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La respuesta correcta

Bernd Riegert /ERS30 de julio de 2014

Nadie sabe si las sanciones contra Rusia tendrán el efecto deseado. Pero la Unión Europea por lo menos debe intentarlo, en opinión de Bernd Riegert.

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Imagen: picture-alliance/dpa

¡Por fin! Se ha dado el paso. Tras meses de titubear, la Unión Europea ha dado curso a sanciones potencialmente eficaces. A los 28 países miembros no les fue fácil acordar una posición mancomunada, porque cada uno tiene y debe tener sus propios intereses en la mira. Pero ahora se logró un consenso. Y eso ya es positivo. Si la UE no hubiera actuado, habría perdido su credibilidad. Tras todos los anuncios y amenazas dirigidos a Moscú, tenía que haber un pronunciamiento claro.

El presidente ruso juega arriesgadamente y, pese a la trágica muerte de las casi 300 personas que iban a bordo del avión que se estrelló en el este de Ucrania, no hizo entrar en vereda a la soldadesca rebelde a la que había soltado las riendas. La UE ya no podía actuar de otra forma. Aceptó la ocupación de Crimea. Observó cómo el levantamiento armado en el este de Ucrania deriva en una especie de guerra civil. Permitió que Moscú la humillara. Hizo múltiples propuestas diplomáticas a Vladimir Putin. Pero solo el derribo del vuelo MH17 llevó a la convicción de que ya basta.

Nadie puede predecir con certeza si las sanciones económicas tendrán el efecto deseado e inducirán al presidente ruso a recapacitar. Pero tomará mucho tiempo. La economía rusa sufrirá y quizás se producirá una recesión; pero probablemente Putin podrá resistir más tiempo del que puede desear Occidente. La población parece respaldarlo. ¿Lo apoyarán también los oligarcas cuando vean que comienzan a resquebrajarse sus fortunas? Desgraciadamente la UE evitó decirles a sus ciudadanos que las sanciones también tendrán un costo para ellos. En el peor de los casos, un Putin acorralado podría cerrar el grifo del suministro de energía de Rusia a Europa.

Curiosamente, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE dejaron la resolución en manos de sus silenciosos embajadores. No hubo declaraciones públicas ante las cámaras, ni nada. La UE organiza entretanto cumbres extraordinarias por los más diversos motivos, pero no para este drástico ataque político contra Moscú. Es un desastre en materia de relaciones públicas. Peor no puede venderse a la opinión pública la política de la UE.

Los europeos y Estados Unidos vuelven a actuar de modo sincronizado en lo que respecta a las sanciones. La UE se ha acercado a la postura tácitamente más dura de la Casa Blanca. Y eso está bien, ya que solo una comunidad cohesionada podría quizás impresionar todavía a Putin. No obstante, él tiene todavía otras opciones. No está tan aislado como quizás desearía la UE: China y otros países emergentes como Brasil, India y Sudáfrica, coquetean con el autocrático gobernante del Kremlin. Eso pudo verse hace poco en la cumbre de los BRICS en Brasil. A largo plazo, Rusia podría no seguir vendiendo su energía a Europa, e importar sus maquinarias desde China.

Bernd Riegert
Bernd Riegert.

La UE ha dado el primer paso hacia una espiral de sanciones. Era inevitable. Ahora debe apelar con suma rapidez a otros países, para evitar que bancos de Asia o Latinoamérica soslayen las sanciones. El objetivo de la UE debe seguir siendo aplacar los apetitos imperialistas rusos, volver a pacificar Ucrania y resguardar el amenazado orden de paz en Europa. Con las sanciones, la UE desenfundó su arma política más poderosa. Ahora, Rusia tiene la opción: escalada o marcha atrás.