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Hacia la Fortaleza Europa

Barbara Wesel8 de marzo de 2016

Turquía ha elevado el precio por su cooperación en el freno al flujo de refugiados, pero los europeos están dispuestos a sacrificar hasta el último principio para conseguirla, opina Barbara Wesel.

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Imagen: picture-alliance/AA/B. Akay

Una victoria es otra cosa. Sobre todo, cuando se necesitan titulares fuertes, por ejemplo, a escasos días de las elecciones regionales alemanas. Algo tipo: “Fin de la crisis de refugiados”. Así que Angela Merkel ha tenido que conformarse presentando como “avance cualitativo”, aunque sin demasiado entusiasmo, el debate postergado sobre la oferta de Turquía de acoger de vuelta a los refugiados e inmigrantes que Europa rechace como ilegales. Nada que impresione en campaña electoral de vuelta a casa. Pero nada más se podía esperar, a pesar de las 12 horas de negociaciones en Bruselas. Y es que la propuesta turca, sacada de la manga a última hora, deja muchos detalles por precisar.

Merkel, entre la espada y la pared

También esta vez, muchos países de Europa del Este se rebelaron, sintiéndose ignorados por una propuesta tras la que consideran que se esconde la mano de Alemania. No importa que la canciller alemana lo desmintiera: algunos Gobiernos ven ya su influencia por doquier y se oponen a lo que sea, sencillamente por eso. Hungría rechaza nuevamente el reasentamiento de sirios en Europa. Budapest no está dispuesta a ceder en su cruzada contra “el extranjero”.

Como sea, a la propuesta turca le falta sobre todo la fecha, a partir de la cual podría comenzar la devolución a Turquía de todos los nuevos refugiados llegados a Grecia. Por supuesto, adicionalmente, a algunos estados miembros del bloque les pareció demasiado alto el precio a pagar a cambio: ¿Otros 3.000 millones de euros por refugiados sirios que viven en Turquía? ¿Exención de visado en apenas tres meses? ¿Negociaciones aceleradas para el ingreso a la Unión Europea (UE)? Contra cada punto hubo reservas. Todos coinciden en lo esencial: la aspiración de bloquear la llegada de más refugiados a Europa. Pero Austria y los países balcánicos consideran ya el cierre de la frontera macedonia como un recurso probado, que funciona sin tener que hacer más concesiones a Turquía.

Barbara Wesel, corresponsal de DW en Bruselas.
Barbara Wesel, corresponsal de DW en Bruselas.

Fin de los valores

Lo que en esta cumbre se quedó verdaderamente corto fue el debate sobre cómo se puede negociar con una Turquía que, ahora mismo, cancela provocativamente la libertad de prensa en su propio país. Las conversaciones sobre el ingreso al bloque tendrían más bien que ser detenidas, no impulsadas. A no ser que el criterio se suprima de un plumazo del catálogo de principios básicos de la UE. Pero, como el bloque quiere alcanzar a toda costa un acuerdo que lo libre de la llegada de más refugiados, no hay que dudar que lo haga.

En todo caso, la crítica a las arremetidas antidemocráticas de Turquía y sus violaciones de los derechos humanos fue tan moderada como suele ser, por ejemplo, frente a China. De valores se habla solo los domingos en la UE, y eso, si no coinciden con alguna cumbre. Y con igual velocidad y eficiencia quedó enterrada, en esta cita, cualquier consideración humanitaria. Ni una palabra sobre lo que pasará ahora con los desafortunados que han quedado varados en Idomeni. Ni una palabra sobre el hecho de que Turquía apenas puede ser considerado como tercer Estado seguro con grandes reservas, dado que −como se bien ha encargado de demostrar por estos días− no representa un Estado de Derecho.

¿Devolverá Turquía próximamente, por ejemplo, a refugiados iraquíes en dirección a Mosul, sin miramientos? ¿Enviará a los afganos de vuelta Kabul en furgonetas? ¿A los iraníes, sin consideraciones, también de vuelta a casa? En Alemania existe el derecho a la comprobación de los motivos individuales para la huida. Y la UE en su totalidad está obliga a cumplir con la Convención de Ginebra, que ha suscrito. Pero todo da igual si, entretanto, el único objetivo es reducir a cero la cifra de refugiados.

Nos acercamos al ideal de los populistas de derechas: la Fortaleza Europa. Luego de acoger a un millón de refugiados, la UE pone en juego su propio futuro, está dispuesta hasta al más sucio acuerdo con Turquía y cierra a cal y canto sus fronteras. Un espectáculo patético, desde todo punto de vista.