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Minicumbre de la UE subraya solidez europea

Pablo Kummetz29 de enero de 2008

Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia intentan disipar todo duda respecto a la solidez de la economía europea, pero exigen más transparencia y controles en los mercados financieros.

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Londres: optimismo, pero con controles.Imagen: AP

Los jefes de Estado y Gobierno de los principales países industriales europeos se reunieron en Londres el martes por la noche (29.01.08) para coordinar sus posiciones con respecto a los peligros de recesión en los EE. UU. y las recientes turbulencias en los mercados bursátiles mundiales.

A la reunión en Londres invitó el primer ministro británico, Gordon Brown. Asistieron la canciller federal alemana, Angela Merkel, el primer ministro de Italia aún en funciones, Romano Prodi, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. En un principio se iban a reunir sólo Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña. Pero por presión de los italianos y de varios pequeños países se sumó finalmente también Barroso.

Los cinco se esforzaron por disipar toda duda con respecto a la solidez de la economía europea. No obstante, resaltaron la necesidad de reforzar los controles para que no vuelvan a producirse los sustos que supusieron la cuasi bancarrota de varios bancos europeos como consecuencia de la crisis hipotecaria en EE. UU. y el más reciente escándalo de especulación financiera aparentemente por parte de un solo operador de bolsa del banco francés Societé Générale, que terminó con una pérdida de casi 5.000 millones de euros.

La enseñanza de las turbulencias

Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia convinieron en la necesidad de reforzar la cooperación para preservar la estabilidad financiera, reconociendo que las turbulencias actuales han recrudecido los riesgos para la economía europea en 2008.

Merkel subrayó que “la enseñanza de las turbulencias debe ser: más transparencia en el manejo de los nuevos instrumentos financieros” y reclamó “nuevas reglas en esos mercados”. Ante el estupor que causó en Francia y toda Europa el caso de Societé Générale, Sarkozy exigió duras consecuencias internas, al tiempo que el Gobierno francés trata de asegurar actualmente que el banco no caiga en manos de capitales extranjeros

Por su parte, Brown dijo que “hemos decidido cooperar estrechamente para mantener la estabilidad de la economía, reforzar y profundizar las reformas económicas y apoyar a las empresas”. Y agregó que “estamos de acuerdo en declarar que en este estado de incertidumbre mundial, igualmente nos mantenemos fieles a una economía abierta. Pero también convenimos en reformar las instituciones financieras internacionales, ya que se necesita un mejor sistema de alerta temprana.”

Barroso insistió en que “es necesario dejar claro dónde se hallan escondidas eventuales deudas y fortalecer los controles, aunque sin castigar una legítima disposición al riesgo”. Y, si bien admitió que la economía europea “no es completamente inmune a la crisis en EE.UU.”, para curarse en salud resaltó que “nadie está hablando de una recesión en Europa”.

De culpas ajenas y propias

La culpa, como sucede muy a menudo, la tienen los demás. En los cuatro grandes países europeos se cuestiona ahora el papel de las agencias de rating y del Fondo Monetario Internacional. Las primeras no son efectivamente ajenas al colapso de las últimas semanas, ya que catalogaron de “confiables” a los paquetes de créditos “subprimes”, es decir de deudores de riesgo, comercializados por los bancos norteamericanos en los mercados internacionales.

Cuando muchos de esos créditos hipotecarios “subprimes” revelaron ser incobrables y se desató la avalancha de la crisis, en Europa varios bancos quedaron al descubierto y deberían haber dado quiebra si no fuera sido por la asistencia estatal, en forma de liquidez y garantías.

Justamente este martes, el banco de inversiones Dresdner Kleinwort dio a conocer también en Londres un informe en el que estima que instituciones financieras en todo el mundo deberán dar por perdidos otros 180.000 millones de dólares, además de los 130.000 millones ya restados en los balances. Los analistas se basaron en cálculos del índice ABX, que refleja la cotización de los valores basados en créditos hipotecarios “suprimes” norteamericanos.

En realidad el problema no es nuevo. Ya en octubre pasado, Merkel, Sarkoyz y Brown acordaron en la cumbre de la UE en Lisboa emitir una declaración conjunta, en la que llamaron al Consejo Europeo que sesionará en la primavera de este año a decidir “cómo reacciona la UE a las necesidad de más transparencia en los mercados financieros y una mejor gestión de los riesgos”. El llamado llegó algo tarde.