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Opinión: Vientos de cambio en Davos

Andreas Becker23 de enero de 2016

¿Qué beneficios concretos genera el Foro Económico Mundial? Aunque no parece haber una respuesta puntual para esa pregunta recurrente, la ágora de Davos da la impresión de estar cambiando lentamente, dice Andreas Becker.

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Andreas Becker, de la redacción de economía y ciencia de DW.
Andreas Becker, de la redacción de economía y ciencia de DW.

Este año, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) cuenta con un “espacio de realidad virtual”. A través de unos lentes RV, los participantes del congreso pueden “visitar” a los indígenas en las llanuras de Australia cuando en realidad están sentados en una habitación climatizada en los Alpes suizos.

Lo mismo vale para el Foro Económico Mundial: la presencia de personas ricas, poderosas y famosas es tan grande como el abismo entre la opinión pública –representada por un millar de periodistas– y todos los encuentros y conferencias que tienen lugar a puerta cerrada en la ágora de Davos. El WEF público no es más que un colorido embalaje; su verdadero objetivo consiste en propiciar el networking, los contactos y los negocios.

Pese a ello, el WEF también funge como un indicador de importantes desarrollos. Aparte de los grandes temas, como la crisis de los refugiados, el terrorismo y la débil coyuntura económica, también hubo algunas sorpresas. No en lo que respecta a las apariciones públicas de los políticos, que más bien fueron previsibles, sino en otro sentido.

El WEF no quiere perder relevancia

Una decisión poco común fue la de elegir a la “cuarta revolución industrial” como tópico principal. Si bien no se trata de algo nuevo ni actual, sí es un asunto suficientemente fascinante como para analizarlo desde diferentes ángulos y así sacarlo del nicho tecnológico en el que en Alemania es discutido generalmente.

Asimismo, sorprendió la frecuencia con que se habló sobre el feminismo. Sólo un 18 por ciento de los 2.500 participantes en Davos son mujeres, y los organizadores finalmente parecen haberse dado cuenta de que el foro parece más bien un club de hombres viejos, un bastión en riesgo de lucir anticuado.

Sheryl Sandberg, directora operativa de Facebook; Melinda Gates, de la Fundación Gates; y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau –cuyo Gabinete está compuesto en un 50 por ciento por mujeres, porque “vivimos en el 2015”– discutieron sobre las razones por las que las mujeres siguen siendo una excepción en las más altas esferas del poder. También se habló sobre la discriminación de las lesbianas, los gays, las personas bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), algo inaudito en Davos hasta ahora.

Queda por verse si todo esto tendrá algún impacto sobre los hombres que, en palabras de Sandberg, siguen dominando el mundo. Pero por lo menos es un comienzo. Y muestra que los participantes del WEF realmente pueden acercarse a su rimbombante lema de “mejorar el mundo”: cambiando ellos mismos.

Sólo un 18 por ciento de los 2.500 participantes en Davos son mujeres.
Sólo un 18 por ciento de los 2.500 participantes en Davos son mujeres.Imagen: picture-alliance/dpa/T. Brakemeier