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Turquía, ¿camino a la dictadura?

Sabine Kinkartz (jov/cp)20 de mayo de 2016

Angela Merkel no preguntaría públicamente si Erdogan está instaurando una régimen déspota porque debe mostrarse amable debido a la crisis de refugiados, que intenta parar con ayuda de Ankara. Pero el descontento crece.

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Merkel y Erdogan el 25 de febrero de 2013 en Ankara.
Merkel y Erdogan el 25 de febrero de 2013 en Ankara.Imagen: picture alliance/dpa/K. Nietfeld

El presidente del Bundestag, Norbert Lammert, parlamentario del partido cristianodemócrata de la canciller, expresa abiertamente su rechazo a las acciones hostiles del presidente turco Recep Tayyip Erdogan contra el Parlamento de Ankara, como el levantamiento de la inmunidad de los diputados, con lo que busca debilitar, principalmente, a los miembros de la oposición kurda reunidos en el partido HDP. Erdogan y un grupo de ultraconservadores turcos consideran el HDP, un brazo político del vetado Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

Norbert Lammert considera esto una razón suficiente para llamar al Parlamento de Turquía a defender su puesto en la democracia. Los ataques de Erdogan contra la democracia solo pueden tener éxito si el Parlamento lo permite, cree Lammert y agrega que “si el mismo Parlamento turco aprueba el levantamiento de la inmunidad, puede estar asistiendo a su propia disolución”.

No es el Gobierno el que dicta las leyes

Norbert Lammert es un hombre de palabras claras y un convencido parlamentario. "Este es el corazón de la democracia. ¿Palpita o no palpita aquí?", preguntó retóricamente Lammert cuando asumió el cargo de Presidente del Parlamento, hace once años. Años en los que también ha dejado en claro que el Parlamento no es una agencia que ejecuta las leyes del gobierno de turno, sino, por el contrario, el órgano legislativo. Para Lammert, la defensa de la soberanía del Parlamento va por sobre todas las cosas, una actitud con la que, a veces, enerva a su compañera de partido, Angela Merkel,

Descontento por pacto con Ankara

Como la enerva ahora, debido a que a Merkel puede no gustarle – o convenirle – que justamente el presidente del Parlamento alemán esté criticando al Presidente de Turquía, su débil “tabla de salvación” en la crisis de refugiados. Aunque la relación entre Berlín y Ankara es ya tensa, es menos comprometedor que los políticos de la oposición alemana critiquen al Gobierno de Turquía, a que lo haga el Presidente del Bundestag.

Pero ya el descontento y las dudas cunden en todos los partidos sobre si Turquía es realmente un socio fiable para Alemania y Europa. Jan Korte, parlamentario de La Izquierda llegó a decir incluso que el acuerdo firmado con Erdogan era un "trato sucio" y debía ser cancelado. En la crisis de refugiados, el presidente de Turquía, según Korte, “no es parte de la solución, sino del problema y ayuda más bien a incrementar el éxodo de personas”.

Stephan Mayer, de la fracción de partidos cristianodemócrata y social, defiende el acuerdo UE-Turquía como un "elemento importante de toda la caja de herramientas" para hacer frente a la crisis de refugiados.

La postura de los socialdemócratas

Para evitar disgustar a Ankara, el Gobierno federal había evitado hablar de genocidio en el caso del asesinato de miles de armenios a manos de las fuerzas armadas turcas el siglo pasado. Un recato que sigue predominando en Berlín: "Espero que las relaciones germano-turcas no se vean afectadas por las decisiones del Parlamento alemán", dice Mayer.