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Löw: ¿Se queda o se va?

14 de julio de 2010

La afición alemana aún no sabe si el término del Mundial Sudáfrica 2010 significa también el fin de una era en su fútbol. El entrenador Joachim Löw aún no decide si continuará al frente de la selección.

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Joachim Löw: todos quieren que se quede.Imagen: AP

A lo largo del evento en el que el equipo alemán conquistó el tercer lugar la pregunta surgió una y otra vez: señor Löw, ¿se queda o se va? El entrenador se negó a contestarla, no dijo si seguiría ocupando el cargo, tampoco anunció que lo abandonaría, escasamente se limitó a señalar que necesitaba “tiempo para descansar, ordenar su cabeza y pensar” sobre su futuro; en la última conferencia de prensa en Sudáfrica, el mismo día que el equipo nacional emprendió su regreso al país, las cosas no cambiaron, su mensaje se mantuvo pese a la insistencia de los periodistas, el respaldo de los jugadores, la estimación de los hinchas, la condecoración con la Cruz al Mérito otorgada por el Jefe de Estado de Alemania, y el explicito deseo de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) de renovarle el contrato hasta la Eurocopa del 2012.

Relaciones tensas

La indecisión de Löw, a cuya continuidad nadie se opondría, tiene sus orígenes en la complicada relación que reina entre su equipo de trabajo y las directivas de la DFB; entre ambas partes, pero en especial del lado del entrenador, existe una profunda desconfianza que nació a principios de este año y se profundizó durante el Mundial de Sudáfrica.

Symbolbild DFB - Löw Bierhoff Zwanziger
Oliver Bierhoff , Theo Zwanziger y Joachim Löw.Imagen: picture-alliance/dpa

El papel protagónico en esta compleja situación lo tiene el presidente de la Federación Alemana de Fútbol, Theo Zwanziger, quien fue el encargado de poner en primera instancia a Löw contra la espada y la pared cuando a principios del 2010 anunció que el entrenador había aceptado firmar un nuevo contrato que garantizaba su permanencia en el cargo más allá del Mundial. “Tenemos un acuerdo que sellamos con un apretón de manos” declaró Zwanziger en tono triunfal.

Lo cierto es que, según desmentiría luego Löw, el acuerdo se limitaba a la voluntad de negociar, no se trataba de un compromiso formal sino de la expresión de un deseo de ambas partes de seguir trabajando juntos. El cuerpo técnico sería luego sorprendido con un contrato prefabricado que no había sido discutido, y un ultimátum conminándolos a firmarlo en un término de 48 horas; paralelamente la prensa amarilla recibía información detallada sobre las exigencias financieras y de competencias deportivas presentadas por Löw y su equipo de colaboradores para renovar su vínculo laboral.

Paz obligada

La filtración de las aspiraciones contractuales de Löw lo hicieron lucir como un hombre codicioso y hambriento de poder ante la opinión pública; en su defensa el entrenador reveló también a los medios de comunicación las condiciones casi de “extorsión” con los que la DFB procuraba obtener su firma en el contrato de trabajo. Las dos partes involucradas quedaron muy mal paradas y ante la inminencia del Mundial acordaron hacer las paces y viajar al torneo sin un acuerdo formal sobre lo que pasaría después del mismo, cuando volverían a sentarse a la mesa para discutir el tema.

Pero conforme se fueron dando los resultados positivos en Sudáfrica, entre más admiración despertaba la selección alemana internacionalmente, más latente surgía el tema del contrato y mas prisa corría por definirlo de una vez por todas; después de la derrota ante España un titular de primera página del diario Bild entregó la respuesta: “Jogi sigue”. Otra vez la filtración de información a la prensa –más basada en los deseos de la DFB que en la realidad- puso a Löw contra la pared, pero en esta ocasión el entrenador reaccionó más rápidamente y en cuestión de horas desmintió la noticia.

Ese tipo de indiscreciones sin fundamento, más la crítica del presidente de la Liga de Fútbol Profesional (DFL), Reinhard Rauball, quien denunció que es peligrosa la tendencia de la selección de “independizarse estableciéndose como una columna más de la organización institucional”, son ejemplares para explicar el titubeo de Löw antes de aceptar dirigir la selección en su ruta a la Eurocopa 2012. El entrenador aún no tiene certeza sobre la verdadera dimensión del respaldo con que su tarea cuenta entre las directivas administrativas del fútbol alemán.

El dinero no es problema

El aspecto financiero no debe ser un obstáculo para la continuidad de Joachim Löw, voces tan poderosas como la de Karl–Heinz Rummenigge y Uli Hoeness, directivos del Bayern Múnich, se han pronunciado a favor de un significativo aumento salarial para el entrenador y todos sus colaboradores; a ellos se han sumado otras personalidades de peso en la Bundesliga. Todos coinciden en que Löw debe mantenerse en el cargo ganando entre uno y dos millones de euro más al año, lo cual es aún mucho menos que lo que reciben otros grandes entrenadores nacionales como Fabio Capello en Inglaterra.

Pero mientras Löw se toma su tiempo meditando sobre su posible continuidad durante las vacaciones que pasa con su familia en casa, Alemania, que recibiría complacida que el actual entrenador aceptara seguir conduciendo a la selección, se prepara para una eventual negativa. Como posibles sucesores se mencionan los nombres de Matthias Sammer, director deportivo de la DFB; Ottmar Hitzfeld, entrenador de Suiza y ex entrenador del Bayern y Dortmund, equipos con los que conquistó la Champions League; Horst Hrubesch, campeón de Europa con las selecciones juveniles; Jürgen Klopp, el más prometedor entrenador joven de la Bundesliga; Felix Magath, campeón alemán con Bayern y Wolfsburgo, hoy en Schalke; y el holandés Louis van Gaal, actual conductor del club de Múnich, quien no ha ocultado su deseo de asumir alguna vez la posición de entrenador de Alemania.

Autor: Daniel Martínez

Editora: Emilia Rojas