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Krefeld: la ruta de la seda a orillas del Rin

24 de agosto de 2010

La seda es el tejido de los sueños. Está asociado con gloria y belleza, e incluso erotismo. Da calor cuando hace frío y enfría cuando hace calor. ¿Cuál es su secreto? Y… ¿cuál su vínculo con la ciudad alemana de Krefeld?

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Günther Oehm, uno de los últimos tejedores que todavía sabe utilizar las máquinas.Imagen: DW

La base de su textura son los capullos de una oruga. La seda se produjo originariamente en Asia, pero más tarde también en el Mediterráneo. Un capullo tiene el tamaño de un pulgar y se puede utilizar para un hilo de hasta 3.000 metros de longitud. Los hilos son la base de todo tejido de seda.

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Colores brillantes en la Casa de la Cultura de seda.Imagen: DW

Pero ¿cómo llegó la seda hasta Occidente? Y... ¿cómo a orillas del Rin, al norte de Colonia y Düsseldorf?

Del Reino del Centro al bajo Rin

El comercio a distancia con la seda china empezó a partir del primer siglo. La ruta de la seda empero se estableció desde el siglo II, un comercio cada vez más complejo y movido. La ruta cruzaba lo que hoy conocemos como Uzbekistán, Irán y Afganistán y ha cambiado junto con la política de sus respectivos países.

El contrabando con orugas y capullos de seda podía costar la vida en la China de viejos tiempos. Pero sucedió que dos monjes persas lograron sacar de China un cargamento de orugas a mediados del siglo VI. El destinatario: el emperador de Roma del Este en Constantinopla. Así fue como algunas regiones de Europa del sur se convirtieron en depósitos de seda y sus colorantes. Lucca, un pueblo de la Toscana italiana, fue uno de ellos.

Por último, en el siglo XVII, la seda llegó a Krefeld, gracias a la inmigración de familias mennonitas, una vertiente de protestantes. Su trabajo con tan innovadora materia prima hizo de la emergente ciudad de Krefeld un centro reconocido internacionalmente.

Talleres familiares: comienzo de la riqueza

La producción de veludo y seda se realizaba en pequeñas tejedurías, donde los tejedores trabajaban hasta doce horas por día, cada rayo de luz debía ser utilizado. El trabajo era arduo y, a menudo, las mujeres y los niños de las familias de tejedores tenían que ayudar en la producción.

De esos pequeños talleres familiares surgieron luego las grandes fábricas de seda. El bienestar y la influencia de la ciudad crecieron a la par con el poderío de los mennonitas fabricantes de seda. Durante los siglos XVIII y XIX los nuevos ricos invirtieron en el progreso de la ciudad y Krefeld avanzó hasta llegar a ser la ciudad prusiana más rica de la época manteniendo el monopolio textil y de la seda. Entre los más conocidos clientes estaban el emperador prusiano Friedrich II y Napoleón.

Haus Sollbrüggen
La casa "Sollbrüggen" construida por un tejedor de seda en estilo clasicista.Imagen: DW

"China nos dejó atrás"

Hoy, el mercado chino ha desbancado la producción de seda de Krefeld. Solo la fábrica de corbatas Güsken, con más de cien años en el mercado, produce aún corbatas de seda de alta calidad. "Nosotros todavía producimos 15.000 corbatas por día. Antes fabricábamos cerca de 50.000 en el mismo tiempo", dijo Cornel Güsken, gerente de la empresa, a DEUTSCHE WELLE.

La firma Versidag, resultado de la fusión de varias antiguas fábricas de seda de Krefeld, aún goza de gran reputación. Recientemente, produjo por encargo exclusivo, los techos de los estadios de fútbol Johannesburgo y Ciudad del Cabo, con motivo de la Copa Mundial de Fútbol 2010.

Tampoco los prelados han olvidado la alta calidad de los productos de seda de Krefeld. Se dice que hasta el arzobispo de Colonia los utiliza en sus hábitos ceremoniales. "Todo un honor", como Dieter Brenner, confiesa. Brenner es el jefe de relaciones públicas de la Casa de la Cultura de Krefeld.

Krefeld aprovecha hoy su "pasado de seda" como un atracción turística de la ciudad. No en vano su lema reza: "Krefeld, una ciudad tan suave como la seda".

Autoras: Steffi Waldschmidt / Thekla Bartels

Editor: José Ospina-Valencia