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Seguridad contra incendios en edificios

14 de junio de 2017

Para que tragedias como la de Londres en lo posible no sucedan, los ingenieros y químicos desarrollaron algunas ideas. Aquí cinco logros en la protección de edificios contra incendios.

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UK Mindestens sechs Tote und dutzende Verletzte bei Hochhausbrand in London
Imagen: Getty Images/AFP/A. Dennis

En el incendio en el edificio Grenfell Tower, en Londres, murieron por lo menos doce personas, decenas resultaron heridas. Justamente en edificios altos, un incendio puede transformarse rápidamente en una trampa mortal. En los pisos superiores, las salidas de emergencia quedan bloqueadas rápidamente y apagar un incendio en el piso 20 es mucho más difícil que en una planta baja.

En el caso del edificio Grenfell Tower, todavía no está claro con qué protección antiincendios contaba. Habitantes de los apartamentos se habían quejado varias veces sobre la falta de una efectiva protección contra incendios. La técnica correcta ayuda, en caso de emergencia, a que el fuego pueda mantenerse bajo control. Aquí, algunos ejemplos de medidas desarrolladas por ingenieros y químicos.

1) Detectar y apagar incendios

Los detectores de incendios advierten tempranamente del fuego. Los detectores ópticos trabajan con un rayo de luz infrarroja. Cuando entre la fuente de emisión de luz y un receptor se interponen partículas de humo, el detector genera una alarma acústica. Para apagar los incendios se instalan tubos de metal fijados a las paredes, por los que los bomberos pueden enviar agua a los pisos superiores. Además, rociadores lanzan automáticamente agua sobre las llamas. En los rociadores hay ampollas de vidrio que contienen un líquido especial. A partir de determinada temperatura, el líquido se expande, la ampolla se rompe y el rociador comienza a funcionar.

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Detector de humo de sistema óptico. Imagen: picture-alliance/dpa

2) Impedir la propagación de las llamas

Un problema en muchos edificios son los aislamientos térmicos de poliestireno expandido. Para evitar que toda una fachada se prenda fuego, se intercalan bandas de un material no inflamable, generalmente fibra mineral. La fibra mineral soporta temperaturas de hasta 1.000 grados Celsius sin derretirse, impidiendo así que las llamas pasen a los pisos superiores.

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3) Plástico contra las llamas

El plástico es por lo general sumamente inflamable, sobre todo el muy extendido polipropileno. Cuando arde, libera otras sustancias altamente combustibles. Cuidado hay que tener, sobre todo, con el recubrimiento de los cables eléctricos. Si es de plástico fácilmente inflamable, un fuego puede extenderse rápidamente por toda una casa.

Una solución son plásticos especiales, difícilmente inflamables, por ejemplo, el cloruro de polivinilo, que contiene cloro y apaga los fuegos, ya que el cloro liberado al prenderse fuego un cable ahoga las llamas.

Otra posibilidad es agregar sustancias al plástico que impidan su combustión. Un ejemplo son los copolímeros de estireno y butadieno, que se agregan al poliestireno para evitar que se prenda fuego. Antes se usaba hexabromociclododecano, pero está prohibido desde el Acuerdo de Estocolmo de 2015, porque contamina persistentemente el ambiente.

4) Espuma protege las vigas de acero

Cuando un edificio arde, se calientan también las vigas de acero. A partir de los 500 grados Celsius, las armazones de acero pierden estabilidad y pueden colapsar en términos de minutos, arrastrando consigo a todo el edificio. Para impedirlo, sobre las vigas se aplica una mezcla de substancias químicas. A partir de los 250 grados, esas sustancias liberan gases, que generan una espuma de varios centímetros de espesor. Esa espuma protege a las vigas del calor durante aproximadamente una hora: un tiempo precioso para evacuar a las personas que aún se hallan en el edificio.

5) Sacar el humo, dejar entrar aire puro

Sistemas de protección del humo por presión, activados por detectores de incendio, mantienen libres de humo las salidas de emergencia, por ejemplo, las escaleras. Un ventilador envía aire a alta presión de abajo hacia arriba, que sale luego a través de una abertura en el techo. Aire puro fluye así constantemente en dirección contraria a la de salida, desplaza el humo y permite que los habitantes del edificio puedan utilizar esos corredores de emergencia sin ahogarse.

Autores: B. Osterath/J. Schönfelder