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Opinión: Frustración en lugar de alegría

Gero Schließ14 de abril de 2016

La Comisión de Presupuesto del Parlamento alemán decidió que no habrá monumento a la reunificación en Berlín. Un desplante que trae cuestionamientos sobre la cultura política y la identidad alemana, dice Gero Schließ.

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Bosquejo del monumento que no será construido
Bosquejo del monumento que no será construidoImagen: picture-alliance/dpa/Foto: Milla & Partner

Algo que sería impensable en Francia o en los Estados Unidos ha sucedido en Alemania: a más de 25 años del evento más importante en la historia reciente de Alemania, la reunificación de los dos Estados alemanes, todavía no existe un monumento para la memoria de este acontecimiento. Y desde este miércoles quedó claro que esta tendencia continuará en un futuro cercano.

Esta decisión lleva al planteamiento de ciertas preguntas - no sólo por la omisión política y de procedimiento que condujeron a este fallo desastroso. Mucho más importante es cuestionar qué anda mal con nuestra identidad nacional y cultural: ¿Por qué los alemanes no pueden encontrar una expresión artística y arquitectónica después de tantos años de la reunificación?, ¿por qué no es posible dejar mensajes positivos en forma de monumentos? y ¿por qué se han demorado más de 17 años en decidir, desde que la planificación del monumento comenzó? Si nuestros aliados más cercanos hubieran sido igual de escrupulosos que los alemanes, la mitad del National Mall, en Washington, probablemente todavía estuviera vacía y el Arco del Triunfo, en París, nunca hubiera sido construido.

El hijo no deseado

Este monumento a la unidad y libertad fue desde un inicio un hijo no deseado. Y al final ya nadie lo quería realmente: ni los ciudadanos, ni el gobierno, ni los artistas inicialmente involucrados y tampoco la ministra de Cultura Monika Grütters que había heredado la controvertida decisión de su predecesor Bernd Neumann.

Como se recuerda, en 2009, la coreógrafa Sasha Waltz y los arquitectos Mila y Partner ganaron un concurso para realizar el diseño. El monumento tenía que estar instalado al lado del Palacio de la Revolución Pacífica de Berlín de 1989, y lo integraría con la reunificación alemana del año siguiente. El monumento debía ser erigido como un cuenco largo y transitable que se inclinaría cuando hubiese personas suficientes reunidas del otro lado.

Gero Schliess, redactor de DW
Gero Schliess, redactor de DW

Sin convencer

Ya desde antes, la peculiar construcción no convenció a muchos. El orgullo y la alegría se podrían retratar de otra forma. Pero hoy en día casi nadie se atreve a decirlo. Se ha preferido dar argumentos como contratiempos, conflictos y retrasos para no construir el monumento de la reunificación. Es cierto que los artistas tenían diferencias y que Sasha Waltz dejó rápido del proyecto. Pero los constantes requisitos para protección del medio ambiente y para la protección de monumentos, eran extraños y todo parecía ser trabas diseñadas cuidadosamente para bloquear el proyecto. Pero al final, fueron estos argumentos extraños los que apagaron la luz del proyecto. Según la versión oficial, el aumento del precio de la construcción a 15 millones de euros, hizo que la Comisión de Presupuesto pusiera el freno y sellara el fin del proyecto.

Trampas en la decisión

Esto es realmente una muestra de pobreza de nuestra cultura política. Es un escándalo más que los presupuestos sobre decisiones de tal importancia nacional sean tomados de esta singular manera por el Parlamento alemán. Y mientraslos diputados se pasaban la pelota entre sí, le han hecho un gran favor realmente a los responsables políticos.

El expresidente del Bundestag, Wolfgang Thierse, calificó el hecho como una vergüenza para el Bundestag alemán, y para la ministra de Cultura Monika Grütters. Quizás, esta es nuevamente la oportunidad de iniciar una discusión sobre nuestra identidad política y cultural. Si esto no ha tenido éxito, teniendo en cuenta la reunificación alemana y la historia reciente, entonces debería ser un incentivo la inserción de los cientos de miles de refugiados a nuestra sociedad. Los alemanes exigimos respeto, con derecho y consideración a nuestros valores y a nuestro modo de vida. Pero para esto necesitamos saber quiénes somos y qué queremos.

Para aprender alemán: aquí puede leer la versión original de este artículo