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Un teatro que va a la guerra

Sabine Oelze / JAG27 de agosto de 2013

¿Es posible entender la guerra? Proyecto teatral ofrece una mirada más que cercana al negocio con la muerte.

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Imagen: Ruhrtriennale/Jörg Baumann

No hay escenario ni auditorio. Todo aquel que visita las “Situation Rooms” forma parte de la acción y vive una actuación muy individual. Con una tableta electrónica en la mano y unos audífonos, el visitante descubre la historia de 10 personas. La guerra y el tráfico de armas son los elementos que las unen. Algunos se benefician con el negocio de la muerte mientras otros luchan contra él o son víctimas. Son experiencias para escuchar con una mirada muy personal. El espectador es parte activa de la escena: debe tirarse al suelo para tener a un objetivo en la mirilla, llevar un chaleco antibalas y registrar a otras personas en busca de armas ocultas. La tableta es la guía por el laberinto de varios pisos de una de las Salas de Turbinas de Bochum. Cada habitáculo, un nuevo enfrentamiento: directores de consorcios de armamento, activistas por la paz o fugitivos que huyen en barca.

El espectador como actor

“Situation Room” se llama el pequeño habitáculo de la Casa Blanca de Washington equipado con la más alta tecnología para recibir información en tiempo real sobre las guerras. Una foto nos ofrece una imagen que recorrió el mundo. Muestra al presidente Barack Obama y su equipo el 1 de mayo de 2011 durante la caza de Osama bin-Laden. Organizadas en un laberinto construido en la Trienale del Ruhr por el trío Rimini Protokoll, formado por los directores alemanes Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel, estas “Situation Rooms” están basadas en la idea de la simultaneidad y los acontecimientos reales.

Ruhrtriennale Rimini Protokoll
El teatro en la mira del protagonistaImagen: Ruhrtriennale/Jörg Baumann

El espectador se encuentra ahí por ejemplo a Yaoundé Mulamba Nkita. Él vivía en Congo y con nueve años era un niño soldado. El público entra en la sala de clase donde fue reclutado Nkita. En la pared cuelga una bandera y Nkita tiene que izarla cada mañana. Después será el espectador el que tenga que izarla, mientras Nkita entona el himno del antiguo Zaire. Cuenta como se lo llevó el ejército rebelde de Laurent Désiré Kabila. Un día entró en la escuela y nombró soldados a los niños. Y con la intervención de estos, Kabila logró la victoria. Con 14 años Nkita fue ascendido a la guardia presidencial.

Gente normal

No querer trabajar con actores reales es una marca característica del trío Haug, Kaegi y Wetzel. El espectador se enfrenta a historias reales de personas reales. Unas veces basureros de Estambul, otras veces gente de negocios, inválidos u otros ciudadanos que actúan como expertos en la vida real.

Con las “Situation Rooms”, Rimini Protokoll entra en un terreno totalmente nuevo. No solo técnicamente sino también por la construcción de una cercanía con el público, de la que el espectador no se puede escapar, aclara Kaegi. Sin importar si quiere o no, el público entra en el papel de piloto de drones igual que en el de un desarrollador de armamento apodado el “Armani de la balística”. O en el de un cirujano que interviene en Sierra Leona. “Para nosotros era muy importante mostrar todos los rincones. No sólo la producción de armas sino también dónde se usan”, aclara Stefan Kaegi. Así, el trío conduce a los espectadores a un espacio global de guerra como Israel, África, Sudamérica e incuso la Selva Negra, donde en la pequeña ciudad de Oberndorf, la fábrica de armamento Heckler & Koch exporta armas de guerra a 80 países.

Ruhrtriennale Rimini Protokoll
Vida real en situación de guerraImagen: Ruhrtriennale/Jörg Baumann

Una mirada al núcleo de la cuestión

“Cada 14 minutos se dispara contra un hombre con una bala procedente de un arma de Heckler & Koch”, dice Ulrich Pfaff a los espectadores a través de los audífonos. Este teólogo y pacifista nació en Oberndorf. Cuenta que su padre era trabajador de la fábrica de armas Mauser. Desde la ventana de su casa podía ver a los trabajadores. Actualmente, la empresa de armamento Heckler & Koch continúa con el mismo terrorífico negocio en el mismo sito.

Puede que el usuario conozca los hechos. Pero, a pesar de eso, no podrá evitar la repulsión cuando Pfaff le cuente que hay gente que destroza regularmente un recordatorio erigido por él para recordar a los trabajadores forzados del nacionalsocialismo. Parece que el dinero no tiene moral. Al final, toda la ciudad de Oberndorf se aprovecha del floreciente negocio de la muerte.

Durante 80 minutos, el espectador estará averiguando como funciona este dudoso negocio de las armas. No puede sentarse en la butaca del teatro, sino que será bombardeado con información muy compleja e historias reales. La obra que resulte será cosa suya, ya que la mayoría de ellos nunca estuvo tan cerca de una guerra