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Restauradores: salvadores del pasado

Kristina Reymann / Annika Zeitler (jc)4 de marzo de 2014

El hundimiento hace cinco años del Archivo Histórico de la ciudad de Colonia muestra lo importante que es el trabajo de los restauradores. Sin su infatigable esfuerzo muchos testimonios se habrían perdido para siempre.

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Imagen: Kölner Stadtarchiv

"Uno va con cierto respeto cuando restaura manuscritos”, dice Nadine Thiel, jefa de restauración del Archivo Histórico de Colonia. Aparte de los especialistas, nadie se acerca tanto a los valiosos archivos. Y es que ella es una de los cerca de 200 restauradores y ayudantes que se encargan de devolver, a su estado original, los fondos municipales del Archivo que se derrumbó hace cinco años.

Si bien un 95 por ciento de las existencias totales pudieron ser salvadas, es cierto que parte del material histórico, en algunos casos con más de mil años de antigüedad, aún no ha podido ser restaurado. Antes, los especialistas han de deshacerse de la suciedad y el moho de los ejemplares, arreglar los desgarros, renovar las cubiertas y alisar las páginas. “Tenemos una gran responsabilidad”, añade Nadine Thiel. Hasta ahora su equipo ha sido capaz de restaurar cerca de 1500 objetos, una pequeña parte de lo que les queda por hacer.

Restos de un libro en la biblioteca de Weimar.
Restos de un libro en la biblioteca de Weimar.Imagen: AP

Mucho trabajo también en Weimar

“Puedo abrir una ventana en la historia”, afirma el restaurador Matthias Hageböck. Él es miembro del equipo de gestión del incendio de la Biblioteca de la Duquesa Anna Amalia en Weimar, Alemania. Cuando tiene en su mano libros que en su día fueron propiedad de Goethe, Hageböck se pregunta en qué contexto, en qué circunstancias y en qué momento usó el poeta dichos ejemplares. Algunas veces los restauradores también encuentran objetos personales en los libros como, por ejemplo, cartas o flores secas. Aunque la mayor parte de la colección de Weimar corresponde a literatura alemana de los años 1750 a 1850, en la Biblioteca de la Duquesa Anna Amalia también hay volúmenes que abarcan un período desde los siglos IX al XXI.

Hageböck y su equipo trabajan en la recuperación de los fondos destruidos por el incendio de septiembre de 2004 que redujo a cenizas 50.000 libros y dañó severamente otros 10.000. Si bien otros 25.000 volúmenes han sido recuperados y clasificados como calcinados, éstos, a pesar de haber sido pasto de las llamas, van a poder ser recuperados parcialmente por los restauradores.

Imagen de incendio en la biblioteca de Weimar.
Imagen de incendio en la biblioteca de Weimar.Imagen: picture-alliance/dpa

Pero eso no fue todo. Aproximadamente otros 37.000 libros fueron afectados por el calor o el agua durante la tragedia, si bien la buena noticia es que éstos sí podrán ser devueltos a su estado original en los próximos años. Debido a los avances técnicos logrados por el taller de la Biblioteca, parte de los ejemplares están siendo restaurados en Suiza, país al que se exporta la tecnología desarrollada.

El trabajo de moda, restaurador

Según calcula la presidenta del grupo profesional de “Gráficos, archivos y bienes bibliotecarios” de la Asociación Profesional de Restauradores Alemanes, Jana Moczarski, en Alemania hay entre 500 y 1000 restauradores. Moczarski tiene la impresión de que la demanda está cubierta. Pero también en lo relativo a las nuevas generaciones, ya que actualmente en Alemania existen cerca de una veintena de estudios relacionados con la restauración.

Hundimiento del archivo histórico de Colonia.
Hundimiento del archivo histórico de Colonia.Imagen: AP

“Se ha convertido en el trabajo de moda”, explica Moczarski. No obstante, muchos recién llegados tienen una concepción falsa de la profesión. “Anteponen la creatividad y se interesan por el arte, pero esta no es una profesión ni artística ni creativa”, subraya la restauradora. Aún así, la creatividad, en su justa medida, tampoco perjudica al trabajo. “He de encontrar medidas para lograr recuperar el estado original de los objetos”, puntualiza Moczarski.

Grandes masas de bienes culturales dañados

El gran desafío de los restauradores, y en eso coinciden Moczarski y Hageböck, es la necesidad de desarrollar nuevas estrategias que permitan la restauración en masa. Hoy en día no es posible seguir recuperando objetos de forma individual, sino que es necesario enfrentarse con grandes cantidades de bienes procedentes de archivos y bibliotecas. “Es una gigantesca tarea logística”, dice Hageböck, y añade que “la parte económica tiene que atender, a su vez, que se asegure la calidad”.