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Trump y su peligroso cambio de rumbo en Siria

Michael Knigge
7 de abril de 2017

En una arriesgada demostración de poder, Trump ordenó un ataque con misiles contra Siria. La iniciativa contrasta con su postura inicial, y mete a Estados Unidos en un conflicto cuyo final no está a la vista.

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USA Trump - Giftgasangriff in Syrien
Imagen: Reuters/Y. Gripas

Una razón principal determinó que el predecesor de Donald Trump se enfrentara a la oposición de muchos, incluidos miembros de su gabinete, como la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton. También se vio ante la oposición de líderes del Congreso, como los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham, y la de políticos internacionales como el presidente francés, Francois Hollande. Eso hizo que, finalmente, se abstuviera de ordenar una intervención militar directa en Siria.

En esa época, Estados Unidos y el resto del mundo aún lidiaban con dos intervenciones militares lideradas por Washington en Afganistán e Irán, y con otra que no era encabezada por los estadounidenses, pero que hubiera sido imposible sin ayuda de éstos, en Libia. Tras años de lucha encarnizada, ninguna de las tres ha dado el resultado deseado, de pacificar o por lo menos estabilizar esos países.

La principal razón por la que el presidente Barack Obama decidió no intervenir en Siria fue que –por muy duro que suene y pese a lo horroroso que sin duda es este conflicto-, esepaís no representaba una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Obama a veces titubeó en esta postura, especialmente con su mal aconsejada declaración acerca de una "línea roja”. Pero, en general, se mantuvo en su posición: el conflicto sirio simplemente no rebasó el umbral necesario para una intervención estadounidense. No era un riesgo a los intereses nacionales estadounidenses.

Listos para la construcción nacional

La postura de Obama solo se endureció luego de que, contra sus propias convicciones, se dejó involucrar en la poco afortunada intervención en Libia. Entonces se percató de que el conflicto en Siria era aún más complejo, y que se requería de un compromiso político, militar y financiero total para resolver el acertijo de ese desmembrado país.

Intervenir en Siria no solo haría necesaria  una enorme fuerza militar, sino también años de reconstrucción nacional, una tarea repudiada por muchos en la sociedad estadounidense. Obama sabía que estadounidenses cansados de guerras y afectados por la crisis financiera no estaban de humor para tal compromiso.

Donald Trump vio el conflicto de manera muy similar hasta hace poco tiempo, pero fiel a su estilo, manifestó su oposición a una acción militar en términos mucho más fuertes que Obama. En 2013, vía Twitter, Trump advirtió repetida y enfáticamente acerca de las consecuencias de una intervención militar estadounidense en Siria. Sin temor a equivocarse, puede decirse que Donald Trump era un acérrimo opositor a que su país actuara militarmente contra Siria.

Ferviente oposición

Más aún, Trump una y otra vez dio a entender que se podía trabajar junto con el gobierno de Assad contra el que el mandatario estadounidense considera, con alguna justificación, una amenaza real a la seguridad nacional de su país: el llamado Estado Islámico. Esta posición coincidía ampliamente con la campaña de Trump que proponía el "America first” (primero Estados Unidos), es decir, que su país debía concentrarse en asuntos nacionales, y solo actuar internacionalmente cuando ello favoreciera claramente a los intereses estadounidenses.

Michael Knigge, corresponsal político de DW
Michael Knigge, corresponsal político de DW

Aparentemente, todo este cálculo cambió de repente luego del ataque supuestamente con el uso de armas químicas contra una ciudad siria controlada por rebeldes, movilización que causó una multitud de víctimas, incluyendo muchos niños. Es cierto que si aparecen nuevos datos, el presidente no solo puede, sino que debe cambiar de opinión. El problema es que –como sucedió con la declaración de Obama sobre la "línea roja”- no existe un programa convincente acerca de cómo resolver la compleja situación de Siria. Los repetidos fracasos del presidente Trump al sacar adelante políticas nacionales comparativamente sencillas, como la reforma migratoria o la del sistema de salud, no indican que esté preparado para resolver asuntos globales mucho más complejos como lo es el de la crisis en Siria.

Alto precio

La reacción emocional de Donald Trump cuando habló de los "hermosos bebés” que fueron víctimas del ataque con gas en Siria fue comprensible y fue compartida por muchos. Pero su impulsiva respuesta política y militar para involucrar a Estados Unidos en el conflicto es peligrosa. Donald Trump se jacta de tomar decisiones rápidas, de ser impredecible y de cambiar de juego. Desde su perspectiva, este cambio de rumbo sobre Siria encaja perfectamente en su modus operandi personal. Pone un aviso a los antagonistas de Estados Unidos, como Corea del Norte e Irán, y demuestra a su público nacional que él avanza en asuntos que Obama dejó a medias. También deja en un segundo plano temas como las investigaciones sobre el papel de Rusia en la pasada campaña ,o sobre la reforma al sistema de salud. Pero el precio que Estados Unidos y el mundo pagarán por esta maniobra puede ser alto.

Autor: Michael Knigge (ELM/CP)