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Protestas contra Kirchner en Argentina y en Europa

9 de noviembre de 2012

Decenas de miles de personas hicieron sonar esta noche sus cacerolas en Buenos Aires y numerosas ciudades de Argentina en protesta contra las políticas de gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner.

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La presidenta enfrentó la noche del jueves la principal protesta desde el conflicto en 2008 con el sector agropecuario, a poco más de un año de haber sido reelegida con el 54 por ciento de los votos.

"¡Basta de funcionarios corruptos, fuera todos!", "Justicia", "Queremos seguridad", "Sí a la democracia, no a la re-reelección", fueron algunas de las consignas que rezaban los carteles de los manifestantes, muchos de ellos también con banderas argentinas, que salieron a las calles de las principales ciudades del país.

El tradicional Obelisco en la céntrica avenida porteña 9 de Julio fue el epicentro de las protestas, con decenas de miles de personas que marcharon desde distintos puntos de la capital y los suburbios.

También hubo una multitudinaria manifestación frente a la residencia presidencial de la localidad de Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires, que estuvo resguardada por un estricto operativo de seguridad. Las protestas se multiplicaron en localidades de los suburbios y en las principales ciudades del país, entre ellas Rosario, Córdoba, Mendoza, San Miguel de Tucumán y Salta, entre otras.

Las demandas se centraron en la preocupación por la ola de inseguridad que afecta al país, la inflación, los problemas que trae aparejados el enfriamiento de la economía, y el repudio a la corrupción y al "cepo cambiario", como se denomina a los fuertes controles impuestos al mercado de divisas.

El rechazo a una eventual reforma de la Constitución que habilite a Fernández de Kirchner a aspirar a un tercer período consecutivo fue otro de los reclamos populares.

Los protagonistas de las protestas fueron principalmente las clases medias. Hombres y mujeres de todas las edades, y en muchos casos familias enteras haciendo sonar cacerolas y cualquier otro artefacto que hiciera ruido.

La convocatoria al 8N fue lanzada desde las redes sociales y sin identificación partidaria, como ocurrió en la masiva protesta del pasado 13 de septiembre, aunque esta vez la protesta tuvo menor espontaneidad por el plazo de preparación que tuvo.

Varios dirigentes de la oposición adhirieron a la protesta, pero la mayoría de los políticos decidió no participar para evitar banderías partidarias.

"Invento de la ultraderecha"

Funcionarios y legisladores del Frente para la Victoria (FPV, peronista) oficialista descalificaron el cacerolazo en los días previos, mientras que Fernández de Kirchner destacó en su perfil en Facebook que se vive "un momento de libertad de expresión nunca antes visto en la Argentina".

Pero se mostró reacia a aplicar cambios: "Si hay un sector que reclama determinadas cosas hay que ponerse al frente y decirlo claramente. Ahora, por favor, que nadie pretenda que yo me convierta en contradictoria con mis propias políticas a las que he defendido desde que tengo 16 años, en el país y en las políticas que creo y en el país que creo", concluyó.

Los dirigentes más cercanos a la mandataria hicieron en cambio fuertes acusaciones. Según el senador oficialista y ex jefe de gabinete kirchnerista Aníbal Fernández, "el 8N es un invento de una facción de ultraderecha, paga, la mayoría financiada por la Fundación Pensar, por gente de la Sociedad Rural y por viejos remanentes de lo que fuera el golpe militar, ligado a lo más rancio de la extrema derecha de la Argentina".

El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, consideró por su parte que la protesta es una expresión "antimodélica" y de "rechazo a la política".

"No soy golpista ni oligarca", les respondió un manifestante desde su pancarta en el barrio porteño de Caballito.

"Esta es la Argentina que no queremos, la Argentina de la soberbia", expresó una mujer. "Queremos opinar y que nos escuchen, con la inseguridad, la inflación, así no va más", avisó otro manifestante.

También se registraron cacerolazos de ciudadanos argentinos en diversas ciudades de Europa, como por ejemplo Viena, Ginebra, Berlín, Roma, Milán, París, Barcelona, Madrid y Londres.

Fuente: DPA

Editor: Enrique López