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Opinión: Entonces, sin Trump

Jens Thurau
1 de junio de 2017

Donald Trump da la espalda al acuerdo de París contra el cambio climático, contraviniendo toda sensatez. Los demás países seguirán adelante sin EE.UU. y Alemania tendrá un papel relevante, a juicio de Jens Thurau.

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U.S. President Donald Trump attends the G7 summit in Taormina
Imagen: Reuters/D. Martinez

Ha sucedido lo que se esperaba: pese a que en el entorno del presidente estadounidense hay a todas luces personas que le aconsejaron atenerse al acuerdo de París contra el cambio climático, Donald Trump decidió otra cosa. Estados Unidos da la espalda al acuerdo de París, contraviniendo los consejos de muchos expertos en economía y, desde luego, de los ambientalistas (aunque al mismo tiempo se refirió a una posible renegociación del acuerdo, en "términos favorables para los estadounidenses"). A todas luces Trump no ha comprendido (o no le importa) cuán aislado está en la materia. La canciller alemana lo recalcó tras la frustrante cumbre del G7 en Italia: en lo que respecta al clima, hubo 6 contra 1. Ese uno es Estados Unidos.

Los puntos clave del acuerdo del clima

El bloqueo estadounidense cohesiona

A diferencia de antaño, el bloqueo estadounidense en el tema de la lucha contra el calentamiento global lleva a los demás países a cerrar filas. Antes, en cambio, ocurría que si Estados Unidos no participaba, tampoco participaba China, ni India. Ahora, en cambio, ambos países asiáticos quieren más que nunca lograr progresos en la reducción de los gases de efecto invernadero. Y resulta simbólico que en la semana de la decisión estadounidense contra la defensa del medio ambiente, tanto China como India se hagan presente en Berlín. Ellos deberán ahora seguir empujando el carro en conjunto con los europeos.

El consenso de las naciones en cuanto a atenerse al acuerdo de París, aun sin Estados Unidos, es una buena noticia para la defensa del medio ambiente. No obstante, la ignorancia del fatuo inquilino de la Casa Blanca es un duro golpe para la protección del clima: en primer lugar, porque los científicos advierten que habrá que lograr avances decisivos en la reducción de gases de efecto invernadero en los próximos años. Y, segundo, porque aunque en muchos países ya se ha iniciado un cambio positivo hacia las energías renovables –incluyendo a Estados Unidos- todavía se utiliza demasiado carbón y petróleo. Para poder despegar realmente hacia la era solar, hay que seguir desplazando a las energías fósiles. Y eso ya no ocurrirá con tanta rapidez, por lo menos en Estados Unidos. Ningún industrial sensato apostará a futuro por el carbón, tampoco en ese país. Pero su reemplazo por energías más afines con el medio ambiente se volverá más lento.

Seguir adelante

Tomar las riendas del destino en las propias manos, no seguir confiando en Estados Unidos: esa fue la moraleja que se llevó Merkel del último encuentro con Donald Trump. Y puede aplicarla ahora con rapidez, en materia de protección ambiental, colaborando estrechamente con Francia en Europa, y también con Gran Bretaña, porque en este tema tienen mucho en común. Hay que acercarse a África y Asia, generar confianza, respaldar proyectos para la protección del clima, ofrecer know how. Y no hay que olvidar a las ciudades, regiones y Estados de EE.UU., sino mantener el contacto.

Hablar de nuevo acerca del clima con Donald Trump no tiene mucho sentido. El no quiere. Con esa actitud perjudica a su país. Pero la lucha internacional en resguardo del clima sobrevivirá.