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¿Limpiarán el Riachuelo?

23 de septiembre de 2011

El Riachuelo, un afluente del Río de la Plata, fue alguna vez un símbolo de progreso en Argentina. Hoy es una amenaza para el ser humano y el medio ambiente y se planea, una vez más, sanearlo por completo.

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El puente Nicolás Avellaneda, en Buenos Aires, sobre el río Matanza-Riachuelo.
El puente Nicolás Avellaneda, en Buenos Aires, sobre el río Matanza-Riachuelo.Imagen: DW/Anne Herrberg


El antiguo barrio portuario de La Boca, en la Ciudad de Buenos Aires, fue destino de los primeros inmigrantes europeos. Allí, donde una vez surgió el auge económico de Argentina, el paseo de la Costanera y el histórico “Caminito” siguen atrayendo a turistas de todo el mundo. Pero hay algo que disturba el bello paisaje de la ciudad más europea de América del Sur: un olor apestoso que inunda el ambiente y penetra por doquier. “No puedo entender cómo se puede comer aquí un churrasco”, dice Alfredo Alberti, que vive a diez cuadras de allí. “El Riachuelo está muerto, no tiene oxígeno, está contaminado por residuos cloacales, industriales, basura, y hasta hay animales muertos flotando por allí”, se queja el porteño.

Junto con el río Citarum, en Indonesia, o partes del río Yangtsé, en China, el Riachuelo es uno de los ríos más sucios del mundo. “Una cloaca pública”: así lo denominó recientemente la Fundación Vida Silvestre (WWF), poniéndolo como ejemplo escalofriante durante la Semana Internacional del Agua en Estocolmo. El Riachuelo desemboca en el Río de la Plata, del cual se extrae agua potable para los 13 millones de argentinos que habitan la capital de ese país, es decir, para un tercio de la población total de Argentina.
 

Residuos cloacales, animales muertos y basura: el Riachuelo es uno de los ríos más sucios del mundo.
Residuos cloacales, animales muertos y basura: el Riachuelo es uno de los ríos más sucios del mundo.Imagen: Martin Katz/Greenpeace

 

Paseo en bote por un caldo pestilente

Varios gobiernos argentinos prometieron, en su momento, sanear el Riachuelo. Pero la tarea nunca se llevó a cabo. Alfredo Alberti fue quien, en 2004, junto a su asociación ‘Amigos de La Boca', presentó una demanda ante el Estado argentino. Ese fue el puntapié inicial para un fallo de la Corte Suprema argentina que dictó, en 2008, que “el problema del Riachuelo se debe solucionar, y sus contaminadores deben rendir cuentas ante la Justicia”.

“Una decisión histórica”, opina Félix Cariboni, de Greenpeace Argentina, mientras enciende el motor de un bote en lo que es el inicio de un viaje muy especial por las aguas contaminadas. “¡Eviten el contacto con el agua!”, advierte.

En su desembocadura, el Riachuelo no parecería estar tan sucio. En los últimos meses, cambiaron muchas cosas, señala el activista. Restos oxidados de viejos naufragios se extrajeron del lecho del río, se recogió la basura y se limpió la costa. Además, se está construyendo el “Camino de la Ribera”, un avenida costanera de 35 metros de ancho que impedirá la cercanía de las fábricas y complejos urbanos con la corriente fluvial. “Aplaudimos estos pasos, pero, en el fondo, sólo se trata de medidas cosméticas que no llegan a abarcar más que la zona que rodea a La Boca”, se queja Félix Cariboni.
 

Cloacas y abastecimiento de agua

Así como otros ríos asiáticos, el Riachuelo también fluye a través de regiones densamente pobladas. En el delta del Río de la Plata, en la provincia de Buenos Aires, viven cinco millones de personas en un área de 2.200 km2. Dos millones de ellos habitan en las villas miseria, los barrios marginados, alejados por pocos centímetros del agua. “Cuando llueve, el agua sube hasta el comedor”, cuenta Miriam Suárez, que vive en una pequeña vivienda provisional de madera y ladrillos, sin acceso al agua potable ni a los servicios sanitarios de la ciudad.

Vivir en la basura: Dos millones de personas viven en contacto directo con las aguas contaminadas.
Vivir en la basura: Dos millones de personas viven en contacto directo con las aguas contaminadas.Imagen: DW/Anne Herrberg

Por falta de alternativa, los habitantes de las villas se ven obligados a depositar los desechos residuales, tanto la basura como los residuos cloacales, en las aguas del Riachuelo. Sin embargo, la mayoría de los residuos orgánicos provienen de antiguas plantas depuradoras. “Nunca fueron renovadas para cubrir las necesidades del crecimiento poblacional de Buenos Aires. Por eso, cada vez que llueve, se inundan”, explica Cariboni.
 

Ayuda del Banco Mundial

Pero una solución al problema está en ciernes. Así como otros países de Asia -por ejemplo, Corea, donde el Banco Mundial apoya la limpieza de ríos polucionados- también Argentina recibe ayuda internacional. El Banco Mundial puso a disposición 840 millones de dólares para la renovación a fondo del sistema cloacal, la construcción de nuevas plantas procesadoras de aguas residuales y de un túnel que transportará el agua de desecho, a lo largo de nueve kilómetros, hacia el Río de la Plata. “Si bien el Río de la Plata tiene mayor capacidad para recibir los residuos orgánicos y regenerarlos”, aclara Cariboni, “si no se controla al mismo tiempo a la industria, esto podría desembocar en una catástrofe”, advierte, ya que un gran número de empresas con sede en la zona tiran clandestinamente sus desechos químicos en los canales de desagüe.
 

Cuero, elegancia y ropa sucia

La industria sigue siendo el mayor desafío para un Riachuelo limpio, especialmente la tradicional industria argentina del cuero. Como en China, Vietnam o Camboya, muchas curtiembres utilizan metales pesados y sustancias químicas altamente tóxicas en la producción, como el cromo o el nonilfenol, un veneno que afecta el sistema endocrino, prohibido en Europa desde el 2005. Y todo eso desemboca en el Riachuelo.

En julio de 2011, Greenpeace lanzó la campaña internacional “Ropa sucia”, en la que denuncia que marcas globales, como Adidas, Nike, H&M, Puma o Calvin Klein, son responsables de delitos ecológicos en países en desarrollo, donde tienen su sede las fábricas de esas marcas mundiales. Puma, Nike y Adidas se comprometieron, en una declaración a la opinión pública, a producir con métodos limpios hasta el 2020. Y en Argentina las siguieron las marcas líderes del ramo del cuero.
 

Erupción cutánea, bronquitis y cáncer

Pero, ¿qué pasa con las pequeñas empresas, que no son conocidas ni cuentan con un gran presupuesto? “Sólo algunas empresas están dispuestas a cooperar, pero no todas. Se les concede un plazo, y si no lo respetan o transgreden las normas, se las excluye. Hasta hubo una detención”, dice Juan José Mussi, el secretario argentino de Medio Ambiente y presidente de ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo), organismo que supervisa el saneamiento del Riachuelo.

Félix Cariboni (centro), de Greenpeace: "evitar el contacto con el agua".
Félix Cariboni (centro), de Greenpeace: "evitar el contacto con el agua".Imagen: Martin Katz/Greenpeace

Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, explica Félix Cariboni, de Greenpeace Argentina, mientras repara el bote, a cuyo motor se enganchó una bolsita plástica. Entretanto, la suciedad del Riachuelo se puede ver a simple vista, y las ratas corren por la costa. “Hasta ahora sólo hay 35 controladores para una cantidad estimada de 16.000 a 20.000 empresas locales. Además, faltan análisis detallados acerca del tipo, cantidad y efectos de los residuos químicos en el medio ambiente. Y, por sobre todo, en la salud de la gente”, subraya Cariboni.

Enfermedades como dermatitis, tos y bronquitis están a la orden del día, dice Miriam, Suárez. “También hubo casos de cáncer”. Y, a pesar de los controles, las fábricas siguen descargando los residuos en forma clandestina en las aguas del río. “En especial en los fines de semana, el olor es bestial”, se queja Miriam. A su familia, como a otras 2.400, se le ofreció un nuevo lugar donde vivir. Pero todavía siguen esperando, ya que los sin techo de otros barrios ocuparon las viviendas sociales destinadas a los habitantes de la villa cercana al Riachuelo.

Y entre los gobiernos de la ciudad, el provincial y el Gobierno nacional se originó una disputa acerca de quién es responsable de los reasentamientos. “La burocracia todavía es un gran problema”, dice Alfredo Alberti. La limpieza del Riachuelo, que realizará en un lapso de, como mínimo, nueve años, costará miles de millones. Después de años de no contar con un marco legal claro en política del medioambiente y de prácticas corruptas en los organismos responsables, Alfredo Alberti espera que ahora el dinero llegue realmente a su destino y no desaparezca en las aguas oscuras del Riachuelo.

“El Riachuelo siempre fue un reflejo de los problemas de nuestro país”, dice Alberti. “Basura, corrupción, miseria. En sus aguas flotaba todo eso”. Sin embargo, no deja de hacer un balance positivo: “La presión internacional aumenta, y también crece la conciencia ecológica en Argentina. Hoy le decimos que sí al progreso, pero con responsabilidad.”

Autora: Anne Herrberg/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz