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La venganza según Spielberg

Mirra Banchón26 de enero de 2006

Si en Estados Unidos e Israel, la película Múnich de Steven Spielberg ha causado indignación, en Alemania el dejar abierto el cuestionamiento a responder con violencia al terrorismo no ha caído mal.

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Cartel de la película Múnich, de Steven Spielberg

El 5 de septiembre de 1972, cuando el comando palestino Septiembre Negro secuestra y asesina a 11 atletas israelíes enlutando los Juegos Olímpicos de Múnich da comienzo la acción de la última película de Steven Spielberg. Pero ésta no se trata del atentado a las Olimpiadas, sino de una historia de ficción. Cinco agentes israelíes del Mossad reciben la orden de asesinar a los autores intelectuales del atentado, palestinos.

La ambivalencia

"Colocando a sus actores en un mundo de sombras que se extiende por París, Londres y Atenas, describe un submundo paralelo a la realidad política en donde la venta de información, los ataques por la espalda y la falta de moral borran las fronteras entre el bien y el mal y en donde sólo se trata de la supervivencia. A más tardar cuando los asesinos israelíes caen en cuenta de que la justificación de sus hechos no se halla en una superioridad moral, el observador entra al remolino de la ambivalencia", comenta Der Spiegel, que cataloga de injustificado el ataque a la película más ambiciosa y valiente del "rey Midas" del cine.

Seres humanos

"Múnich cuestiona hacia dónde conduce el terror si la violencia se combate con violencia. El ataque a la película es injustificado", según Der Spiegel, que publica una entrevista con Steven Spielberg, justo el día de su estreno en Alemania. En ella, Spielberg niega que su película dé un trato demasiado humano a los integrantes del comando que secuestró a los miembros del equipo israelí, pues, en su opinión, tratar de entender a los terroristas no significa justificarlos, tampoco perdonarlos ni ablandarse.

¿Existe la respuesta adecuada?

En Alemania la película levantó olas mucho antes de que se estrenara en las salas de cine del país, pero de manera diferente. No es la indignación la que cunde en los medios; más bien el apuntalamiento de la reflexión subyacente a la ficción, con toques de documental, de este mago del cine: ¿responder al terror con terror? Spielberg no da respuestas, coinciden algunos críticos, sólo cuestiona. Y probablemente eso sea lo que disgusta en Estados Unidos e Israel.

Ficción verosimil

Spielberg defiende la credibilidad del libro de George Jonas, de 1984, en que está basado su film, frente a las múltiples críticas recibidas de expertos en Oriente Medio que lo consideran inverosímil. "Creo en su autenticidad. En caso contrario no hubiera hecho esa película", sostiene el director.

El estilo visual de la película y la presentación del complejo tema en forma de abanico hace que parezca una producción europea, se lee en el diario Frankfurter Rundschau. Spielberg redondea en esta película, un estilo que ya se anunciaba en La Lista de Schindler. La diferencia es que en ésta, la ausencia del baño dulce al final aporta a la perplejidad. Con ello, Spielberg remite al sentimiento que sigue reinando frente al conflicto en Oriente Medio.