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¿Son correccionales la solución a la criminalidad juvenil?

jov / Agencias5 de enero de 2008

Los democristianos han encendido un debate nacional en Alemania sobre la presunta peligrosidad de jóvenes inmigrantes y proponen introducir correccionales al estilo estadounidense. ¿Qué tan efectivas y convenientes son?

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Correccional militar en Florida. ¿Ejemplo para Alemania?Imagen: picture-alliance/ dpa

Cuando surgieron los primeros «boot camps», como se les llama a las correccionales transitoria para jóvenes delincuentes en Estados Unidos, el Departamento de Justicia norteamericano habló con elogios de «una de las formas más innovadoras y emocionantes» de la ejecución de la pena juvenil.

Casi 20 años después se ha impuesto la desilusión. Aunque muchos norteamericanos siguen creyendo que no es posible tener justicia y libertad sin brutalidad -según lo prueba el actual debate sobre la tortura- el balance de los «boot camps» paramilitares confirma escasamente las esperanzas sobre todo de los conservadores de que con «mano dura» y «disciplina de hierro» se puede moldear positivamente los caracteres de jóvenes violentos o adictos a la droga.

Muchos jóvenes delincuentes no sobreviven

Según un informe de la organización confesional «Christian Science Monitor», la tasa de reincidencia no es menor a la de los internos de cárceles o instalaciones juveniles. En cambio sí hay horribles reportes sobre crueldad en la vida de campamento.

Muchas veces los jóvenes no sobreviven la estadía en un campamento: por ejemplo, Aaron Bacon habría muerto de hambre en un campo del estado de Utah, luego que dejara de recibir comida como castigo, aunque debió seguir caminando diariamente hasta 16 kilómetros.

En otro campo en Utah murió una joven de 15 años, durante un obligado trote de larga distancia, quien debía sobreponerse espiritualmente a una violación sufrida. Según lo demuestran imágenes de video, el adolescente negro de 14 años Martin Anderson fue torturado hasta la muerte por sus supervisores en un campamento en Florida. Durante un trote, los guardias percibieron como una provocación la petición del joven por una pausa, y lo maltrataron gravemente.

Siete hombres lo patearon y golpearon, y finalmente lo obligaron a beber amoniaco. Durante el juicio fueron absueltos de la acusación de homicidio, aunque la familia recibió una indemnización de cinco millones de dólares.

¿Fuerte disciplina a cambio de prisión?

Originalmente los «boot camps» fueron creados en los años 80 como alternativa a las penas de privación de libertad de entre dos y tres años. Las personas que se exponían durante 120 días de extremo entrenamiento militar de uno de estos campamentos podían acceder posteriormente a la libertad.

La filosofía de los campamentos está inspirada en los marines norteamericanos. Se pretende quebrar la voluntad, frecuentemente mediante humillaciones, maltratos espirituales y corporales, para volver a formarla.

En tanto hay en Estados Unidos varios centenares de estas instalaciones públicas y privadas, en las cuales también ingresan niños y jóvenes traumatizados o de difícil educación. La estadía puede llegar a costar hasta 5.000 dólares mensuales. Para algunos, la estadía fue extendida por años. Según informaciones oficiales, actualmente 4.500 jóvenes delincuentes se encuentran internos en un «boot camp». En total son enviados anualmente más de 10.000 jóvenes a campamentos para la reeducación o «terapia».

Violencia y arbitrariedad no mejoran a nadie

En los campamentos, poco controlados, rigen el maltrato y la arbitrariedad. En la mayoría de los casos, los padres que entregan a sus hijos firman una declaración según la cual están de acuerdo con todas las medidas del campamento. En el New York Times, varios jóvenes cuentan sobre la violencia diaria, intrusiones violentas, abuso sexual y métodos denigrantes de disciplina. Agrega que desde 1980 sólo en 11 estados murieron al menos 30 jóvenes en dichas correccionales, y que también hay muchos suicidios.

Según un informe presentado recientemente al Congreso norteamericano, desde 1990 han muerto diez jóvenes en «boot camps». Sólo en 2005 hubo en estos campamentos más de 1.600 casos de abuso. «Los niños son obligados a comer sus vómitos y vivir entre orina y excrementos. Los patean, golpean y lanzan al suelo», señaló Gregory Kutz, un investigador al Congreso norteamericano.