se remonta a ritos de fertilidad paganos, a costumbres de exorcismo o a fiestas romanas como las bacanales.

Sea como fuere, con el tiempo se fueron añadiendo influencias de patriotismo regional, a lo que en la región del Rin se sumó, tras la época napoleónica, la burla a las tropas de ocupación francesas de ese entonces.

Comilonas medievales

Las primeras informaciones registradas sobre el carnaval en el ámbito de habla alemana datan del siglo XIII. Ya en esa época la gente se daba sus gustos antes de comenzar el ayuno, consumiendo grandes cantidades de carne, queso, mantequilla y huevos. Estos “banquetes” también servían al propósito de acabar con las reservas de alimentos almacenadas durante el invierno.

Durante la alta Edad Media, por lo general se comía en casa. A partir del siglo XIII, se hizo cada vez más común disfrutar de estos banquetes públicamente, por lo menos en las ciudades.

Estas comilonas eran amenizadas con música, baile y espectáculos tradicionales. Los torneos, carreras y otras competiciones eran muy populares. Luego se pusieron de moda las presentaciones alegóricas.

La condena de la Iglesia

Karneval Baden-Württemberg
Las máscaras de Baden-Württemberg.Imagen: picture-alliance / Bildagentur Huber

Hasta fines del siglo XIV, el carnaval era una fiesta alegre en que la gente se divertía despreocupadamente. En el siglo XV las cosas cambiaron. De pronto, la Iglesia catalogó el carnaval de malo. Remitiéndose a la doctrina de los dos reinos, de San Agustín, los teólogos calificaron la celebración de atea y repudiable. Al margen del reino de Dios, se asociaba al carnaval con el reino del pagano Baco y del rey Nabucodonosor.

La demonización del carnaval por parte de la Iglesia se reflejó en máscaras y disfraces que se extendieron desdel el siglo XV. El diablo entró en escena, brujas, demonios, gente salvaje corría por las calles. Pero también había otros personajes: gitanos o moros. Además había animales: el oso y el cerdo simbolizaban la gula; el gallo y el macho cabrío, la lujuria; el asno, la flojera, y el dragón, la envidia.

Bufones y parodias

El carnaval tuvo una era de esplendor en los siglos XV y XVI. A partir de entonces también comenzaron a parodiarse acontecimientos del momento y de la vida cotidiana.

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La figura de Bush no falt� prᣴicamente nunca durante sus a�os de gobierno.Imagen: dpa

Con la flexibilización de los cánones valóricos de la Edad Media, el bufón, que pone en duda el orden imperante y se burla de todo, se transformó en la figura principal del carnaval. Con su especie de cetro coronado por una cabeza, su gorro de bufón y su traje de hilachas, tiene cierto paralelo con la figura del arlequín de la Comedia del Arte italiana.

La reforma y la ilustración marcaron una profunda cesura en las costumbres carnavalescas. Sólo con el romanticismo del siglo XIX renació el entusiasmo por las antiguas tradiciones y fiestas.

Después de la II Guerra Mundial, el carnaval tuvo un enorme auge en Alemania. Desde entonces, en los bastiones carnavalescos se festeja anualmente, ya sea como expresión la legítima mofa de la política en los desfiles con carros alegóricos y máscaras, ya sea como espectáculo de disfraces o como válvula para el alma.

Una vez al año, muchos quieren escapar de la rutina y dar rienda suelta al festejo, ocultos tras una máscara. Quizá el carnaval de nuestros días no esté tan lejos de las antiguas bacanales paganas...