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Adiós con la frente en alto

6 de julio de 2011

El encuentro entre México y Nueva Zelanda, realizado en la Rhein-Neckar Arena de Sinsheim, fue una muestra inmejorable del potencial del fútbol femenino en lo que a técnica y emociones se requiere.

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Mexico's Stephany Mayor scores the opening goal during the group B match between New Zealand and Mexico at the Women’s Soccer World Cup in Sinsheim, Germany, Tuesday, July 5, 2011. (Foto:Martin Meissner/AP/dapd)
Stephany Mayor marca el primer gol del partido de México contra Nueva Zelanda.Imagen: dapd

Las neozelandesas no tenían nada que perder, pero lucharon aguerridamente. Las mexicanas se jugaban una muy remota posibilidad de calificar: necesitaban una combinación de goleada a favor en Sinsheim, más una derrota lo más abultada posible de Inglaterra ante Japón.

El Tri femenino no cumplió con vencer a las “piratas” al empatar a dos goles. El campanazo del día lo dio Inglaterra al derrotar a una irreconocible selección japonesa, arrebatándole con ello toda posibilidad a las aztecas.

Éstas dejaron el alma en la cancha, y así lo transmitieron a los más de 20.000 asistentes al encuentro. Sin embargo, las fallas defensivas por alto fueron mortales, no sólo en este partido, sino a lo largo de todo el torneo.

La garra de las neozelandesas les redituó en el último segundo, y de este modo ambas selecciones se fueron del mundial con la frente en alto.

Se demostró, de paso, cuál es la serie de requisitos que el fútbol femenino necesita para acercarse a su contraparte jugada por hombres: orden, concentración, ambición, garra, y sangre fría a la hora de concretar. Y, claro, el apoyo que reciben a manos llenas los jugadores profesionales de fútbol.

New Zealand team members celebrate following the group B match between New Zealand and Mexico at the Women’s Soccer World Cup in Sinsheim, Germany, Tuesday, July 5, 2011. (Foto:Martin Meissner/AP/dapd)
Las neocelandesas celebran.Imagen: dapd

Bipolaridad tricolor

Al finalizar la participación del Tri femenino en el Mundial Alemania 2011, las conclusiones son evidentes. Es claro que el máximo torneo del balompié femenino no despierta, ni con mucho, el mismo nivel de expectativas que su contraparte para hombres.

Mientras éste es capaz de llevar a miles de aficionados a países tan lejanos como Sudáfrica, en Alemania 2011 los estadios se llenaron principalmente gracias a promociones en escuelas.

Los boletos para el Mundial femenino se cotizaban hasta en 7 euros, en su precio más barato, en tanto que algunos boletos para los mundiales masculinos alcanzan cientos o miles de dólares.

También se habla mucho de la falta de apoyo para el fútbol femenino. En este aspecto, no sólo se trata de la comercialización. El nivel del balompié jugado por mujeres refleja la enorme diferencia en cuanto al soporte científico.

Técnico y jugadores masculinos tienen a su alcance un arsenal de herramientas surgidas del estudio de los movimientos corporales y la estrategia. La Escuela Superior del Deporte que tiene su sede en Colonia, por poner un ejemplo, estudia partidos de ligas de todo el mundo, a fin de ubicar talento joven y hacer análisis táctico.

Falta por hacer

En cambio, el fútbol femenino aún se debate entre el profesionalismo y el deporte aficionado. Esto es visible en equipos como el Tri femenino, en el cual hay lo mismo jugadoras que militan en ligas profesionales, que futbolistas sin club.

A ello se debieron las fallas que tan caro pagaron las futbolistas entrenadas por Leonardo Cuéllar. Para otra ocasión se producirá la primera victoria del Tri femenino en un mundial.

The team of Mexico sings the national anthem before the Group B match New Zealand against Mexico of FIFA Women's World Cup soccer tournament at the Rhein Neckar Arena in Sinsheim, Germany, 05 July 2011. Foto: Uwe Anspach dpa/lsw/lrs
La selección femenina mexicana: aún falta el apoyo con que cuentan los futbolistas.Imagen: picture alliance/dpa

Pero, ¿quién emociona más?

La pregunta inicial de esta serie de artículos se refería a si las mujeres y los hombres son capaces de emocionar igual, en lo que se refiere al fútbol. De acuerdo a lo que pudimos constatar en Wolfsburgo, Leverkusen y Sinsheim, la respuesta es positiva.

Vimos de primera mano cómo el reportero británico que nos acompañó en Wolfsburgo sufrió el empate ante México como si hubiese pisado la cancha el mismo David Beckham. Los aficionados japoneses presentes en Leverkusen inundaron el estadio Bay Arena con su júbilo atronador.

En el partido entre Guinea Ecuatorial y Noruega, se robó el espectáculo un aficionado africano que –fuera de sí- invocaba a los dioses de la emoción cada vez que su equipo se acercaba a la portería contraria.

Sobre la presencia de aficionados mexicanos, hemos dejado constancia a lo largo de estas crónicas.

Debe decirse también que, al margen de las acciones aisladas, en general el fútbol femenino despierta un tipo distinto de emociones.

En tierras germanas quedó de manifiesto que el balompié jugado por chicas no llama a los aficionados más radicales y exaltados, sino a las familias.

En este sentido, no es solamente un mismo deporte jugado por el otro género. Alemania 2011 ha demostrado que, en los pies de las mujeres, el fútbol se convierte en un deporte totalmente distinto. Un deporte que merece ser reconocido con su propia identidad.

Autor: Enrique López Magallón

Editora: Emilia Rojas