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Opinión: La imagen del año

Felix Steiner25 de diciembre de 2015

Una escena impactante permanece en la memoria; pero para ser considerada la “imagen del año”, una fotografía debe lograr más que quedar grabada en la mente del espectador. El tiempo es un buen juez, opina Felix Steiner.

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Rara vez una fotografía genera tantas discusiones entre los periodistas que trabajamos en prensa como ocurrió los días 2 y 3 de septiembre. Ese fenómeno se dio no sólo en Deutsche Welle, sino también en muchos otros medios. Al final, todo el mundo conoció al pequeño Aylan Kurdi, quien con apenas tres años murió ahogado cuando intentaba alcanzar la costa de Kos en una pequeña embarcación.

Una foto emocionante

La muerte del pequeño Aylan es una ignominia; Europa debería sentir el golpe de la vergüenza y esta foto, ser un llamado de atención para el fortalecimiento de los valores del continente. Más o menos eso decían los comentarios escritos por los días en que la imagen estaba fresca, así como los artículos y editoriales impresos en enormes letras negras en señal de luto.

Pero los arrebatos emocionales de los redactores suelen durar poco tiempo y luego las alarmas dejan de sonar. Si alguien hubiera prestado atención a esos mensajes cargados de sentido común, entonces, desde hace mucho, Europa se ocuparía de fletar los traslados entre Libia y Turquía, para que los refugiados viajen sin riesgos y lejos del alcance de los traficantes, como desde hace años vienen exigiendo activistas de derechos humanos.

Pero en la Unión Europea ningún político tiene el valor ni la coherencia para dar ese paso. Entre otras razones, porque ellos saben lo que cualquier estudiante de Economía aprende rápido: que la oferta puede estimular la demanda. Si Europa ofreciera esos viajes, seguramente la cifra de refugiados se incrementaría considerablemente.

No hubo efecto duradero

La fotografía de Aylan, que ya desde el principio fue catalogada como la imagen del año, en el mejor de los casos consiguió un efecto momentáneo y generó un debate periodístico sobre la ética –“¿debe publicarse?”–, pero no ha tenido un efecto duradero palpable.

La "imagen del año", según Unicef.
La "imagen del año", según Unicef.Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski

Muy distintos fueron los motivos de Unicef para otorgar el título de “Foto del Año” a la imagen que acompaña estas líneas: policías europeos como catalizadores del pánico, la angustia y el sufrimiento. Esta clase de fotografías quedaron en la conciencia de los acomodados habitantes del norte del continente con más fuerza que los muertos en el mar. La vergüenza que muchos expresaron al ver estas fotos de las fronteras y de las estaciones de trenes en el sur de Europa fue mucho mayor.

Angela Merkel no ha dicho concretamente qué fue lo que la llevó a abrir las fronteras de Alemania en la tarde del 4 de septiembre y luego, en los días siguientes, a dejar ingresar al país a través de Múnich trenes repletos de refugiados provenientes de Budapest. Quizás cuando escriba sus memorias nos lo revele. Tal vez fotos como la premiada por Unicef y los numerosos despachos televisivos desde Hungría, Serbia y Macedonia hayan jugado un rol en esto. Pero no cabe duda de que imágenes como esa fueron la fuerza motora que llevó a numerosas personas en Múnich y otras ciudades bávaras a ofrecerse como ayudantes voluntarios en las estaciones de ferrocarriles y, de este modo, dar una cálida bienvenida a los recién llegados.#links

La cultura de acogida

Alemania es abierta, cálida y muy distinta a los otros países por los que debieron pasar los refugiados. Ese era el mensaje que las fotografías de Múnich entregaban; mensaje que luego fue superado por los autorretratos que los refugiados sirios se tomaron con Merkel durante la visita de la canciller a un centro de acogida, el 11 de septiembre.

Por encima de todo, esas imágenes se han convertido en un símbolo de lo que ha sido este año para Alemania. Y tienen dos caras: una muestra cómo se ve a sí misma la clase política: “Nosotros somos los buenos, los que ayudamos, los que rompimos con todas las horribles tradiciones del pasado alemán”. La otra, cómo nos ven nuestros vecinos: “Ustedes llamaron a los refugiados, así que ahora háganse cargo y déjennos en paz”. De forma abierta, en varios gobiernos europeos se ha hablado del “problema alemán” para referirse a la crisis de los refugiados. Lo cierto es que todas estas fotografías pasarán a la historia como las escenas de 2015 y su influjo se sentirá mucho más allá de las fronteras de este año. Eso, por sí solo, las convierte en las imágenes del año.