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¿Se polariza la sociedad turca?

Senada Sokollu / Evan Romero-Castillo15 de junio de 2013

El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se ha visto desafiado ante los ojos del mundo y ahora busca acallar las protestas en las calles incitando la confrontación entre sus seguidores y los manifestantes.

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Imagen: Reuters

Las primeras protestas en el corazón de Estambul fueron manifestaciones de descontento por los planes de destruir un parque, el último pulmón vegetal en el centro de la ciudad, para construir un centro comercial. Pero la desproporcionada violencia policial empleada para reprimir a los manifestantes caldeó los ánimos e incitó a muchas más personas a tomar las calles en otras ciudades y a quejarse por el estilo de mando autoritario del Gobierno.

De pronto, el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se encontró sumido en una crisis política interna y se vio desafiado ante los ojos del mundo por sus propios compatriotas. Desde hace dos semanas, el mandatario busca extinguir los focos de protesta –concentrados sobre todo en Estambul– apelando a palabras duras y, últimamente, incitando la confrontación entre sus seguidores y los manifestantes. El diálogo que mantuvo con los últimos sobre el futuro del parque Gezi fue infructuoso.

Divide y vencerás…

Este sábado (15.6.2013), los defensores de esa área verde anunciaron que no abandonarían las calles y, en respuesta, el partido de Gobierno, AKP, convocó a los incondicionales de Erdogan –que los tiene y por montones– a una manifestación de apoyo al primer ministro. Eso despierta entre muchos turcos la sensación de que el hombre fuerte de Ankara está buscando polarizar a la sociedad, dividiéndola entre quienes comparten sus valores islámicos conservadores y los que no lo hacen.

Manifestación de apoyo a la figura del primer ministro turco, celebrada el 15 de junio de 2013.
Manifestación de apoyo a la figura del primer ministro turco, celebrada el 15 de junio de 2013.Imagen: Reuters

Hace una semana, en un mitin celebrado en el aeropuerto de Estambul, Erdogan elogió a sus acólitos por no unirse al recurrente concierto de cacerolazos con que sus opositores demuestran rechazo hacia la intransigencia del Estado. Y al dirigirse a su audiencia, el jefe de Gobierno no pierde oportunidad alguna para apelar a la sensibilidad religiosa de quienes lo respaldan, acusando a los manifestantes del parque Gezi y la plaza Taksim de incurrir en actos contrarios a la moral musulmana.

“El Gobierno intenta presentar las protestas en su contra como la declaración de una guerra, como una guerra de culturas entre los musulmanes y los villanos, cuando, en realidad, los manifestantes de la plaza Taksim son un grupo muy heterogéneo; todos los estratos sociales están representados allí”, sostiene el politólogo Yasar Adanali en entrevista con DW e insiste en que sucesos lamentables pero puntuales se generalizan y son descritos como típicos del movimiento social de protesta.

Continúan las protestas en Turquía

“¿Por qué queman los autobuses y los cajeros automáticos de los bancos? Todo eso lo pagamos con nuestros impuestos”, critica Turgay Gülsen, propietario de un restaurante en el vecindario de Zeytinburnu, en Estambul. Gülsen dice reconocer el derecho de los manifestantes a protestar, pero no entiende la destrucción de los bienes públicos o la propiedad privada como expresión de malestar. Como Gülsen piensan muchos en territorio turco.

Rastros de cohesión social

Los logros de la administración Erdogan en materia económica son innegables, dice Gülsen, relativizando los reproches que se la han hecho al primer ministro en los últimos días; a sus ojos, ni en Turquía ni en ninguna parte del mundo se disfrutaba de condiciones democráticas ideales. Lo que el empresario de Estambul sí se apuró en condenar fue el hecho de que el jefe de Gobierno se inmiscuyera en la vida privada de los manifestantes con intenciones difamantes.

El jefe de Gobierno no pierde oportunidad alguna para apelar a la sensibilidad religiosa de quienes lo respaldan.
El jefe de Gobierno no pierde oportunidad alguna para apelar a la sensibilidad religiosa de quienes lo respaldan.Imagen: AP

“Quien quiera usar un velo, que lo lleve; quien quiera ponerse una minifalda, que se la ponga”, dijo este musulmán practicante; un testimonio que refuerza el argumento de que, si acaso existen divisiones en el seno de la sociedad turca, éstas no son de naturaleza meramente religiosa. “En el parque Gezi le damos la bienvenida a cualquiera”, dice una manifestante al ser consultada al respecto.

Autor: Senada Sokollu / Evan Romero-Castillo

Editor: José Ospina-Valencia