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Opinión: CDU, suenan las alarmas

Christoph Strack19 de abril de 2016

Helmut Kohl recibió al líder húngaro Viktor Orban. En la CDU deben estar aterrados. Pero el debate debería centrarse en Europa, opina Christoph Strack. Al final, eso es lo que importa.

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Kohl y Orban, en una foto del año 2000.
Kohl y Orban, en una foto del año 2000.Imagen: picture-alliance/dpa/A. Kisbenedek

Ha vuelto. En realidad nunca se fue. El lunes (18.04.2016), Helmut Kohl retornó a la escena política, o fue nuevamente puesto en ella. El excanciller recibió en su casa en Oggersheim al jefe de Gobierno de Hungría, Viktor Orban. El encuentro dice mucho sobre Europa, mucho sobre Kohl y algo también sobre la CDU (Unión Demócrata Cristiana, por sus siglas en alemán), que hace tiempo no es más “su” CDU. Y en momentos de crisis de identidad, las alarmas deberían sonar fuerte.

La dignidad de los representantes es un tema. El exministro Hans-Dietrich Genscher, quien el domingo fue homenajeado por la élite política y la sociedad en un acto de Estado, era tan querido porque durante sus años de retiro político no sacó a relucir viejos conflictos. En muchos casos los exdirigentes se convierten en autores de libros. El mismo Gerhard Schröder tomó ese camino. Su docilidad se muestra en el hecho de que él deseaba que la canciller Angela Merkel presentara su última obra, y lo consiguió.

Y entremedio están los otros. Los que tienen cuentas pendientes. Edmund Stoiber, por ejemplo. O Kohl. Ellos nunca son el tema, sino el país o Europa. El uno, Stoiber, voló hace poco a Moscú y se encontró con Putin, y ahora Kohl se reúne con Orban. A ambos políticos los une el hecho de que ellos quieren una Europa distinta a la de la canciller. Están en su derecho. Europa se tambalea y fluctúa. Kohl, el mayor europeísta de la República de Bonn, había luchado por Europa (y calificado algunas decisiones como defectos de nacimiento en el camino en común). Pero sigue siendo para muchos un gran europeo.

Christoph Strack.
Christoph Strack.Imagen: DW

Quizás es por eso una señal tan triste si el encuentro del hombre de Oggersheim con el rival de la canciller alemana se relaciona con la crisis de la Unión Europea, que hace largo es una crisis de todo el continente. “Con preocupación por Europa”, escribió Kohl en uno de sus libros. El hombre, de 86 años y que ha tenido ya sus batallas con su sucesora en el cargo de la cancillería, entra nuevamente en conflicto. En alianza con Orban, un europeo que no es precisamente el representante de la Europa abierta que impulsa Berlín. Eso no es problema para Kohl. Quien tiene como testigo de sus acciones al periódico Bild no necesita preocuparse de esas cosas.

Pero más allá del estado de ánimo del excanciller, es en la Casa de Konrad Adenauer, la central de la CDU, donde deberían sonar las alarmas. En el congreso partidista de diciembre, el partido apoyó con una amplia mayoría el curso adoptado por la dirigencia y la canciller. Hubo, acaso, leves discusiones, nada más. La CDU no mostraba signos de ruptura interna. Pero en marzo los candidatos para las regionales de Baden-Württemberg y Renania Palatinado tuvieron malos desempeños y cambió el escenario.

Ahora Kohl. El patriarca. El líder de una CDU-anti-Merkel que despierta del letargo provocado por el shock de las últimas elecciones. Las cosas se tornarán más bulliciosas en ese partido, que preferiría quedarse en silencio y ver sonriente cómo se descomponen los socialdemócratas. La CDU puede unirse en torno a su dirigencia y sacar adelante la tarea, aunque sería más honesta una discusión seria si lo que desean es seguir teniendo arrastre entre los votantes.

>>>Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán.