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"El incendio", en una pareja

Eva Usi (RML)13 de febrero de 2015

El argentino Juan Schnitman estrenó su película en la Berlinale, que retrata un día en la vida de una joven pareja. Un thriller psicológico sobre una sociedad neurótica que está a punto de estallar.

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Fotograma de "El incendio".
Fotograma de "El incendio".Imagen: Berlinale

El espectador se convierte en el voyeur que irrumpe en la vivienda de una joven pareja en Buenos Aires a primera hora de la mañana. Los protagonistas se desperezan en la cama y a su alrededor se ven cajas regadas por todas partes. Comienzan el día colocándose bolsas pegadas al cuerpo que luego llenan con fajos de dinero en un depósito bancario. Es el efectivo para pagar la compra de una casa. Las cosas no salen como esperan y se ven obligados a posponer la compra por un día, lo que lleva su relación al límite.

El primer largometraje de ficción del realizador argentino fue aclamado durante su exhibición en la sección Panorama de la Berlinale. En conversación con DW, Juan Schnitman señala que su película aborda los problemas que tienen los jóvenes en Argentina.

DW: ¿Cómo llegó usted a este tema, al retrato de una pareja con una crisis en aumento?

Juan Schnitman: Todo lo que se ve, excepto en las escenas de violencia, son cosas que me han pasado a mí, a mis amigos o a la guionista con la que trabajamos. Es una pareja de treinta y pico de años con problemas de vivienda, con problemas de convivencia, que vive un desgaste natural. Nosotros tratamos de extremar esa situación para hacer una película con tensión y de fuerza creciente. Pero a partir de los problemas que tenemos todos: el acceso a la vivienda en Argentina, con casas carísimas, muy difíciles de comprar si no es con ayuda de los padres; pero esa ayuda también puede ser un conflicto, como en el caso de los personajes.

¿Y de ahí cómo se llega a la violencia?

Tengo la impresión de que el tejido social ya es muy fino y está un poco resquebrajado. Lo seguimos tensando como si nunca se fuera a romper. Lo que me interesó de la película fue ver esas grietas. La violencia aflora casi en todos lados. Quería explorar qué pasa dentro de la pareja cuando deja de ser un resguardo de la violencia externa que ocurre en los trabajos de ambos y en la sociedad en general, quería abordar eso; qué pasa cuando al interior de la pareja, que debía ser el lugar seguro, también hay violencia. Pero la violencia, de una manera aunque extraña o enferma, puede unir a los personajes. Encuentran un grado de fascinación, se dan cuenta de que tienen una atracción por la violencia y se empiezan a hacer cargo de eso.

El cineasta argentino Juan Schnitman.
El cineasta argentino Juan Schnitman.Imagen: DW/E. Usi

Eso se ve en una escena de sexo, que raya casi en lo sádico...

Entre adultos que consienten, todo es posible. En esa escena de sexo ellos encuentran algo que habían perdido en su relación. Lo encuentran de manera extraña y reaccionan de manera opuesta a ese encuentro. Lo cual genera un nuevo desencuentro, que tiene un desenlace en la película. Ella, que parece más atemorizada, se fascina por esa violencia, en cambio él le teme, su violencia es más externa, más física, hacia fuera, la de ella es más por debajo, más subrepticia.

Inicialmente uno se siente identificado con el personaje femenino cuando niega tener una crisis durante una consulta médica, pero a medida que va hablando surge la dimensión de la crisis que padece. Sin embargo a lo largo de la película el espectador se distancia de ella y se compadece del personaje masculino…

La guionista es una mujer. Tratamos de ser muy equilibrados en nuestro punto de vista. Trabajamos en esa inversión. Cuando empieza la película se ve a un hombre violento, y se piensa en la violencia de género. Pero esta pareja no funciona si no tiene esta dinámica. Sin embargo él no es un golpeador, ni ella es una víctima. Ella clava puñales terribles, cambia de opinión y lo vuelve loco. Después él inclusive tiene un poco más de conciencia de que están en un momento muy terrible y de que quiere cambiar.

Interesante el trabajo de encierro en esta vivienda donde transcurre buena parte de la película, debe haber tenido dificultades para filmarla...

Hicimos planos secuencia de cinco a seis minutos, teníamos que encontrar un departamento que fuera lo suficientemente chico para que resultara incómodo y necesitaran mudarse. Por otro lado el departamento les genera una incomodidad extra, pero es lo suficientemente grande para poder filmar una película en él. Tiene dos ambientes más que no se ven, están tapiados, detrás de ellos estuvimos filmando. En una falsa biblioteca estábamos escondidos con todo el equipo viendo los planos y en el otro estaba todo el equipo de filmación. Nos escondíamos detrás de una pared falsa para poder filmar los planos en donde se ve el departamento por completo a la vez. Trabajamos mucho con la directora de arte y de fotografía para que fuera un lugar hostil, feo. Ya está todo embalado, inclusive la mudanza que están por hacer es muy desorganizada porque tienen unas cajas tiradas por todos lados, todo es bastante caótico y acaba peor aún.

Schnitman: "Entre adultos que consienten, todo es posible."
Schnitman: "Entre adultos que consienten, todo es posible."Imagen: Berlinale

¿Hasta que punto este drama refleja la situación argentina?

Tenemos un problema de vivienda, además, luego me enteré de que eso de sacar un montón de dinero en efectivo y llevarlo encima para pagar una casa sólo lo hacemos nosotros y nadie más. Argentina está pasando por un momento un poco convulsionado, sin embargo yo no creo que la ruptura social sea exclusivo de nuestro país, es algo que está ocurriendo en todos lados a diferentes niveles.

De momento en Argentina el caso Nisman sigue muy presente. ¿Hasta que punto ese caso muestra que la realidad supera la fantasía?

Nosotros hablamos sobre el caso con mis amigos a nivel de ficción. ¡Es tan extraño el caso! Tengo un amigo que dice que es un caso en el que están involucrados los servicios de inteligencia actuales y de los 90 de Argentina, la CIA de ahora y de los 90, el Mossad de ahora y el de antes. El gobierno actual y el de Menem... Con todos esos elementos no hay manera de que algún día sepamos un diez por ciento de la verdad. No hay manera de que nadie vaya a averiguar nada de lo que sucedió ahí.

Rodeado de esas realidades, ¿en qué momento se encuentra el cine argentino hoy?

Desde hace muchos años está en una ebullición permanente. Hacemos una cantidad de películas que tiene poco que ver con la cantidad de habitantes que tenemos. En Argentina se producen oficialmente entre 150 y 200 películas por año, que tienen la participación del Instituto del Cine. También se producen muchísimas más por fuera. Esta es mi primera película que hago con el Instituto del Cine, antes hice tres por fuera. Con lo cual Argentina siempre está presente en los festivales. Es un buen momento para el cine, pero también en publicidad es uno de los países más creativos. A veces me sorprende. Brasil y México, que tienen cuatro veces la población de Argentina o más, producen menos de la mitad de películas.