1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

México votó por la estabilidad

Uta Thofern (JC/ELM)8 de junio de 2015

La coalición gobernante en México ha sido claramente ratificada. A pesar de ello, Peña Nieto no debería entender el resultado como una invitación a seguir como hasta ahora, dice Uta Thofern.

https://p.dw.com/p/1FdN7
Imagen: Getty Images/AFP/A. Estrella

Una participación relativamente alta y un resultado claro. Estas elecciones han sido, en primer lugar, una victoria de la democracia en México. Algo que no era necesariamente lo esperado, sobre todo después de la sangrienta y en ocasiones sucia campaña marcada por narcoasesinatos, violentas protestas y llamados al boicot electoral.

En segundo lugar, el resultado ha supuesto una clara victoria para un Enrique Peña Nieto que podrá continuar con su política de reformas, a pesar de que hace ya tiempo que perdió el apoyo de la oposición.

La tercera noticia es el éxito cosechado por los candidatos independientes y el ascenso de partidos más pequeños, que demuestran que el panorama político mexicano está en movimiento. Mientras que, por un lado, es signo de una democracia vibrante, por el otro define una gran insatisfacción por parte de la población.

En cuarto lugar aparece la inquietud. Y es que en algunos de los estados más pobres del suroeste del país, los votantes que consiguieron acudir a la llamada de las urnas sólo pudieron hacerlo bajo protección militar. De hecho, durante el propio día de las elecciones, un expolítico fue tiroteado y pasó a engrosar la lista que, junto a otra docena de víctimas, perdieron la vida en México el pasado fin de semana. Numerosos manifestantes enmascarados irrumpieron en los centros de votación, hicieron hogueras con las papeletas y demostraron por qué el 90 por ciento de los mexicanos encuestados no confía en la política. Lo que demuestra, claramente, lo frágil que es aún esta democracia y lo grande que es el círculo de aquellos que se sienten excluidos.

Deutsche Welle Uta Thofern
Uta Thofern, jefa de la redacción latinoamericana de DW.Imagen: Bettina Volke Fotografie

El presidente Peña Nieto ha logrado que el país avance en muchos sectores. Sus reformas económicas y educativas están orientadas en la dirección correcta. En la lucha contra la delincuencia relacionada con las drogas, la violencia y la corrupción, al igual que sus predecesores, ha avanzado poco.

Las reformas en materia policial y judicial, diseñadas para acabar con la “impunidad”, han sido impulsadas pero, como tantas otras cosas, lejos de ser implementadas se han quedado enredadas en la maraña de poderes del Estado Federal de México. El ala radical del sindicato de maestros ha sido capaz de parar el núcleo de las reformas educativas y, de este modo, ha demostrado que el gobierno está abierto al chantaje. Sin olvidar que aún pesan acusaciones de corrupción sobre el propio Peña Nieto.

Bajo estas circunstancias, no es de extrañar que aún resulte difícil crear nueva confianza. Aún lo es más, si tenemos en cuenta que este presidente no ha sido capaz de mostrar compasión o simpatía por sus compatriotas más pobres y necesitados.

La gestión de la emblemática desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa es, para muchos mexicanos, evidencia de la arrogancia de la clase política. Los defensores de las víctimas consideran que, en lugar del gobierno, ha sido el sindicato de maestros quien ha demostrado su compromiso con la protección de los ciudadanos. A través de violentas protestas, el sindicato dejó claro su desprecio hacia la democracia.

En la segunda mitad de su mandato, Peña Nieto tendrá que afrontar la tarea de consolidar sus reformas. Para ello debería recuperar el apoyo de la oposición y, sobre todo, convertirse en el presidente de todos los mexicanos.