¿Hecho en Italia? No por mucho tiempo
Italia tiene un gran reputación por sus artesanos, que crean manualmente obras maestras únicas en tiempos en los que la mayoría de los productos se fabrican de forma masiva. Su trabajo corre el riesgo de desaparecer.
¿Hecho en Italia? No por mucho tiempo
Italia tiene un gran reputación por sus artesanos, que crean manualmente obras maestras únicas. Sin embargo, su trabajo corre el riesgo de desaparecer. Negar Azhar Azari estudió joyería y grabado durante nueve años. Después abrió su propio taller y una galería. En la foto aparece mostrando una pieza grabada por ella misma.
Habilidades que se extinguen
El estudio de Negar Azhar Azari muestra piezas que la artista creó utilizando herramientas de grabado florentino llamadas “bollini”. Durante su etapa de aprendiz junto al maestro artesano Giuliano Ricchi aprendió diversas técnicas. Ahora está feliz de integrarse en siglos de tradición. Pero, para que los jóvenes puedan seguir los pasos de Azari, hacen falta inversiones públicas o privadas.
Tradiciones que desaparecen
Una máquina del taller de Giuliano Ricchi troquela sobre cobre un diseño grabado a mano. Las láminas se transforman después en cajas de pastillas, tarjeteros y otros elegantes objetos. Lamentablemente, Ricchi es uno de los últimos artesanos, pues los italianos ya no aprenden estas habilidades. Hasta un mes puede llevar crear una plancha como la de la imagen, algo que no se valora hoy día.
Cortante destreza
Estas tijeras tienen unos 40 años de antigüedad y son una herramienta esencial para la sastre Paola Gueli. Las heredó de su propio padre, que tenía 30 empleados en su taller. En los años 50, Italia albergaba unos cuatro millones de sastres. Hoy son solo 700.000, lo que sitúa este oficio en peligro de extinción.
Futuro incierto
A pesar de acumular un siglo de experiencia, Paola Gueli y su padre, Raffaele, tienen un futuo incierto. Actualmente, queda vacante uno de cada cinco puestos de trabajo ofrecidos por sastrerías. Quienes estudian el oficio en academias, sueñan con convertirse en grandes diseñadores, no en humildes sastres.
Manos de artesana
“Italia corre el riesgo de perder grandes manos”, dice Paola Gueli. “Las mías son pequeñas, pero, en realidad, son enormes. Por desgracia, no se nos valora. De hecho, se nos ignora”. Gueli cree que ni el Estado ni las asociaciones apoyan a los sastres con medidas como préstamos, apoyo logístico y trabajadores. Sus manos trabajan el paño con una finura que no logran las máquinas de coser.
Cocción peligrosa
El horneado también es artesanía, pero en Sicilia los hornos tradicionales tienen una preocupación más al margen de una posible extinción de su actividad: se las tienen que ver con la mafia. Los miembros horneadores de la familia D'Aloisi se negaron a ceder ante la presión para que alteraran sus productos y los criminales prendieron fuego a su negocio.
Amplio surtido
En el horno tradicional “Il Fornaio”, Michele D’Aloisi extiende semillas de sésamo sobre el pan. En Sicilia, estos negocios están cerrando víctimas de la crisis, la mafia y la tendencia a comprar el pan en el supermercado. Pero los horneadores esperan que esta rama de la artesanía italiana sea capaz de sobrevivir.