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Rivales en la ayuda

5 de enero de 2005

Los editorialistas europeos siguen comentando la catástrofe del maremoto en el sudeste asiático. Critican las rivalidades entre los países occidentales en su ayuda a las víctimas y el papel de Europa en general.

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¿Quién ayuda más? ¿Es esa la cuestión?Imagen: AP

El periódico italiano La Repubblica comenta: EE.UU. actúa. Europa titubea. EE.UU. es como un prisionero de sus propios sueños: sueña con su propia fuerza, es hipnotizada por ella, y no teme lo efímero de ese poder. [...] Por eso es capaz de actuar. Europa, a su vez, analiza, fantasea sobre su propia unión, mas sigue atada a sus viejas vanidades nacionales. Europa se mira en el espejo y se pregunta: ¿Soy o no soy? ¿Qué es lo que soy y qué es lo que no soy? Se pierde en el autoanálisis, discute y debate. Por eso titubea y duda. Se necesitó un tsunami, una ola gigantesca y mortal, para delatar esta verdad sobre Europa.”

El error de Gerhard Schröder

El diario alemán Stuttgarter Nachrichten escribe: “El canciller alemán comete un error. Gerhard Schröder no sólo quiere dar más dinero: él quiere presumir. [...] Un gran paquete de ayuda no es suficiente. Encima tiene que ser el más grande a nivel mundial. [...] En estos días, uno no tiene la impresión de que el dinero es lo que más falta. Las donaciones privadas a escala global son enormes. Lo que falta es una coordinación profesional de la ayuda. Este sería el campo de acción natural para los políticos. Ellos deben facilitar las estructuras para que se pueda ayudar efectivamente. Sin embargo, eso no sirve para lucirse sobre el escenario internacional.”

No es hora de rivalidades

El diario español La Vanguardia opina: “La ONU se ha visto desbordada tanto por la magnitud de la catástrofe, en una primera instancia, como por la dinámica autónoma del movimiento solidario, en donde cada gobierno y ONG aportan sus ayudas como mejor pueden. Todo indica que el mundo, pese a la enorme solidaridad generada, reacciona demasiado lentamente. [...] Estados Unidos, tras las críticas desatadas por su tímida respuesta a la catástrofe, no sólo ha multiplicado por diez su ayuda inicial, sino que ahora, además, rivaliza con la ONU en el liderazgo del socorro mundial. Pero no es el momento de rivalidades ni de utilizar las ayudas con objetivos políticos ocultos, sino de sumar y coordinar los esfuerzos y las donaciones de todo el mundo para lograr la máxima eficacia en la asistencia a los damnificados por el desastre natural.”