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Opinión: La hora de la verdad para May

3 de febrero de 2017

Tras dos días de debate en la Cámara, Theresa May ha presentado su "libro blanco" sobre cómo llevar a cabo el "brexit". Pero no aclara cuán difíciles van a ser las negociaciones con la Unión Europea, opina Birgit Maaß.

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Theresa May EU Fahne
Imagen: picture-alliance/empics/N. Carson

La primera ministra británica, Theresa May, tiene la visión de un futuro glorioso en el que los otros países hacen cola para establecer acuerdos de libre comercio con el Reino Unido. ¿O es más bien como en "Alicia en el país de las maravillas"- pregunta Ken Clarke, diputado conservador y uno de los defensores de la Unión Europea en su partido- todo pura fantasía?

Theresa May ha arrojado algo de luz sobre todo lo que conlleva el brexit. Pero su "libro blanco", que pretende iluminar el camino hacía la salida de la Unión Europea no es, en realidad, de gran ayuda. Formula unos objetivos ambiciosos: un acuerdo de libre comercio con la UE, un nuevo acuerdo aduanero que no lleve aparejado el ingreso de sumas crecientes en el presupuesto comunitario. ¿Por qué la Unión Europea, que siempre se ha declarado en contra de que encima de marcharse se lleve la guinda del pastel, va a dejarse ahora convencer? No está claro.

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Birgit Maaß es corresponsal de DW en Londres.

A los escoceses y a los irlandeses del norte, que habían votado mayoritariamente contra el brexit, les hace el documento promesas específicas: cuando Bruselas ya no juegue ningún papel, los parlamentos regionales (también el galés) tendrán más poder. Aunque falta especificar qué competencias recaerán sobre Cardiff, Belfast o Edimburgo.

A los norirlandeses les asegura el ministro para el brexit, David Davis, que la frontera con la República de Irlanda seguirá estando abierta, algo especialmente importante para el proceso de paz. Pero el ministro no explicó cómo es posible hacer eso mientras, al mismo tiempo, se pretende controlar la inmigración procedente de países de la Unión Europea.

No se puede esperar que Theresa May tenga respuestas para todo. Por último, todo depende de con cuánta buena voluntad los 27 exsocios conduzcan el proceso de separación. Además, aquellos que llevan años luchando por salir de la Unión Europea (con el ministro Davis a la cabeza) no ofrecieron durante la campaña ningún plan para llevarlo a cabo, sólo promesas: como aquella, por ejemplo, de que 350 millones de libras a la semana podrían, en lugar de ir a parar a Bruselas, volcarse en el sistema de salud pública.

Sobre esos 350 millones semanales ya no se habla, todos saben que no era verdad. Aun así, la jefa del gobierno debería ser honesta. Sir Ivan Rogers, por ejemplo, hasta hace poco embajador británico en la UE, presenta una imagen completamente diferente a del gobierno sobre su "libro blanco". Advierte que podría costarle a Gran Bretaña hasta 60.000 millones de euros salir de la UE. Y calcula que podría llevar unos 10 años que se negocien los nuevos acuerdos.

Las promesas populistas fueron una de las razones por las que la mayoría se pronunció en contra de la Unión Europea. Deberían acabar. Theresa May debe decir con honestidad lo difíciles que pueden resultar los próximos años. Porque a diferencia de en 'Alicia en el país de las maravillas', el brexit ya no es el sueño de los euroescépticos, sino la dura realidad para todo un país.