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Fiesta del abrazo: ¿para tocarnos mejor?

Cristina Papaleo18 de febrero de 2006

El contacto corporal parece ser un bien escaso en las sociedades del primer mundo. En Alemania sigue el auge de las “fiestas del abrazo”, donde se puede dar y recibir ternura por unos euros.

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Parece que hay que abrazarse más.Imagen: dpa

Tocar y ser tocado son necesarios para el bienestar físico y emocional del ser humano. Cuando somos niños, nos manejamos básicamente con el lenguaje corporal, y pasamos a la adultez enterrando cada vez más la sana costumbre de comunicarnos sin palabras, con expresiones de cariño, por medio de gestos, de las manos y demás partes del cuerpo. En la era de internet, y para contrarrestar las consecuencias de la sociedad virtual, florecen las “fiestas de la ternura”.

Reglas claras conservan la amistad

En las “fiestas del abrazo” se ofrece el contacto para los que tienen “hambre de piel”. Los participantes comienzan conectándose consigo mismos, luego con el suelo, y recién después con quienes lo rodean. Se exploran dedos, manos, cabezas. En esta "terapia de la ternura", algunos masajean, otros acarician, mientras hay quienes simplemente permanecen quietos. El intercambio energético toma lugar en un marco protegido, lo que parece satisfacer la búsqueda de muchos participantes.

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Las manos pueden obrar maravillas.Imagen: BilderBox

La “cuddle party” se hizo famosa hace unos años en Nueva York, en el departamento de un profesor de Judo, Reid Mihalko, y el fenómeno ya se extiende por varias ciudades europeas. En Alemania, los encuentros en Berlín, Hamburgo, Stuttgart o Colonia se realizan en habitaciones a media luz, donde los visitantes, vestidos con ropa cómoda y acostados en colchonetas, se comunican físicamente con los demás.

Durante las dos horas del encuentro las reglas son claras: el sexo es tabú, y cada quien decide si quiere ser tocado o no. Los “no” son tan aceptados como los “sí”, y un “quizás” debe expresarse como un “no”. Cada quien decide si luego de la reunión quiere seguir la experiencia en casa con otro participante. Si una situación se vuelve demasiado candente, los supervisores intervienen tocando una campana. La risa o el llanto son bienvenidos y hasta incentivados, ya que se trata de reacciones naturales.

La piel necesita piel

El predominio de la mente racional hace que olvidemos muchas veces la calidad humana por naturaleza del contacto físico con los demás. Y la sociedad nos impone ciertos tabúes según los cuales el tocar tiene connotaciones sexuales. Falsa premisa, que hace que cada vez más personas carezcan de los efectos benefactores de un abrazo o una caricia.

Zu groß zum Kuscheln
Para mimarse nunca es demasiado tarde.Imagen: AP

Algunos estudios probaron que la estimulación de la piel, el órgano más extenso del ser humano, reduce el nivel de cortisol, hormona responsable del estrés, mejorando el sistema inmunitario. Además, influye en el sistema nervioso parasimpático, normalizando la respiración y el ritmo cardíaco. Otras investigaciones hechas con bebés prematuros mostró que los que recibieron 15 minutos de contacto corporal diario crecían mejor y tenían más resistencia a las enfermedades, aún años después, que los que no lo recibieron.

La edad de los participantes va de los 20 a los 60 años. “Es muy raro que nos tengamos que encontrar para tocarnos, y, al mismo tiempo, una muestra de la pobreza afectiva de nuestra sociedad”, comenta Florian Pittner, estudiante de Socio-Pedagogía y organizador de las fiestas en Hamburgo, al semanario alemán Stern. Sheraz, un participante de 20 años, dice: “vengo porque las fiestas convencionales me parecen aburridas. La gente se tiene que llenar de alcohol para para mostrar sus sentimientos, de lo que luego se arrepiente”. Annika, de 33, opina que “en nuestra sociedad se habla demasiado”.

Erdmännchen beim Kuscheln
Imagen: dpa

Encontrarse con extraños para tocarse es moda. La falta de tiempo real para el encuentro fortuito o planeado con el otro, el miedo a relacionarse, los tabúes y el aislamiento han convertido a la ternura grupal, como a tantos otros fenómenos, en un rentable nicho de mercado. Que satisface, por cierto, los deseos de una parte de la población. Y ya se ofrecen hasta "maratones del abrazo" y un evento especial para los que estén solos en San Valentín.