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Michael Haneke, Príncipe de Asturias

9 de mayo de 2013
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2013 está siendo el año de Michael Haneke: si en febrero levantaba un Oscar con la aclamada "Amour", un día después de estrenar en el Palacio Real de Madrid su versión de la ópera "Così fan tutte", ahora España le devuelve el gesto distinguiéndolo con uno de sus premios más prestigiosos: el Príncipe de Asturias de las Artes. El "poeta del desasosiego cinematográfico", como lo describe la Fundación Príncipe de Asturias, se impuso a otras 32 candidaturas con su "original y personalísima aproximación de radical sinceridad, aguda observación y extrema sutileza" a problemas fundamentales de la sociedad, señala el acta del jurado. "Ilumina y disecciona con deslumbrante maestría aspectos sombríos de la existencia."

Tan polémico como admirado, lo cierto es que el cine de Haneke no deja a nadie indiferente. Desde que en 1987 debutara tras las cámaras con "El séptimo continente", un demoledor retrato de la autodestrucción de una familia vienesa de clase media, el cineasta no ha cejado en su empeño de exponer la realidad en toda su crudeza, sin concesión alguna. "No hago películas para que el espectador sufra. Pero si sufren, quizá tengan sus razones", dijo hace unos meses el septuagenario director. La incomunicación, el maltrato, la represión y la frustración son algunos de sus temas más recurrentes, a menudo ocultos tras la apacible vida burguesa y una hipócrita moral.

La llegada del nuevo milenio marcó también su primer gran reconocimiento cuando en 2001 se alzó con el Gran Premio del Jurado de Cannes por su adaptación de "La pianista", novela homónima de la Nobel de Literatura Elfriede Jelinek, protagonizada por una turbadora Isabelle Huppert. Asiduo al Festival de Cannes, este hombre de mirada tranquila y sempiterna barba blanca fue coronado mejor director en 2005 por "Caché", en la que de nuevo una pareja se ve amenazada por la repentina aparición de unos inquietantes vídeos. Su primera Palma de Oro llegó en 2009 con "La cinta blanca", un durísimo retrato en blanco y negro de una comunidad rural dominada por el autoritarismo y la doble moral. Y repitió el año pasado con "Amour", el crudo reflejo de la decadencia física y la enfermedad en una pareja de ancianos, que según Haneke es su película "más tierna". Con ella se llevó también -entre otros- un Globo de Oro y cuatro Premios del Cine Europeo además del Oscar al mejor filme de habla no inglesa y otras cuatro nominaciones más a la prestigiosa estatuilla.

Poco amigo de los focos, este alemán de nacimiento pero austríaco de corazón ha dirigido entre tanto varias producciones de televisión y teatrales en ambos países y es profesor de dirección en la Academia de Cine de Viena, donde reside habitualmente. La música es su otra gran pasión, y en 2006 debutó en la dirección de ópera con una aplaudida puesta en escena de "Don Giovanni", de Mozart. El artífice de convencerlo en aquel entonces fue Gerard Mortier, actual director del Teatro Real de Madrid. Y allí fue recibido con toda la pompa mediática de una estrella de Hollywood cuando en febrero presentó su segunda aventura con el genio de Salzburgo, "Così fan tutte", poco antes de viajar a la ceremonia de los Oscar.

El Príncipe de Asturias de las Artes, dotado con 50.000 euros (unos 65.000 dólares) y una escultura de Joan Miró, pone el broche de oro a un año de reconocimientos en España (también recibió la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes) para el cineasta europeo más turbador. El galardón, que el año pasado fue para el arquitecto Rafael Moneo, será entregado en otoño (dpa).