Marion Thoma, la conductora de autobús

“Cada día es distinto.” Marion Thoma asume su rutina con aire filosófico. La mujer de 35 años aún considera emocionante el hecho de conducir un autobús impulsado por gas a lo largo de la misma ruta, en el centro de Augsburg. El viaje dura tres horas. No hay espacio para pausas. Por ello es que dicho recorrido es odiado por los conductores que fuman.

Marion Thoma conoce a la perfección cada metro de la ruta. No obstante, conducir el vehículo de 18 metros de longitud en medio del tránsito matutino requiere absoluta concentración. Aún así, ella logra mantener el preciado tesoro de la amabilidad y la disposición a ayudar.

Del tranvía al autobús

Marion Thoma no se imagina a sí misma en otro trabajo. Consiguió el empleo casi por casualidad. “Ví un anuncio en el periódico, me postulé y funcionó. Primero fui conductora de tranvía; luego saqué el carné para conducir autobús, y hoy trabajo en ambos”, dice.

Anteriormente, Marion Thoma trabajó como conductora en el servicio postal de München. No era feliz en medio del estrés y el anonimato de la gran ciudad. Hoy trabaja en Augsburg, ciudad que con un cuarto de millón de habitantes tiene una dimensión mucho más razonable.

Para vivir, ella escogió un sitio más tranquilo: la localidad de Bobingen, donde nació. El poblado se ubica a 30 kilómetros de distancia de Augsburg. Marion Thoma aprecia la vida campirana, la tranquilidad, y el aire fresco.

Unidos por el volante

Marion Thoma es casada. Su esposo también es conductor. La pareja no tiene hijos. Thoma duda que la vida profesional y la familiar sean compatibles: “Actualmente se trata de una decisión difícil. Me gusta trabajar, y creo que no funcionaría.”

De su trabajo, a Marion le agrada el trato con las personas. Se alegra de encontrarse a diario con pasajeros amables. Pero también hay algunos odiosos que siempre tienen algo que reclamar.

Es cada vez más frecuente que aborden el tranvía jóvenes con una botella en la mano que se sientan en la parte trasera durante dos horas, tan sólo para poder seguir bebiendo.

Cuando observa a estas personas a través del monitor, Marion siente desasosiego.

De la rutina a la travesía

En la vida privada, la conductora también se pone detrás del volante. Sin embargo, trata de utilizar el automóvil lo menos posible: tan sólo para ir al trabajo y de regreso a casa. Por lo demás, arregla todos sus asuntos en bicicleta. “Todo el día me mantengo subida en ella”, dice.

Para conservar la condición física, hace jogging; de ser posible, todos los días. Cuando Marion Thoma sale de vacaciones prefiere ver cosas nuevas. Nunca viaja al mismo sitio. Busca siempre el cambio. También por eso es que le agrada su trabajo como conductora: aunque recorre seis veces el mismo tramo, “cada vez es algo distinto”.

Autor: Georgios Pappas

Editor: Enrique López