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Quema del Corán enciende el polvorín afgano

23 de febrero de 2012

Los disturbios desatados por la quema de ejemplares del Corán siguen cobrando vidas en Afganistán. Uno de los directores del Afganistan Analyst Network advierte que la situación podría quedar fuera de control.

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Fuerzas de seguridad acuden a controlar los disturbios ante una base de la OTAN en Yalalabad.
Fuerzas de seguridad acuden a controlar los disturbios ante una base de la OTAN en Yalalabad.Imagen: AP

Por tercer día consecutivo, miles de afganos enardecidos por la noticia de que soldados estadounidenses quemaron textos del Corán han salido a las calles al grito de “muera Estados Unidos”. Las disculpas que Barack Obama envió al presidente afgano, Hamid Karsai, no han aplacado los ánimos. Por el contrario, los disturbios se propagan y han cobrado por lo menos otras seis víctimas fatales. Dos soldados de Ia tropa internacional de ISAF fueron abatidos, mientras los talibanes juraron este jueves venganza y exhortaron a los efectivos del ejército afgano a desertar.

¿Cuán peligrosa puede llegar a ser la situación en un país en que la estabilidad y la seguridad son de por sí precarias? La emisora Deutschlandfunk conversó al respecto con Thomas Ruttig, uno de los directores del Afganistan Analyst Network, un instituto de ciencias políticas que también trabaja desde hace años en Kabul.

¿Qué revela este potencial de agresión que se ha desatado?

Thomas Ruttig, Co-Direktor des Afghan Analyst Network (AAN) in Kabul. kostenfreie Übernahme von der Stiftung Wissenschaft und Politik in Berlin.
Thomas Ruttig.Imagen: SWP Berlin

Ruttig: Esto dice mucho sobre la situación concreta en Afganistán, más de diez años después del inicio de la intervención internacional, que no ha sido precisamente muy exitosa. Los afganos son musulmanes; naturalmente no todos son radicales o extremistas. Pero la idea de que su libro sagrado sea quemado también es terrible para un musulmán común y corriente. Yo creo que en estas protestas hay espontaneidad, pero también hay gente que intenta sacar partido político de esto en Afganistán. En el Parlamento ha habido declaraciones bastante fuertes, también de parte de algunos parlamentarios que son conocidos por sus atropellos de los derechos humanos en el pasado y que están interesados en achacar a los extranjeros todo lo que anda mal en el país.

¿Es decir que las protestas no sólo obedecen a sentimientos religiosos heridos?

No solamente. Eso siempre se puede instrumentalizar. Pero el origen del problema se podría haber evitado fácilmente, si los libros no hubieran sido desechados de esa manera.

Semejantes protestas deben tener un mínimo de organización. ¿Quién está detrás de ellas? ¿Quién moviliza a las masas?

En Afganistán hay diversas posibilidades. Pienso que las protestas más pequeñas que se han producido fuera de Kabul, en las provincias, han surgido de manera espontánea, en las mezquitas. Basta con que la gente se reúna a orar y que converse al respecto para que luego salga a la calle. Pero, naturalmente, también es posible que mulás o políticos locales intenten organizar protestas para servir a sus propios intereses. Vemos que el asunto continúa. (…) Mis colegas en Kabul cuentan con que esto siga así todavía un par de días.

Eso solo puede significar que las manifestaciones efectivamente son organizadas. Eso ya no tiene nada que ver con espontaneidad…

Sí. Lo que ocurra en los próximos días tendrá que ver con organización. Pero, naturalmente, también los afganos que viven en otras provincias y que escuchan que se han producido protestas en Kabul y otros lugares se pueden sentir impulsados a seguir el ejemplo. Yo diría que hay una mezcla (de espontaneidad y organización).

¿Qué implican estos incidentes para los planes de retirada de las tropas occidentales de Afganistán?

Lo importante es que se saquen las conclusiones acertadas, tanto por parte de los estadounidenses como de los otros países que tienen tropas en Afganistán: hay que preparar adecuadamente a los soldados antes de enviarlos allí. Deben saber que es muy delicado meterse con cosas que tienen un contexto religioso. En realidad, yo suponía que eso ya debería ser así.

¿No tienen lugar cursos de capacitación?

Sí, pero evidentemente no todos los reciben. De lo contrario, ¿cómo puede suceder que a todas luces textos, cuyo carácter religioso es conocido, sean lanzados a la basura o quemados? Eso se puede hacer de otro modo. Si es verdad que en esos libros sagrados (los prisioneros) habían anotado mensajes, y que por eso no se quería que circularan, entonces habría que haberse desecho de ellos con medidas de precaución mucho mayores.

¿Hay, entonces, algo de estupidez en todo esto?

Pienso que una y otra vez nos vemos confrontados en Afganistán con la ignorancia de actores occidentales que no han comprendido hasta el día de hoy dónde se encuentran.

¿Cree Ud. que también otras tropas occidentales, además de las estadounidenses, podrían verse afectadas?

Sí. Y no sólo otras tropas occidentales, sino también otros extranjeros civiles -de los que hay gran cantidad en Afganistán-, porque muchos afganos ya no están dispuestos a diferenciar. La indignación es grande. Si en los próximos días se llevan a cabo protestas organizadas, no se sabe si el asunto podría quedar fuera de control, produciéndose nuevos disturbios en los que también podrían ser atacadas oficinas de organizaciones internacionales.

Autor: Jürgen Liminski /Emilia Rojas

Editor: Pablo Kummetz