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El “sherpa“: figura clave en toda cumbre

Bernd Riegert /Emilia Rojas17 de junio de 2013

Preparan las cumbres del G8 y negocian, pero nunca están en el foco de atención, aunque llevan la carga. Por eso se les suele llamar “sherpas”, como a los cargadores que acompañan a quienes escalan el Himalaya.

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Imagen: STR/AFP/GettyImages

Al comenzar de la cumbre del G8 en Lough Erne, en Irlanda del Norte, casi todo está ya aclarado, incluyendo la declaración final, salvo algunos detalles. Sólo un par de frases sobre la economía mundial y la política internacional son materia de discusión. La mayor parte del trabajo ya la han hecho los ocho “sherpas” que, en numerosas reuniones de grupos de trabajo, han elaborado por meses los temas, definidos en su mayoría por la presidencia británica del G8.

La canciller alemana, Angela Merkel, confía en su “sherpa”, Lars-Hendrik Röller. El economista e informático es desde hace dos años el hombre de Merkel en las cumbres del G8 y el G20, en las que también participan las potencias emergentes. Röller, un hombre reservado, de 54 años, viene de una universidad privada y no ha hecho la clásica carrera política. Como director de la Sección IV de “Economía y Finanzas” en la Cancillería, tiene acceso directo a la canciller. Ella recibe informes regularmente y traza las líneas gruesas para las negociaciones.

Lars-Hendrik Röller, el "Sherpa" de Merkel.
Lars-Hendrik Röller, el "Sherpa" de Merkel.Imagen: picture-alliance/dpa

Tras bambalinas

Los “sherpas” casi no aparecen en público. Las declaraciones ante las cámaras y micrófonos son mal vistas. Por eso, las fuentes con las que conversó la DW sobre su trabajo también quieren permanecer en el anonimato. El sigilo es algo propio del papel de los “sherpas” que, tratándose de asuntos de la economía mundial, suelen negociar incluso con mayor dureza que sus jefes. “Al fin y al cabo, debe quedar un poco de margen para hacer concesiones en la verdadera cumbre”, dice un diplomático conocedor de la materia, añadiendo que “cada uno tiene sus intereses nacionales y su caballito de batalla”. El premier británico, David Cameron, quien este año preside la ronda, tiene en la mira principalmente el comercio, la transparencia y los paraísos tributarios.

En la cumbre de Irlanda de Norte, los “sherpas” se sientan, como siempre, en segunda fila, detrás de sus jefes. Desde allí puede “decirles algunos datos al oído. Barack Obama elogió efusivamente a su “sherpa” Michael Froman cuando lo nombró representante de Comercio: “Fuimos juntos a la universidad. El era entonces mucho más inteligente que yo, y sigue siéndolo. En los últimos cuatro años fue mi adalid en las cumbres del G8 y el G20. Con frecuencia fue la fuerza motora en la organización de esas cumbres, en las que pudimos realizar tantas cosas”.

Negociadores claves, en la segunda fila.
Negociadores claves, en la segunda fila.Imagen: Reuters

Trampolín profesional

No todos los “sherpas” tienen una amistad tan estrecha con sus jefes. El canadiense, por ejemplo, fue reemplazado poco antes de la cumbre. En Japón, el “sherpa” depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y está lejos del primer ministro. En Alemania, en tanto, los esfuerzos de los “sherpas” suelen rendir frutos: los antecesores de Lars-Hendrik Röller han hecho carrera. Por ejemplo, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, fue “sherpa” de Angela Merkel, al igual que Jörg Asmussen, actual miembro del directorio del Banco Central Europeo. El ex-presidente federal Horst Köhler fue, por su parte, “sherpa” del canciller Helmut Kohl. Y la lista podría continuarse.

De reunión informal a mega-evento

El G8 no tiene un secretariado ni colaboradores fijos. Cada año un país diferente asume la presidencia y la organización de la cumbre. En 1975, los entonces gobernantes de Francia y Alemania, el presidente Valery Giscard d'Estaing y el canciller Helmut Schmidt, idearon encuentros informales para conversar sobre la economía con Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y Japón. En 1978 se sumó Canadá y, en 1988, Rusia. Así surgió el Grupo de los 8. Helmut Schmidt recordó en una conversación con el semanario Die Zeit, en 2007, que en un comienzo se trataba de encuentros privados. “Entretanto, desgraciadamente las cumbres se han transformado en eventos mediáticos, y los propios participantes tienen la culpa de ello”, dijo Schmidt.

Según el politólogo Hanns Maull, el revuelo no guarda proporción con la real importancia del G8. A juicio del profesor emérito, el G20, al que pertenecen también países como China, India y Brasil, ha cobrado mayor relevancia. No obstante, en el entorno de los “sherpas” se dice que “el G8 sirve, sobre todo, para coordinar las posturas de las grandes potencias industrializadas, antes de presentarlas en el círculo del G20”. Y eso, de por sí, hace que las cumbres del G8 sean imprescindibles.

Autor: Bernd Riegert /Emilia Rojas

Editor: Enrique López