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Opinión: El NPD sigue siendo intrascendente

Volker Wagener
17 de enero de 2017

Una vez más, el Tribunal Constitucional alemán no autorizó la prohibición del partido de extrema derecha NPD. Eso puede enfadar a algunos, pero demuestra la fortaleza de la democracia alemana, opina Volker Wagener.

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Imagen: picture-alliance/dpa/F. Bimmer

El renovado fracaso en el intento de que el neonazi Partido Nacional Democrático (NPD) sea prohibido por el Tribunal Constitucional no es una catástrofe. Es más bien un papelón para el Bundesrat (Consejo de representación de los 16 estados federados de Alemania), cuyas aspiraciones son, por segunda vez, demasiado grandes en vista de la falta de pruebas, como ya lo fueron en 2003, cuando el Consejo Federal, las Cámaras de los Estados federados y el Gobierno alemán sufrieron juntos un revés ante ese alto tribunal alemán. Nadie discute que el programa del NPD atenta contra la humanidad y es racista. Pero eso solo no es suficiente para prohibirlo.

Responsabilidad de Alemania por el régimen nazi

Volker Wagener, de DW.
Volker Wagener, de DW.

La prohibición de un partido es el arma más poderosa de la Constitución alemana, y se utiliza solo si el orden democrático se ve amenazado, es decir, si hay peligro de golpe de Estado o de algo que pudiera hacer desaparecer el Estado de derecho. Y eso debe poder probarse claramente. Ahora, en serio: ¿debemos temerle a un partido que no está representado en ninguno de los parlamentos de los Estados federados y que nunca tuvo diputados en el Parlamento alemán? No. La voluntad de prohibir el NPD refleja nuestro sentido de la responsabilidad por el pasado nazi de Alemania, comprensible y también comprobada en nuestros esfuerzos de décadas por impedir el resurgimiento del fascismo y de las guerras. Pero ese mecanismo de defensa contra los adeptos de una extrema derecha verdaderamente desagradable, alimentado histórica y psicológicamente, es totalmente ineficaz a la hora de tratar de prohibir legalmente a dicho partido. Los jueces del TC lo dejaron hoy una vez más en claro: el NPD puede seguir existiendo y no es tan importante, lo que no debería poner nervioso a nadie. Se trata de una agrupación política minúscula que, en el mejor de los casos, ocupa los titulares debido a su mala organización y a su pésima situación financiera. La democracia no tiene que ponerse a la defensiva ante estos pseudoactores políticos y su ideología para mantener fuera de juego a los neonazis.

De todas formas, este tira y afloja jurídico llega algunas décadas demasiado tarde. Durante los años 60, un proceso de prohibición hubiera tenido presuntamente más perspectivas de éxito y hubiera sido más necesario. Por esos años, el NPD estaba representado en los parlamentos de varios Estados alemanes, en algunos con un porcentaje de votos de casi un diez por ciento, más de los que supo cosechar en su momento el Partido Demócrata Liberal (FDP). Pero en esa época, y con una situación inicial similar en cuanto al derecho constitucional, nadie tomó la iniciativa. Había muchos nazis aún políticamente activos y el clima social era diferente. Si alguna vez hubo peligro, aunque más no fuera teórico, de que el NPD pudiera haber dañado a la República Federal de Alemania, fue en ese tiempo. Pero nadie se animó a solicitar su prohibición. Una oportunidad perdida. No fue sino hasta la era de Willy Brandt (1969-1974) que el NPD fue marginalizado. ¿Por qué? Porque con Brandt, cuyo lema era "Animarse a más democracia”, toda la sociedad alemana se desplazó hacia la centro izquierda y, con eso, minimizó a la extrema derecha, sin necesidad del Tribunal Constitucional ni de una solicitud de prohibición.

Contra la extrema derecha: argumentos, no prohibiciones

Nuestra democracia debería poder soportar al NPD. Con restricciones se hace de un minipartido una agrupación de mártires que pronto formarán una nueva organización. La ideología de extrema derecha no se puede suprimir por medio de un veredicto, sino que debe combatirse políticamente y con buenos argumentos.

De hecho, Alemania, su escena partidaria y toda la sociedad hace tiempo que tienen un problema muy distinto. El NPD ha sido superado históricamente, y el consenso y equilibrio sociales están amenazados por el partido Alternativa para Alemania (AfD), el movimiento xenófobo y antiislamista Pegida y el nuevo populismo, que con su simplismo buscan aliados y ya los han encontrado, como demuestran los éxitos en los parlamentos de los Estados del AfD. También aquí vale "prohibido prohibir”. Lo que hay que hacer es enfrentarse a los que optan por una visión simplista del mundo.