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Medios

Las falsas noticias en América Latina, un debate rezagado

Diego González
9 de enero de 2017

El reciente triunfo de Donald Trump reabrió el debate sobre la difusión de noticias falsas en Estados Unidos y Europa. ¿Qué anticuerpos tiene Latinoamérica para este problema?

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Symbolbild Facebook - Datenschutz & Gewalt & Hass & Fake News
Imagen: picture-alliance/chromorange/R. Peters

La construcción de tendencias de opinión a través de argumentos falsos no es nueva. La historia está repleta de rumores –o incluso falsedades– que se difunden como verdades y que tienen luego consecuencias drásticas, desde el incendio del Parlamento alemán en 1933 que Hitler manipuló a su favor al atribuírselo a los comunistas o del Gran Miedo que antecedió a la Revolución francesa. Sin embargo, hoy la tecnología permite una gran paradoja; mientras el acceso a la información se democratiza, las noticias falsas viven su propio boom. Así, más información no conduciría necesariamente a más verdad.

De hecho, en Alemania los jefes parlamentarios de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) se manifestaron a favor de la elaboración de nuevas leyes para frenar las falsas noticias que se difunden en las redes. Facebook y Google también anunciaron medidas en ese sentido.

Incluso surgen iniciativas en la sociedad civil como plataformas colectivas para detener el impacto que este tipo de noticias puedan tener en el desarrollo democrático de estos países.

Sin embargo, en América Latina el debate todavía parece algo rezagado.

Una red para las redes

Según el profesor de Medios y Asuntos Públicos en la Universidad George Washington, Silvio Waisbord, la explicación radica en que "a diferencia del periodismo en los Estados Unidos, al periodismo latinoamericano este tipo de problemas no le quita el sueño. No hay interés de grupos profesionales para movilizarse o poner presión en este sentido. Ni la sociedad civil, ni los periodistas ni los gobiernos tienen incentivos en dar este debate ya que hay otro tipo de prioridades".

No obstante, recientemente Facebook implementó nuevas medidas piloto para reportar noticias falsas. El mecanismo consiste en que cualquier usuario puede denunciar un contenido que juzgue malicioso. El artículo entonces pasará por el filtro de la "red internacional de chequeo de datos" (IFCN, por sus siglas en inglés), un consejo conformado por diferentes medios y organizaciones que nació al margen de Facebook y que ahora determinará la veracidad o no de la información.

En esta red hay varios miembros de la región como El Mercurio de Chile, Chequeado.com de Argentina, Ojo Público de Perú, colombiacheck.com de Colombia, Uycheck.com de Uruguay, El Deber de Bolivia, gkillcity.com de Ecuador, entre otros. 

Viejos métodos

En el caso argentino, la oposición denuncia que el gobierno, concretamente desde el despacho del jefe de gabinete Marcos Peña, utiliza cuentas falsas para intervenir en los debates, orientar las discusiones y generar tendencia en las redes sociales.

Symbolbild Facebook - Datenschutz & Gewalt & Hass & Fake News
Imagen: picture-alliance/chromorange/R. Peters

Según el especialista, este tipo de operaciones tienen otro tipo de matriz: "En América Latina tanto la derecha como la izquierda han usado el acoso digital. No son noticias concretas, sino que se trata de informaciones incitadas y movilizadas por los gobiernos", diferencia. Se trata, asegura, de un fenómeno diferente, aunque tenga su punto de comparación.

"En nuestro continente se sigue utilizando la vieja técnica de pagar a pseudo periodistas o sitios para crear corrientes de opinión. Hay una lógica que tiene más que ver con la propaganda tradicional de gobierno que con la difusión de noticias falsas", añade Waisbord.

Otro punto a tener en cuenta en este debate radica en el tipo de consumo de la información por parte de los usuarios: "Las noticias, ya sean verdaderas o falsas, sirven para reforzar las opiniones preexistentes. La gente se comunica o informa no para cambiar, sino para reforzar lo que piensa", analiza Waisbord desde Washington. Y en este juego, las redes sociales se encargarían de potenciar este mecanismo que opera como un sistema cerrado.

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