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Felipe VI: una monarquía renovada

José A. Gayarre19 de junio de 2015

A un año de su entronización, Felipe VI mejora su imagen y la reputación de la monarquía. Pero para algunos no es suficiente y aún tiene pendientes otros retos en su cargo.

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Felipe VI, rey de España
Imagen: Reuters

“Una monarquía renovada para un tiempo nuevo”. Con estas palabras Felipe VI abrió su mandato en una ceremonia de proclamación histórica hace exactamente un año en Madrid. Con esta declaración de intenciones, la monarquía buscaba aire fresco como institución tras los escándalos de los últimos años.

Aun teniendo formación ejemplar para la regencia, el sucesor recibió una herencia difícil. No solo por cargar con la responsabilidad de regenerar la imagen de la institución como tal, sino también porque, al poco de entrar en el cargo, los vientos de cambio comenzaron a azotar el escenario político español con ciertos sectores dispuestos a cuestionarlo todo. Monarquía incluida.

¿Cercanía al pueblo?

Ante este escenario tan difícil Felipe supo, sin embargo, acercarse al pueblo durante este primer año de reinado. En la última encuesta publicada por el diario El País, el 81% de los españoles aprobaría su gestión en el cargo frente al 62% de hace un año. “Intentó buscar comunicación más directa con la sociedad. Es una forma de ejercer distinta a la de su padre y por ese lado ha ganado apoyos”, aclara Jürgen B. Donges, profesor emérito de la Universidad de Colonia y experto en España.

Dando ejemplo de la máxima con la que abrió su reinado, uno de los actos más comentados del monarca fue la sanción a su hermana Cristina, a quién revocó el título de duquesa por las acusaciones de delito fiscal. “Se comprometió a que la ley fuese igual para todos y no hubiese privilegios. Tampoco para su hermana. Con eso demostró que va en serio”, continúa Donges.

Pese a estos matices y la mejora en las encuestas, para otros su imagen no es tan cercana. Martin Dahms, corresponsal de prensa alemán en Madrid, considera que este acercamiento es insuficiente. “Hay grandes problemas sociales y parece que los reyes viven ajenos. Quizás tendrían que acercarse más a colectivos que sufren la crisis como los parados y los jóvenes”, opina Dahms.

Un tiempo nuevo y convulso

Además de la crisis de reputación y corrupción, en este año la institución tuvo que enfrentarse también a críticas desde sectores que cuestionaban su falta de legitimación en las urnas. Un debate que Donges califica de innecesario: “Sobre monarquía y república se puede discutir mucho, pero no veo una necesidad imperiosa de cambiar un sistema que funciona. Un monarca preparado que conecta con la sociedad es un gran activo”, aclara el experto.

Así lo muestran las encuestas, que ven en la monarquía una señal de estabilidad imparcial en un escenario político tan cambiante. En especial de cara a la deriva nacionalista de la periferia que ve a la institución como invasiva: “Aunque probablemente se esté haciendo un trabajo `subterráneo´ para mantener la unidad de España, la monarquía tiene poco margen. Para los nacionalistas personifica precisamente aquello contra lo que luchan”, aclara Dahms.

Pero conflictos internos aparte, la mejoría es patente respecto a la etapa anterior. También en el exterior. Como apunta Donges, “siempre tiene cierto atractivo. No solo de entre los países europeos, sino también de cara a los latinoamericanos”.