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Cómo EE. UU. ve a Europa

23 de mayo de 2011

Dos años después de la primera visita europea de Barack Obama, el vínculo transatlántico sigue siendo sólido, explica Joseph Nye, profesor de la Universidad de Harvard y creador de la teoría del “Poder blando”.

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Joseph Nye, autor de "El futuro del poder".
Joseph Nye, autor de "El futuro del poder".Imagen: AP


Joseph Nye es uno de los pensadores más influyentes en la esfera de las relaciones internacionales. Es profesor distinguido de la Universidad de Harvard, y se desempeñó anteriormente como decano de la Kennedy School of Government de esa universidad. Nye es considerado el creador de la teoría del “Poder blando e inteligente”. Fue ministro de Defensa en EE. UU. de 1994 a 1995, bajo la presidencia de Bill Clinton y publicó varios libros. El último es “El futuro del poder”, que aparecerá a fines de este año.

El presidente Obama visitará la semana próxima Polonia, Gran Bretaña, Irlanda y Francia, casi exactamente dos años después de su primera visita a Europa como presidente de EE. UU., en mayo de 2009. ¿Cómo han evolucionado las relaciones transatlánticas en los dos primeros años de la presidencia de Obama?

Según mi opinión, se han mantenido estables. Es cierto que, en cuanto a la atención recibida, EE. UU. ha dirigido la mirada hacia el Cercano Oriente y Asia. Pero en cuanto a proximidad, amistad, inversiones e intereses profundos, es Europa quien nos resulta más cercana.

Hace tiempo que es usted miembro de la élite que maneja la política exterior en EE. UU. ¿Cuál es la impresión que se tiene de Europa en el entorno político de Washington y cómo ha cambiado su imagen en los últimos años?

Creo que la atención hacia Europa ha disminuido, pero eso puede ser, en algunos casos, también un hecho afortunado. La agenda de Hillary Clinton está llena de asuntos relacionados con el Cercano Oriente, pero no porque el Cercano Oriente nos parezca estupendo, sino porque allí cunden los problemas. En ese sentido, hace cinco o 10 años, la élite de política exterior le prestaba más atención a Europa. Ahora se le presta menos atención, pero eso no significa que Europa sea menos importante. Significa que en Europa hay asuntos menos urgentes que atender.

Una queja permanente de todos los gobiernos estadounidenses es que, en términos de política exterior, Europa no se expresa con una sola voz, por lo cual no tiene peso político, salvo en cuestiones financieras. Desde el punto de vista estadounidense, ¿ha cambiado algo en el área de política exterior de la Unión Europea, o es Libia una prueba más de que la UE es un gigante económico y un enano político?

Desde mi punto de vista, el nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior está ocupado con afirmarse como tal. Por eso, no creo que los miembros del Gobierno estadounidense puedan decir que hayan notado un cambio importante. Pero pienso que los estadounidenses sí aprecian que Gran Bretaña y Francia, entre otros, hayan asumido el liderazgo en la intervención militar en Libia. Tal vez no sea una misión oficial de la Unión Europea, pero sí una misión de los europeos. Y creo que eso es muy apreciado.

Quienes se preocupan por las relaciones transatlánticas, tanto en EE. UU. como en Europa, lamentan por lo general que las relaciones entre ambos socios no sean tan estrechas y estables como antes, y que los dos dirijan su mirada hacia Asia en busca de nuevas cooperaciones en lugar de tratar de mejorar los antiguos vínculos. ¿Son correctas esas apreciaciones? ¿Representan un peligro para el futuro?

Sí y no. En mi nuevo libro, “El futuro del poder”, explico que actualmente se están produciendo dos grandes desplazamientos de poder en el mundo. Uno de ellos es el de la economía, de Occidente hacia Oriente. El otro es un cambio de foco tanto en Occidentecomo en Oriente hacia actores políticos independientes. Y, como parte del primer cambio, un movimiento de Oeste a Este, es natural que los europeos y los estadounidenses dirijan su atención hacia los mercados asiáticos. En lo que respecta al segundo desplazamiento -que implica actividades transnacionales, desde el flujo financiero, pasando por el terrorismo, hasta el cambio climático y las pandemias- los EE. UU. y Europa deben trabajar en cooperación. Además, es importante remarcar que si Europa actúa como una unidad, como lo hace, por ejemplo, en el área financiera, la economía europea es aún mayor que la de EE. UU. y que la de China.

¿Qué recomendaría a los europeos y a la Unión Europea para elevar su influencia en asuntos no económicos?

Por un lado, la capacidad de colaborar con EE. UU., a lo que ayudarán las nuevas estructuras en la UE. Por otro lado, invertir en capacidades. Si Europa recorta en demasía los presupuestos de cooperación para el desarrollo, reduce su capacidad de influencia. Es decir, que hay cosas que Europa puede hacer para asegurar recursos que le permitirán ser el socio que EE. UU. necesita.

Muchos expertos en política opinan que el ascenso de China y de otros Estados BRICS tiene como consecuencia que la unidad transatlántica ya no sea suficiente para lograr el resultado deseado a nivel internacional. ¿Está de acuerdo con eso? ¿Qué significa esto para las relaciones entre Europa y EE. UU.?

El ascenso de países como China, India y Brasil significa que debemos integrarlos al proceso de toma de decisiones, y exactamente eso es lo que ocurrió al ampliarse el G8 al G20. Ambos, los europeos y los estadounidenses, deberán cooperar con esas potencias emergentes. Pero conviene recordar que EE. UU. y Europa tienen más poder que esos países. No se debería confundir la tasa de crecimiento con la magnitud total. En ese sentido, debemos colaborar con la integración de los países emergentes. Pero igual de importante es que los estadounidenses y los europeos disponen aún de gran potencial de influencia.

Entrevista: Michael Knigge (Cristina Papaleo)

Editor: Pablo Kummetz