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La novena huelga ferroviaria: ¡Ya basta!

Alexander Kudascheff (ERC/ERS)20 de mayo de 2015

“¡No, gracias!”, le dice Alexander Kudascheff, jefe de redacción de DW, a la huelga ferroviaria que paraliza actualmente a Alemania; la novena que organiza el sindicato germano de los maquinistas de locomotoras (GDL).

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Imagen: Reuters/W. Rattay

No, gracias. Ya es suficiente. No puede ser que Alemania se vea paralizada de nuevo por otra huelga de trenes organizada por el GDL. No puede ser que tenga lugar otra huelga ferroviaria que nosotros, los ciudadanos comunes, no entendemos, sólo porque ese pequeño sindicato de maquinistas de locomotoras se toma a sí mismo demasiado en serio.

Una simple lucha de poder

Lo que se busca con esta huelga no es aumentar las ganancias de los maquinistas, ni mejorar sus condiciones de trabajo, ni optimizar sus contratos para asegurarles una jubilación sin sobresaltos. Esta huelga gira en torno a una sola cosa: a las aspiraciones de poder de un pequeño sindicato presidido por un hombre con ínfulas seudorevolucionarias.

El paro gira en torno a su sindicato, a su persona, a sus prerrogativas, a sus pretensiones. Él nos muestra el puño cerrado tanto a Deutsche Bahn, la principal empresa ferroviaria de Alemania, como a nosotros, los ciudadanos. Sí, todas las locomotoras se han detenido, pero con ello no se está honrando el derecho a protestar mediante una huelga.

Alexander Kudascheff, jefe de redacción de DW.
Alexander Kudascheff, jefe de redacción de DW.Imagen: DW/M. Müller

El paro del GDL no tiene nada que ver con la suspensión de actividades en los jardines de infancia, ni con el clamor por más justicia social, ni mucho menos con la lidia para que la sociedad sea más humana o para mejorar la situación de los maquinistas. Esta huelga sólo consigue que algunos se sientan realizados a costa del resto de la ciudadanía.

Ninguna disposición a llegar a compromisos

Los ciudadanos están pagando las consecuencias porque… pues, porque el GDL así lo quiere. Y es que hasta ahora el sindicato de maquinistas no ha sondeado las posibilidades de llegar a acuerdos. El GDL no ha mostrado verdaderos indicios de estar dispuesto a dialogar. En su lugar, un sindicalista testarudo se hace cargo de las negociaciones y profana la legitimidad del derecho a la huelga.

Se ha abusado de la paciencia del ciudadano; y digo paciencia porque no se puede hablar de comprensión. De hecho, hasta los liberales más fundamentalistas han terminado convencidos de que lo mejor sería convertir de nuevo a Deutsche Bahn en una empresa estatal puesta en marcha exclusivamente por funcionarios públicos. Un gran logro para un sindicato…

Si ese escenario se consumara, los maquinistas, transformados en funcionarios del Estado, podrían conducir trenes en lugar de hacer huelga.