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El repliegue del Estado de derecho

22 de marzo de 2018

En muchos países, el Estado de derecho se desdibuja hasta desaparecer por completo. La Fundación Bertelsmann puso la lupa sobre esta ominosa tendencia de alcance global y se percató de que también ha habido progresos.

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Polen Neuer Ministerpräsident Mateusz Morawiecki im Parlament
El nuevo primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, se dirige al Parlamento. (Archivo)Imagen: Getty Images/AFP/J. Skarzynski

La represión aumenta, las libertades políticas son restringidas, mandatarios elegidos democráticamente terminan gobernando autoritariamente. Estos son sólo algunos de los síntomas del repliegue del Estado de derecho en el mundo, una ominosa tendencia sobre la cual puso su lupa la Fundación Bertelsmann mientras preparaba su reporte Índice de Transformación. Los resultados de su estudio fueron presentados este jueves (22.3.2018).

Hace quince años, 2.300 millones de personas vivían bajo el yugo de autocracias; en 2017 eran 3.300 millones las sometidas por regímenes tiránicos. Afortunadamente, también ha habido avances: en 2003, 4.000 millones de personas vivían en democracias; esa cifra subió a 4.200 millones en 2017. No obstante, según la Fundación Bertelsmann, fueron sólo dos los países que dieron grandes pasos hacia la democracia: Sri Lanka y Burkina Faso.

La Fundación Bertelsmann expresa su optimismo con cautela al referirse a la república africana. Tras el golpe de Estado perpetrado en 2014 contra Blaise Compaoré, quien tenía muchos años llevando las riendas de Burkina Faso, tuvieron lugar elecciones presidenciales democráticas. El ganador fue el otrora primer ministro Roch Marc Christian Kaboré; su principal contendor reconoció su derrota inmediatamente.

Los ganadores: Burkina Faso y Sri Lanka

Aunque el sistema judicial sigue siendo débil en Burkina Faso, no se han denunciado detenciones arbitrarias ni casos de tortura desde el ascenso al poder de Kaboré. También en Sri Lanka se perciben progresos; su desarrollo democrático empezó en 2015 con la derrota del presidente Mahinda Rajapaksa, cuyo Gobierno llevaba una década entera encaminándose progresivamente hacia una autocracia.

No todo es ideal en la isla asiática, pero, a juicio de la Fundación Bertelsmann, la evolución de su sistema de Gobierno es digna de ser resaltada. Caso contrario es el de democracias como las de Brasil y Polonia, por ejemplo. La corrupción prevalente en Petrobras, la petrolera estatal del Estado sudamericano, alcanzó proporciones tan grandes que terminó por crear dos crisis simultáneas, una económica y una política.

Los perdedores: Brasil y Polonia

Numerosas figuras del Partido de los Trabajadores y del Movimiento Democrático Brasileño se vieron implicados en la trama "Lava Jato" y consiguieron que la clase política brasileña en pleno perdiera la poca credibilidad depositada en ella. En Polonia lo que se ha visto es un fenómeno que genera sentimientos encontrados. El partido de Gobierno, PiS, llegó al poder a través del voto popular; ese no es el problema.

Lo que preocupa a los analistas de la Fundación Bertelsmann es el éxito con que el nuevo Ejecutivo debilitó al tribunal constitucional, impuso su control sobre los medios públicos estatales y consumó una controvertida reforma del aparato administrativo. Aunque el Gobierno polaco cumplió buena parte de las promesas hechas durante la campaña electoral –sobre todo en el ámbito social–, las reformas en cuestión polarizan a su sociedad porque influyen negativamente sobre los estándares democráticos del país.

El Índice de Transformación de la Fundación Bertelsmann mide el desarrollo económico y político de 129 países industrializados y en vías de industrialización.

Autores: Katarzyna Domagala, Kersten Knipp, Dörte Köpp, Alexander Schossler, Hans Spross (ERC/VT)

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